Alyra Sorrengail, Hermana melliza De Violet, tendrá que ir junto a su hermana melliza a la escuela de jinetes de dragón por orden de su madre, aún con todas las posibilidades de vivir están en su contra, hará lo posible por mantenerse viva junto a s...
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—Solo te caíste como una docena de veces en este viaje —comenta Fafnir mientras aterrizamos.
— De mi duraste un poco más sentada. — Dice Gwyneth con ese tono maternal.
— No sé si tomarlo como halago o como insulto —Tomo aire e intento tranquilizar mi corazón acelerado.
— Tómalo como prefieras.
Pongo los ojos en blanco mentalmente y me bajo del asiento mientras él agacha el hombro para que me pueda deslizar por su pata.
—Gwyneth duró más sentada contigo porque no lo haces más complicado de lo que es, bueno excepto cuando te da por presumir ante Tairn. — suspiró y me deslizo — Además, podrías hacerlo más fácil, ¿sabes Fafnir?
—Claro que lo sé, pero como tú lo dices mi ego no me lo permite.
—No soy yo quien nos está haciendo girar en espiral con giros cerradísimos mientras Kaori solo nos está enseñando cómo descender, como digo solo quieres presumir.
Mis pies llegan al suelo y miro a Fafnir.
— Te estoy entrenando para la batalla. Él les está enseñando truquitos de circo. —Me guiña un ojo dorado y mira hacia otro lado.
—¿Crees que podríamos hacer que Andarna nos acompañe la próxima semana? ¿Aunque sea para volar junto a nosotros? —Reviso todo lo que Kaori nos ha enseñado, buscando cosas que pudieran haberse atorado entre las enormes y picudas garras de Fafnir o en las escamas duras como piedras de su panza.
— No soy tan tonto como para no saber si tengo algo atorado en mi piel. Y no le pediría a Andarna que nos acompañe a menos que así lo soliciten. No puede seguirnos el ritmo y solo atraería más atención indeseada, ya lo haces solo con la presencia de Gwyneth.
Me paso a revisar las garras y escamas de Gwyneth.
— Nunca la veo —me quejo abiertamente — Siempre tengo que estar contigo, gruñón, bueno está Gwyneth, pero eso no significa que no quiera ver a mi doradita.
Es tan tierna.
— Siempre estoy aquí —me responde Andarna, pero no veo un brillo dorado.
Seguramente está en el Valle como siempre, pero al menos ahí está segura.
— Este gruñón de quien te quejas tanto, te atrapó una docena de veces, Plateada.
—Algún día podrías decirme Alyra, ¿sabes, ya que ese es mi nombre? — Me tomo el tiempo para examinar sus escamas.
Uno de los mayores peligros para los dragones son las cosas pequeñas que ellos mismos no pueden quitarse y que penetran las escamas y les causan infecciones.
— Lo sé —repite— O prefieres que te diga Problema como el líder de ala.
— No te atreverías — Avanzo hacia Fafnir para seguir revisándolo — Y tu ya sabes lo mucho que me molesta, que ese idiota me diga así.