En un mundo donde los Omegas son destinados a la esclavitud y los Alfas dominan la sociedad, la familia Jeon, liderada por los poderosos Kwan y Hye, mantiene su prestigio a cualquier costo. Ocultan a su hijo menor, Jimin, un Omega, para evitar que s...
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Esa noche, Hye se preparaba para despedirse de Jimin. Sabía que la llegada de su esposo por la mañana significaba volver a su papel distante, fingiendo ser la esposa perfecta que la sociedad esperaba. Pero, en ese momento, podía ser solo una madre.
—Te voy a extrañar, mamá —dijo Jimin con lágrimas en los ojos mientras se aferraba a su madre.
Hye lo abrazó con fuerza, su corazón se rompía al verlo así. —Yo también te voy a extrañar, mi niño. Pero recuerda que, aunque parezca que te ignoro, siempre estoy pensando en ti. Jimin, para mí, tú no eres un castigo. Eres un ángel que cayó en la familia equivocada. No te merecemos —le dijo suavemente, besando su frente con ternura.
Jimin la apretó aún más fuerte. —Mamá, quiero ser libre.
—Lo serás, hijo, te lo prometo. Solo necesito más tiempo. Con tu padre como juez supremo, las cosas son complicadas, y debo seguir fingiendo hasta que logre cambiar la situación. Los Omegas también merecen ser libres —respondió Hye, con tristeza en la voz, mientras acariciaba su cabello.
—Duerme bien, mi niño. Sueña bonito —dijo Hye, dejando un último beso en la frente de Jimin antes de salir de la habitación.
Al cerrar la puerta, se encontró de frente con Eunji, quien la interceptó con una sonrisa fingida.
—Señora Hye, no sabía que cocinaba tan bien —dijo Eunji con falsa cordialidad.
—Gracias —respondió Hye secamente, intentando seguir su camino, pero Eunji no tenía intención de dejarla ir.
—Como sabrá, vengo de una familia muy poderosa. Nací en una cuna de oro, y mis contactos en el gobierno son numerosos. Me gustaría hacer un negocio con usted —dijo Eunji, llena de soberbia.
Hye la miró con recelo. —Te escucho.
Eunji no tardó en ir al grano. —¿Cuánto quiere por el esclavo que me tiró la comida?
La mirada de Hye se endureció. —No está a la venta.
Eunji esbozó una sonrisa venenosa. —Piénselo bien. Tal vez deba hablar con su marido... Si él se entera de lo que sucedió hoy...
Antes de que Eunji pudiera terminar, Hye la interrumpió, su voz ahora cargada de ira. —¿Me estás amenazando?
—No lo llamaría una amenaza, más bien una advertencia —respondió Eunji, con un tono que pretendía sonar inocente pero dejaba entrever su verdadera intención.
Hye dio un paso adelante, invadiendo el espacio personal de Eunji.
—Escucha bien, niña —dijo con la voz fría—. Me ha costado mucho llegar a donde estoy. He construido mi influencia con inteligencia y sacrificio, y tú no vas a derrumbar eso con amenazas disfrazadas. Soy gobernadora de cuatro estados, y mi poder en el gobierno es sólido. Hagas lo que hagas, tu voz jamás estará por encima de la mía.
