CINCO

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Chispa de libertad.

El otoño avanzaba con rapidez. Las hojas que antes apenas caían, ahora cubrían el suelo como una alfombra de colores cálidos. Para Taehyung, cada día era una batalla más contra el tiempo, pero la presencia de Jungkook lo hacía olvidar, aunque fuera por unas horas, la gravedad de su situación.

Desde la última conversación, algo cambió entre ellos. No era solo que compartieran momentos divertidos o incluso profundos; se había generado una complicidad silenciosa. Jungkook ya no era simplemente la persona que venía a traer risas y alivio, sino alguien que parecía estar tan atrapado en ese hospital como él.

Aquella tarde, el viento otoñal soplaba con más fuerza. Taehyung estaba junto a la ventana, viendo cómo las hojas giraban en el aire. El sonido de los pasos familiares de Jungkook resonó en el pasillo, y, al entrar, Taehyung pudo notar la habitual energía en sus movimientos, pero algo más en su mirada. Había un brillo diferente, un destello de emoción que no lograba disimular.

—Hoy tenemos un plan especial, Taehyung —anunció Jungkook sin rodeos, al tiempo que dejaba una bolsa de papel en la mesita junto a la cama.

—¿Plan especial? —repitió Taehyung, sorprendido—. ¿Qué tienes en mente ahora?

Jungkook se sentó a su lado, sonriendo de oreja a oreja mientras sacaba de la bolsa un par de bufandas gruesas, guantes y un gorro de lana.

—Vamos a salir —dijo con una emoción evidente.

Taehyung frunció el ceño, incrédulo. La idea de salir del hospital sonaba casi ridícula. Desde que comenzó su tratamiento, salir al exterior se sentía como un sueño lejano.

—¿De qué estás hablando, Jungkook? Sabes que no puedo…

—Ya hablé con los médicos y me dieron el visto bueno —lo interrumpió Jungkook—. Solo será un rato, un paseo corto. Nada que te agote. Pero creo que te vendrá bien.

El corazón de Taehyung latía más rápido ante la perspectiva de salir, aunque fuera por unos momentos. Miró la bufanda que Jungkook le ofrecía, y por un instante, la calidez de la lana pareció traer consigo la promesa de libertad, aunque fuera temporal.

—¿En serio hablaron con los médicos? —preguntó, todavía un poco incrédulo.

—Te lo juro —respondió Jungkook, levantando una mano como si hiciera un juramento—. Tienes permiso oficial.

Taehyung sonrió, pero su cuerpo aún dudaba. Había pasado tanto tiempo encerrado en la rutina del hospital que la idea de salir al frío exterior le parecía surrealista.

—¿Y adónde vamos? —preguntó mientras tomaba la bufanda.

—Eso es una sorpresa —dijo Jungkook, con una chispa traviesa en los ojos.

Con la ayuda de Jungkook y una enfermera, Taehyung se vistió para el frío. El aire fresco del otoño los recibió apenas cruzaron las puertas del hospital. El viento frío golpeó suavemente el rostro de Taehyung, y por un momento, cerró los ojos, inhalando profundamente, dejando que el aire renovara su espíritu. Hacía meses que no sentía esa sensación de libertad.

Jungkook, siempre a su lado, empujaba su silla de ruedas por un pequeño sendero detrás del hospital. Había un parque cercano, casi desierto, donde los árboles enormes se mecían al ritmo del viento, liberando hojas en cada ráfaga.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Jungkook mientras caminaban.

—Es... extraño. Como si el mundo siguiera sin mí —respondió Taehyung, con un toque de melancolía en la voz—. Todo se ve tan normal allá afuera. La gente sigue su vida, y yo... yo estoy atrapado.

—Lo entiendo —dijo Jungkook, bajando un poco la mirada—. Pero no estás atrapado para siempre, ¿sabes? Solo por ahora. Y mientras tanto, aquí estoy para sacarte de ese encierro de vez en cuando.

Taehyung sonrió ante las palabras de Jungkook. Siempre sabía qué decir para aliviar su mente, incluso cuando Taehyung no lo admitía.

Después de un rato, llegaron a una pequeña colina desde donde se veía una amplia vista de la ciudad. A lo lejos, los edificios se alzaban bajo el cielo anaranjado del atardecer. El paisaje era sereno, casi mágico.

—¿Sabes por qué te traje aquí? —preguntó Jungkook, deteniéndose.

Taehyung negó con la cabeza, sin apartar la vista del horizonte.

—Este lugar... cuando era pequeño, solía venir aquí cada vez que me sentía perdido —Jungkook se sentó junto a él en el suelo, con las manos en los bolsillos—. Me recordaba que el mundo es más grande que nuestros problemas, que siempre hay algo más allá, algo hermoso esperando.

Taehyung lo miró, sintiendo que esas palabras llevaban más peso del que Jungkook dejaba ver.

—Tú no tienes miedo, ¿verdad? —preguntó Taehyung, casi en un susurro.

—¿Miedo? —repitió Jungkook, frunciendo el ceño—. Claro que tengo miedo. Pero el miedo no me detiene. Y tampoco debería detenerte a ti.

Taehyung se quedó en silencio, dejándose llevar por el viento que soplaba suavemente. Las palabras de Jungkook calaban hondo, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que la esperanza todavía estaba ahí, aguardando en algún rincón de su alma.

—Gracias por traerme aquí —dijo finalmente.

Jungkook sonrió y asintió, como si ese simple gesto fuera todo lo que necesitaba escuchar.

—Siempre —respondió, antes de levantarse de nuevo—. Pero no creas que hemos terminado. Aún tengo una última sorpresa para ti.

Taehyung arqueó una ceja, divertido.

—¿Más sorpresas? ¿Qué es esta vez?

Jungkook sacó algo de su bolsillo. Era una pequeña cámara Polaroid.

—¿Una foto? —preguntó Taehyung, confundido.

—Exacto. Quiero que este momento quede grabado. Para que cuando todo esto termine, podamos mirar atrás y recordar que incluso en los días difíciles, hubo momentos como este —dijo Jungkook, colocándose detrás de la silla de Taehyung.

Con un clic rápido, la cámara capturó la imagen. El sonido del papel saliendo de la cámara fue seguido por la risa ligera de Jungkook, mientras agitaba la Polaroid para acelerar el proceso.

—Un recuerdo de este día —dijo, mostrándole la imagen.

En la foto, estaban ambos: Jungkook, con una sonrisa amplia, y Taehyung, mirándolo, con la brisa acariciando su rostro. Era una imagen de serenidad, pero también de algo más: de esperanza.

Cáncer | KTH + JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora