capitulo 19

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Dos años despues:

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Dos años despues:

Haerin estaba de pie frente a la majestuosa mansión de los Jeon, observando la escena con una mezcla de nostalgia y orgullo.

El camino había sido largo, tanto física como emocionalmente, pero finalmente había llegado el momento de ver a sus hijos después de dos años de espera.

Su corazón latía con fuerza cuando bajó del carruaje y vio a su hijo Tae jugando con un pequeño frente a la mansión.

Los recuerdos de su tiempo como esclava en esa misma casa le invadieron, pero ahora ya no era la misma Omega de antes. Vestía con el porte de una Omega de una familia poderosa.

—Tae... hijo... —dijo Haerin con la voz temblorosa mientras avanzaba unos pasos, sus ojos llenos de lágrimas.

Tae, al escuchar su nombre, se dio vuelta rápidamente. Su mirada se encontró con la de su madre, y sin dudarlo, corrió hacia ella, envolviéndola en un abrazo fuerte y lleno de emoción.

—Madre, ¡estás aquí! Te he extrañado tanto —dijo Tae, dejando que las lágrimas cayeran libremente mientras se aferraba a ella.

Haerin lo abrazó con igual intensidad, acariciando su cabello y conteniendo sus propias lágrimas.

—Perdóname por no venir antes, mi niño. Te he extrañado tanto —respondió Haerin con la voz rota, apretando a su hijo contra su pecho.

El abrazo fue interrumpido por una suave voz infantil.

—Papi...

Haerin se separó lentamente de Tae y bajó la vista, encontrándose con la mirada inocente de un niño pequeño que no podía tener más de dos años.

Llamaba a Tae "papi" y tiraba de su mano con impaciencia. Haerin miró al niño y luego a Tae, sus lágrimas aumentaron mientras se llevaba las manos a la boca, sorprendida.

—Mamá, te presento a Daehyun, mi... hijo —dijo Tae, sonriendo mientras tomaba la mano del pequeño.

Haerin, aún conmocionada, se agachó frente al niño y lo miró con ternura. Una sonrisa suave apareció en su rostro mientras extendía los brazos hacia él.

—Hola, bebé. Soy tu abuela —dijo Haerin, intentando contener su emoción.

—Hola... abu...ela —respondió Daehyun con dificultad, provocando una suave risa en Haerin.

—Eres tan precioso... —murmuró ella, alzando al pequeño en sus brazos y sosteniéndolo con cariño.

Daehyun se acurrucó en el regazo de su abuela, pero pronto extendió los brazos hacia su padre. Tae lo tomó con delicadeza, abrazándolo con una sonrisa cálida.

—Ve adentro, bebé. Ahora voy —dijo Tae al niño, quien, con una sonrisa, comenzó a caminar lentamente hacia la mansión.

Haerin observó cómo su nieto se alejaba, sintiendo una inmensa alegría y alivio. Había sido un largo y doloroso viaje, pero finalmente, estaba donde pertenecía: con sus hijos.

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