CATORCE

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Colores.

Las semanas pasaron en un ciclo monótono, pero Taehyung sintió que cada día se convertía en una mezcla de esperanza y lucha. A pesar de que su enfermedad avanzaba, había un brillo renovado en sus ojos, un atisbo de determinación que no había sentido en mucho tiempo. Esto se debía en gran parte a Jungkook, quien, a pesar de las circunstancias difíciles, nunca dejaba de hacerle compañía.

Un día, después de una sesión de quimioterapia que lo había dejado exhausto, Taehyung estaba en su habitación del hospital, acurrucado bajo las sábanas. Las ventanas estaban abiertas, dejando entrar un suave viento otoñal que movía las hojas de los árboles del jardín. A su lado, la pequeña planta que Jungkook había traído semanas atrás crecía lentamente, un símbolo de lo que era posible incluso en medio de la adversidad. La había nombrado "Esperanza", y cada día se convertía en un recordatorio del vínculo que habían formado.

Aquel día, Jungkook llegó con una bolsa llena de sorpresas. Con una sonrisa radiante, entró en la habitación, y la energía positiva que emanaba era suficiente para hacer que Taehyung sonriera, a pesar de su cansancio.

—¡Hola, Taehyung! —exclamó Jungkook mientras dejaba la bolsa sobre la mesa—. ¿Listo para una pequeña aventura?

Taehyung arqueó una ceja, intrigado.

—¿Una aventura en el hospital? —preguntó, sintiendo que la curiosidad lo invadía.

—¡Exacto! —respondió Jungkook, sacando un libro de actividades de la bolsa—. Pensé que podríamos hacer algunos dibujos y jugar a colorear. Y no solo eso, tengo un juego de mesa aquí también.

—¿Colorear? —Taehyung soltó una risa leve, sintiendo que su corazón se aligeraba. —No creí que eso fuera parte del tratamiento.

—A veces, la mejor medicina es una buena risa —dijo Jungkook, sentándose en la silla junto a la cama—. Además, necesitamos aprovechar el tiempo juntos y hacer que cada momento cuente.

Taehyung observó cómo Jungkook comenzaba a sacar los materiales de la bolsa. Su entusiasmo era contagioso y, aunque las dudas y el miedo lo habían acompañado en su camino, la presencia de Jungkook lo ayudaba a encontrar momentos de alegría.

—Está bien, entonces —dijo Taehyung, dejando a un lado su cansancio y sonriendo—. Vamos a colorear.

Juntos comenzaron a dibujar y colorear, riendo y hablando sobre los recuerdos que habían compartido hasta ahora. Jungkook se esforzaba por hacer reír a Taehyung con sus historias de payaso en el hospital, relatando las travesuras que había hecho con otros pacientes. Las risas resonaron en la habitación, creando un ambiente ligero y alegre.

Con cada trazo de lápiz, Taehyung sentía que su espíritu se elevaba. Había algo reconfortante en la simplicidad de ese momento, una sensación de que, a pesar de las circunstancias difíciles, aún podían encontrar felicidad. Jungkook le había mostrado que no siempre era necesario lidiar con la gravedad de la vida. A veces, solo necesitaban permitir que su creatividad fluyera.

Después de un rato, Jungkook se detuvo y miró a Taehyung con seriedad.

—¿Te gustaría que tus padres vinieran a visitarte? —preguntó, su voz suave y llena de preocupación.

La pregunta hizo que Taehyung se detuviera un momento. Había tenido pensamientos sobre sus padres, sobre lo preocupados que debían estar por él. Sin embargo, siempre había querido protegerlos de la realidad de su enfermedad, de la carga emocional que conllevaba.

—No sé... —murmuró Taehyung, sintiendo que una parte de él se resistía a la idea—. No quiero que vean lo débil que me he vuelto.

—No eres débil, Taehyung. Eres increíblemente fuerte —respondió Jungkook, inclinándose hacia adelante, su mirada llena de sinceridad—. Y ellos merecen verte. Te quieren, y estarán allí para apoyarte, sin importar lo que pase.

Taehyung sintió que la verdad de las palabras de Jungkook resonaba en su interior. No podía ocultarse de sus padres por siempre; ellos se preocuparían por él, y era su amor el que lo había sostenido incluso en los momentos más oscuros.

—Tal vez tienes razón —dijo finalmente, con una voz más firme—. Debería dejarlos venir.

La sonrisa de Jungkook fue instantánea, iluminando la habitación como un rayo de sol.

—Perfecto. Les hablaré para que vengan este fin de semana. Será bueno para ti —dijo, levantándose de la silla con una energía renovada.

La conversación siguió fluyendo mientras continuaban coloreando. El tiempo se desvaneció y, antes de que se dieran cuenta, la tarde se había convertido en noche. La luz tenue del atardecer se filtraba a través de las ventanas, llenando la habitación con una cálida luminosidad.

Pero, a medida que la noche caía, Taehyung no podía evitar que la ansiedad comenzara a hacer mella en su pecho. La idea de que sus padres vinieran a verlo lo llenaba de incertidumbre. ¿Cómo reaccionarían al verlo con el gorro que cubría su cabeza, un recordatorio constante de lo que estaba sucediendo en su vida?

—¿Te sientes bien? —preguntó Jungkook, notando la repentina quietud de Taehyung.

—Sí... solo estoy pensando en cómo reaccionarán mis padres al verme —respondió Taehyung, su voz titubeante.

—No tienes que preocuparte por eso. Ellos están ahí para apoyarte, y lo único que quieren es verte feliz y saludable —dijo Jungkook con confianza—. Están orgullosos de ti, sin importar lo que pase.

Taehyung asintió, pero no pudo evitar sentir un nudo en su estómago. Sabía que Jungkook tenía razón, pero la idea de enfrentarse a sus padres era desalentadora. Sin embargo, se dio cuenta de que, con Jungkook a su lado, podría encontrar la fuerza para superar cualquier desafío.

—Gracias, Jungkook —dijo Taehyung, sintiendo una profunda gratitud hacia su amigo—. Tu apoyo significa mucho para mí.

—Siempre estaré aquí —respondió Jungkook, con una sonrisa cálida—. Recuerda, no tienes que enfrentar esto solo. Estamos en esto juntos.

La conexión entre ellos creció aún más fuerte en ese momento. Ambos sabían que, aunque las circunstancias eran difíciles, tenían el uno al otro para enfrentar los desafíos que se presentaran. La amistad que habían cultivado se había convertido en un lazo inquebrantable, un refugio donde podían encontrar consuelo y apoyo.

Cuando Jungkook se despidió esa noche, Taehyung se sintió más ligero. La idea de recibir a sus padres, aunque aterradora, era también un paso hacia adelante. Y sabía que con Jungkook a su lado, no importaba cuán oscura se volviera la noche, siempre habría una luz que lo guiara hacia el amanecer.

Cáncer | KTH + JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora