La carretera para salir del país era bonita, rodeada de árboles y hermosos paisajes dignos de admirar. Cuando estás siendo perseguida, eso no importa mucho.
Las manos de la mujer se aferraban fuertemente al volante mientras conducía por la carretera. No llevaba cuenta de las horas que llevaba haciéndolo; lo único que le interesaba era alejar a su hija, llevarla lo más lejos posible.
Sus ojos verdes se despegaron unos momentos del camino para mirar a su pequeña de cinco años que venía en el asiento de atrás. Ella miraba hacia la ventana, cualquier rastro de sueño había desaparecido de su cara; ahora solo agitaba el peluche en su mano, mirando fijamente hacia el exterior.
—¿Te gusta la vista, Lulu? —preguntó la mujer con voz dulce.
—Los árboles son bonitos —respondió con su vocecita infantil que tanto la hacía sonreír. La mujer tenía claro que todo había valido la pena cuando ella llegó a su vida—. ¿Adónde vamos ahora, mami?
—Un viejo amigo nos espera —se mordió el labio nerviosa, temerosa de lo que pudiera pasar—. Él tiene una casa muy bonita, rodeada de árboles y una gran alberca.
Los ojos verdes de la pequeña brillaron con ilusión. A veces le asustaba que fuera igual que su padre, ya que, aunque su hija era idéntica a ella, los ojos le pertenecían a él. Pero su hija no sería así; su hija tenía corazón, y ella se encargaría de que el mundo no destruyera a su pequeña niña.
—¿Los hombres malos nos seguirán ahí? —arqueó una ceja—, porque ya empiezan a cansarme.
La pequeña se cruzó de brazos girando los ojos. Su madre soltó una pequeña risa por lo parecidas que eran.
—Espero que no, amor.
—¿Puedes poner música? Me aburro.
Encendió el radio y la canción favorita de ambas empezó a sonar: "Happy Together". Los ojos de la pelinegra mayor se dirigieron al espejo retrovisor lateral; un auto rojo venía detrás de ellas a gran velocidad.
Maldijo para sus adentros y subió más la música.
Pisó el acelerador, subiendo la velocidad más de lo permitido. Con un vistazo rápido, se aseguró de que su hija viniera segura; la niña parecía no notar lo que estaba pasando. Estiró la mano hacia su bolsa, buscando su arma al mismo tiempo que controlaba el volante, cuando la primera bala chocó contra el espejo retrovisor lateral.
Sentía su corazón latir aún más rápido. Subió el volumen de la música e instó a la niña a cantar más alto. La segunda bala se estrelló contra el retrovisor del otro lado; el sonido que emitió llamó la atención de la niña, que se dio cuenta de lo que estaba pasando. La madre le dedicó una sonrisa tranquilizadora antes de acelerar aún más.
Pronto se dio cuenta de que no solo era un auto el que la seguía, sino seis. Suspiró de nuevo antes de hablar.
—Olivia, necesito que te sujetes bien. Esto se va a poner feo.
Lo más importante era que ellos no se dieran cuenta de la presencia de la niña, y mucho menos que era una niña. Uno de los autos aceleró poniéndose a su nivel; alzó el arma para dispararle, pero ella fue más rápida y disparó primero. El hombre recibió la bala en el costado y, por el impacto, se descontroló y salió del camino estrellándose contra los árboles.
Con agilidad, la mujer giró el volante para estrellarse contra uno de los autos de al lado y hacerlo salir del camino. Aceleró aún más intentando perderlos, pero cuatro seguían detrás; la única forma de que se descubrieran era si ella estaba muerta, ya que esas eran las órdenes que habían recibido.
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Sedúceme (1 Trilogía Infierno)
RomanceLa vida perfecta de Olivia se ve derrumbada, tras la decisión de su padres de atarla en matrimonio a un hombre mayor que ella. Desesperada por escapar acude Dexter Di Bianco, quien resulta ser el jefe de la mafia italiana. La primera vez que él la...