Jeigo, el legendario asesino número 2, yacía en un callejón oscuro, su cuerpo al borde de la muerte, desangrándose lentamente por la traición de aquellos en quienes alguna vez confió. El dolor físico era insoportable, pero lo que más le dolía era la traición, una daga emocional que perforaba su alma. Sabía que su fin estaba cerca, y mientras la oscuridad comenzaba a cubrir sus ojos, su mente retrocedió en el tiempo, llevándolo a revivir los momentos que lo convirtieron en lo que era: el asesino más letal del mundo.
Jeigo había sido un joven con una vida difícil, criado en las calles, rodeado de criminales, violencia y caos. No tenía nada, solo su astucia y una voluntad inquebrantable. Su habilidad para matar creció con cada golpe de la vida, y pronto su nombre resonaba en los círculos más oscuros como una leyenda. Nadie podía detenerlo. Era el cazador de criminales, el juez de aquellos que vivían en la maldad. Infinitas almas corruptas sucumbieron ante su espada, desde rateros insignificantes hasta poderosos señores del crimen. Cada muerte lo hizo más famoso, más temido, más invencible.
Pero su vida como asesino no solo se forjó en la oscuridad; también había sido moldeada por una filosofía que Jeigo adoptó muy temprano en su carrera: el mundo necesitaba limpieza, y él sería el arma que ejecutaría esa purificación. Su misión era clara, su justicia, implacable. Ningún criminal escapaba de su sentencia. Era el legendario asesino número 2, el hombre que nunca fallaba.
Sin embargo, la traición que ahora lo tenía al borde de la muerte no provenía de sus enemigos, sino de sus aliados más cercanos. Aquellos a quienes había considerado hermanos, sus compañeros en la caza, lo vendieron al mejor postor. Sus habilidades eran demasiado valiosas y peligrosas para dejarlas sin control. Fueron ellos quienes lo emboscaron, quienes apuñalaron su espalda, y ahora, mientras sentía el frío invadiendo su cuerpo, Jeigo entendía que todo había sido un juego de poder. Ya no les servía, y lo eliminaron.
En sus últimos momentos de vida, Jeigo recordó una leyenda oscura, una de las muchas que había escuchado en sus viajes a través del submundo. Se decía que existía una entidad maligna omnipotente conocida como Amore Man, el dios de la destrucción, el ser que gobernaba sobre la maldad absoluta en el multiverso. Amore Man, según la leyenda, no se interesaba en el bien o el mal de los mortales, pero era capaz de torcer las leyes del tiempo y el espacio si alguien con un corazón verdaderamente negro lo invocaba.
Jeigo, lleno de odio y resentimiento por la traición que acababa con su vida, dejó que sus últimos pensamientos fueran una súplica hacia ese ser oscuro.
"Si de verdad existes, Amore Man... escúchame. No quiero morir aquí, traicionado y humillado. Haz que regrese. Dame otra oportunidad. Quiero mi venganza. Quiero regresar y destruir a todos los que me traicionaron."
Y con esas palabras, Jeigo exhaló su último aliento. Su cuerpo quedó inerte, pero su mente se hundió en una oscuridad profunda, una negrura que parecía no tener fin.
Sin embargo, algo extraño ocurrió. En lugar de desaparecer para siempre, Jeigo comenzó a sentir algo. Al principio era una chispa, una pequeña vibración en el vacío, pero rápidamente se convirtió en una sensación arrolladora, como si una energía inconmensurable lo arrastrara hacia algún lugar. Abrió los ojos de repente, jadeando por aire.
No estaba muerto.
Se encontraba en una habitación familiar, pero había algo extraño. Todo se veía como un eco de un tiempo pasado. Sus manos, que antes habían estado cubiertas de sangre y cicatrices, ahora eran las de un hombre más joven, fuerte y lleno de vida. Miró a su alrededor, y lo entendió. De alguna manera, su súplica había sido escuchada. Amore Man, el dios maligno omnipotente, le había concedido su deseo. Había regresado al pasado, a un tiempo antes de que todo hubiera salido mal, antes de la traición.
Jeigo no pudo evitar sonreír. Ahora tenía el conocimiento de lo que sucedería, sabía quiénes lo traicionarían y cuándo. Y esta vez, no sería el mismo hombre que confiaba en otros. Esta vez, él sería quien movería los hilos.
Pasaron los primeros días en los que Jeigo se adaptó a su nueva realidad. Recordaba perfectamente cada paso que lo llevó a ser el asesino más temido, y ahora tenía el poder de cambiar su destino. Desde el momento en que despertó, supo que algo en su interior había cambiado. La energía oscura de Amore Man fluía por su ser. Sus habilidades, ya temibles, se habían multiplicado. Su fuerza, velocidad, y percepción eran casi sobrehumanas. Podía ver más allá de lo que antes percibía, podía sentir el miedo de los demás, y lo más importante: podía manipular el destino a su favor.
Con su nuevo poder y su renovada determinación, Jeigo comenzó su plan de venganza. Sabía exactamente quiénes lo habían traicionado y cómo lo harían. No les daría ni una oportunidad de adelantarse esta vez.
El primero en caer fue Varik, el cerebro detrás de la emboscada que casi acabó con su vida en su línea temporal original. Jeigo lo encontró en un escondite que usaba antes de su traición. Sin piedad, lo eliminó antes de que siquiera pudiera sospechar que algo estaba mal. La precisión con la que Jeigo ejecutaba su plan era impecable, como si cada paso ya hubiera sido predeterminado.
Uno tras otro, los traidores fueron cayendo. Algunos intentaron defenderse, pero Jeigo ya no era el mismo hombre que conocían. Cada uno de ellos enfrentó su destino de manera implacable, y Jeigo disfrutaba cada momento de su venganza. Era como si el odio y la rabia que lo consumieron en sus últimos momentos de vida le hubieran dado un propósito renovado. Su misión ya no era solo ser el asesino más temido, sino vengarse de aquellos que lo habían traicionado.
Sin embargo, mientras avanzaba en su camino de destrucción, una sensación oscura lo envolvía cada vez más. Jeigo se dio cuenta de que el pacto con Amore Man no había sido gratuito. Su cuerpo, sus habilidades, y su alma ahora pertenecían al dios maligno. No podía escapar de la influencia de esa entidad oscura, y con cada muerte, sentía cómo Amore Man se hacía más presente en su mente.
Pero eso no lo detenía. Al contrario, lo impulsaba aún más. Si su destino era servir a Amore Man en algún momento, entonces lo haría después de haberse vengado de todos aquellos que lo traicionaron.
Jeigo, el legendario asesino número 2, ahora con los poderes oscuros de un dios, se encaminaba hacia el futuro con una sola misión: destruir a todos aquellos que lo habían subestimado. Y nada ni nadie en el multiverso podría detenerlo...
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Amore Man El Villano Invicto Mas Poderoso De Toda La Ficcion y Del Mundo Real
FanficLA HISTORIA DE AMORE MAN EL VILLANO MAS PODEROSO DE TODO EL ANIME Y DE LOS COMICS Y DE TODA LA FICCION Y DEL EL MUNDO REAL AMORE MAN EL DESTRUYO TODO EL MUNDO DE DB SUPER,ONE PIECE,SAINT SEYA,ONE PUNCH MAN,MARVEL COMICS DC COMICS, e infinitos mul...