Amore Man El Villano Invicto Mas Poderoso De Toda La Ficcion y Del Mundo Real

LA SAGA DE JEIGO , EL CLON ASESINO PERFECTO DE AMORE MAN CAPITULO 6

CAPITULO 6 FINAL

Después de haber regresado al pasado por obra de **Amore Man**, el dios maligno **OmnitodO**, la vida de **Jeigo** dio un giro absoluto, pues se embarcó en un largo y cruel camino de venganza. Ahora, con el poder cósmico corriendo por sus venas y tras haber acabado con todas las mafias y organizaciones malignas en el multiverso, **Jeigo tenía una misión final**: destruir a los que más lo habían traicionado, **los Asesinos Cosneros Dorados**, un grupo de seres poderosos que lo habían asesinado en el pasado.

Sabía que estos traidores se escondían en un lugar que creían inaccesible: **la Antártida**, un continente inhóspito y desolado donde nadie, ni siquiera los dioses, querrían buscarlos. Sin embargo, Jeigo no era un ser común. Él no conocía límites. Decidido a enfrentarlos, **se teletransportó directamente a la base secreta** de los Asesinos Cosneros Dorados, listo para acabar con cada uno de ellos.

### El primer encuentro: Uki, el Asesino 12

Al llegar a la fortaleza, Jeigo fue recibido por **Uki**, el asesino número 12, quien lo vio con incredulidad.—¡¿Jeigo?! ¡No puede ser! ¡Estás vivo! —exclamó Uki, lanzando una ráfaga de bombas hacia Jeigo.Pero Jeigo, con una velocidad sobrehumana, le devolvió una de las bombas con una patada. **Uki explotó al instante**, su cuerpo quedó reducido a cenizas.**El primer asesino había caído**, pero Jeigo apenas estaba calentando.

### El francotirador Tomas, el Asesino 11

Jeigo avanzó a través de los pasillos oscuros de la base, hasta que fue atacado por **Tomas**, el asesino número 11, un experto francotirador que disparó una lluvia de balas desde su escondite. Pero Jeigo, **intangible** por su naturaleza cósmica, permitió que las balas pasaran a través de su cuerpo sin causarle daño. Con una sola mirada, **Jeigo concentró su poder**, y Tomas **cayó muerto al instante**, víctima de un ataque psíquico tan poderoso que su cerebro se desintegró.

Jeigo sonrió con satisfacción. Su venganza estaba apenas comenzando.

### Wilson, el Asesino 10

Al avanzar más profundamente en la base, Jeigo fue emboscado por **Wilson**, el asesino número 10, quien lanzó una ráfaga de poderosos rayos desde su **pistola de energía**. Pero Jeigo absorbió la energía sin esfuerzo, y con una velocidad inhumana, **golpeó a Wilson repetidas veces** hasta dejarlo arrodillado, herido y débil.

—Eres débil —dijo Jeigo mientras **abría la boca de Wilson** con fuerza descomunal.En un acto cruel, Jeigo le disparó la energía que había absorbido, obligando a **Wilson a comer su propio ataque**. **Electrocutado y quemado desde adentro**, Wilson murió con una expresión de terror en su rostro.

—Me estoy divirtiendo —dijo Jeigo en tono burlón, mientras continuaba su avance.

### Rugali, el Asesino 9

El siguiente en la lista de Jeigo fue **Rugali**, el asesino número 9, que lo esperaba en una sala llena de trampas explosivas y flechas encantadas.—¡Sigues vivo! ¿Viniste por venganza? —rugió Rugali, disparando una ráfaga de **flechas explosivas**.Jeigo, sin inmutarse, **desintegró las flechas con un simple toque**. Rugali, sorprendido, no tuvo tiempo de reaccionar cuando Jeigo apareció detrás de él y, con una facilidad abrumadora, **le arrancó el corazón** de un solo movimiento. Rugali **murió instantáneamente**, su corazón aún palpitando en la mano de Jeigo.

### Monster, el Asesino 8

Más adelante, Jeigo encontró a **Monster**, el asesino número 8, quien atacó lanzando una lluvia de navajas en su dirección. Con un solo dedo, Jeigo **rompió las navajas** al contacto, y cuando Monster lanzó su arma más grande, Jeigo la esquivó con una agilidad inhumana.De un codazo devastador, Jeigo tumbó a Monster, quien cayó al suelo aturdido. **Jeigo tomó una de las navajas** de Monster y **se la clavó en el ojo**, cegándolo. Luego, con una crueldad desmedida, **cargó a Monster hacia una fogata cercana** y lo arrojó dentro, quemándolo vivo. **Monster murió en agonía**, mientras Jeigo lo observaba sin un rastro de compasión.