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LA SAGA , LA MORE GAMES LEVEL LA LEYENDA DE JIM KRAI CAPITULO 6

En un vasto mundo de realidades virtuales entrelazadas, los héroes del legendario equipo se habían convertido en leyendas vivientes. La quinta horda había sido la más difícil hasta el momento, pero la victoria fue de ellos, como siempre. Jim Krai, el casi dios del juego, líder del grupo y controlador de las fuerzas del tiempo, espacio, energía de ki, magia y poder cósmico, se mantenía en el centro de la estrategia. A su lado estaban sus leales compañeros: 

Uriel, el alienígena maestro del viento y artista marcial cósmico; Fabiana Kukua, la ser de energía cósmica capaz de invocar bestias de inmenso poder; 

Grettel Dish, la demonio telepática con habilidades de manipulación mental, 

y Fuger, el bioandroide que podía replicar las habilidades de cualquier oponente con solo mirarlo.Después de derrotar la quinta horda infinita, algo extraño comenzó a suceder. El sistema del juego, ese que gobernaba las reglas y el flujo de los eventos, mostró un nuevo mensaje en el aire digital: 

**Horda 6: Golems de roca inquebrantable**.Los héroes sabían que esto no sería fácil. 

Los golems eran criaturas imbuidas de energía primordial, con piel hecha de piedra encantada y una fuerza colosal que rivalizaba incluso con la de los seres cósmicos. 

Eran el enemigo más resistente que habían enfrentado hasta 

ahora.Jim, quien poseía un sentido del tiempo más allá de lo mortal, percibió el peligro antes de que la horda siquiera apareciera en su totalidad. Se ajustó el guantelete que brillaba con energía cósmica, y su voz resonó en la mente de sus compañeros a través de un vínculo telepático:—Prepárense, no subestimen a estos seres. Tienen conexiones profundas con la energía de la Tierra y el cosmos. Usaremos todo lo que 

tenemos.Uriel fue el primero en avanzar. Con su control absoluto del viento, invocó una ráfaga de vientos huracanados que barría la arena del campo de batalla, tratando de desestabilizar a los golems. Pero los colosos de piedra eran imperturbables, su peso era demasiado grande, y aunque la fuerza del viento levantaba fragmentos de roca de menor tamaño, los golems principales seguían avanzando. 

Uriel no se rindió, y con un grito de furia, lanzó una ráfaga de golpes cósmicos hacia el primero de los golems, destrozando parte de su brazo. Sin embargo, la criatura apenas se inmutó; su brazo se regeneró casi de inmediato, alimentándose de la energía cósmica a su alrededor.—¡Son como esponjas de energía cósmica! —gritó Uriel mientras retrocedía. 

Fabiana Kukua, con su aura radiante y mística, comprendió que este era su turno. Cerró los ojos y comenzó a canalizar la energía cósmica a través de sus manos. Un portal se abrió a su lado, y desde él emergió una criatura descomunal, un toro cósmico de tres metros de alto, con cuernos de oro ardiente y una piel hecha de estrellas brillantes.—¡

A por ellos, Astarox! —ordenó Fabiana mientras el toro embestía a uno de los golems con una fuerza cataclísmica. El impacto fue tan fuerte que hizo temblar el suelo, y el golem cayó de rodillas. Sin embargo, al igual que los anteriores, este comenzó a regenerarse, absorbiendo la energía de la tierra misma.

Grettel Dish, la demonio telepática, sabía que los ataques físicos no funcionarían solos. Usando su mente, se adentró en los pensamientos primitivos de las criaturas, buscando alguna señal de debilidad. Sin embargo, los golems eran casi inmunes a sus ataques telepáticos; no tenían pensamientos conscientes, solo una misión grabada en su ser: destruir a los héroes.—Estos no piensan, solo actúan por pura fuerza bruta —informó Grettel, 

frustrada, mientras se protegía de un golpe masivo de uno de los golems que casi la aplasta contra el suelo.

Jim Krai observaba todo con una calma inquietante. Él era el estratega, el líder, y tenía la clave para derrotar esta horda. Sabía que no podía tratarse de una simple batalla de poder. Usando su control sobre el tiempo y el espacio, ralentizó el entorno alrededor de uno de los golems, deteniéndolo en seco. Pero incluso con el tiempo ralentizado, los golems seguían absorbiendo energía cósmica.—Esto no será suficiente —murmuró Jim para sí mismo.Fue entonces cuando