Alyra Sorrengail, Hermana melliza De Violet, tendrá que ir junto a su hermana melliza a la escuela de jinetes de dragón por orden de su madre, aún con todas las posibilidades de vivir están en su contra, hará lo posible por mantenerse viva junto a s...
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VIOLET
No debí correr, pero Alyra es tan terca, que era más probable que nos mataran a ambas por discutir.
Ella es fuerte así que, estará bien.
Y esta loca solo harán que la maten, esa habilidad que tiene para meterse en problemas.
Maldición.
Seguí caminado en círculos a decir verdad, no tengo idea de a donde ir, Alyra dijo que iba a buscarme, así que estoy evitando alejarme demasiado del claro. Así será más fácil para ella encontrarme aunque estoy a unos minutos olvidar la promesa, ahora veo que fue muy estúpido de mi parte.
Alyra ya se tardó mucho en alcanzarme, esto ya me está preocupando. Sabía que no debía correr, pero como miré a Xaden, supuse que la ayudaría, es un superior y a lo visto Lyra no le cae tan mal, o eso pienso por la manera en que la mira, y eso es en cada oportunidad que tiene... siempre.
Y exactamente no la mira como si quisiera matarla, si así fuera la hubiera echo correr conmigo o quedarme con ella.
Esto es tan frustrante.
Cuando estoy a punto de volver para ayudarle o en su caso patearle el trasero como hermana mayor que soy por tardar tanto en alcanzarme, escucho el aleteo de las alas de un dragón, Dioses.
Voy a morir y aún no se qué pasó con Alyra.
De repente una enorme sombra me rodea, no me muevo, hasta siento que deje de respirar, y tengo miedo de mirar.
Cuando aterriza atrás de mi siento que tiembla todo el suelo, me tambaleo hacia adelante.
Doy un par de paso queridos correr pero lo pienso mejor y me quedo en mi lugar.
Las sombras me envuelven, me atrevo a lanzar una miradita sobre mi hombro, Y el corazón se me atora en la garganta.
Está el dragón más grande que he visto en mi vida, es uno de los dos dragones negros sin jinete que el profesor Kaori nos mostró en clase.
Probablemente le llegue cerca del tobillo, aunque lo dudo.
Un gruñido resuena en su pecho y hace vibrar el suelo mientras baja su cabeza gigante, mostrando sus colmillos húmedos.
El miedo me recorre cada célula del cuerpo cuando su aliento caliente pasa sobre mí.
— Aún quieres correr, Plateada —una voz profunda y masculina
Dioses.
Un momento.
«¿Está hablando conmigo?».
— No con el árbol detrás de ti —y aunque su voz suena a sarcasmo, volteo a ver el árbol detrás de mi.
Luego me giro lentamente para ver al dragón, preguntándome si me comerá.