Capítulo Dos

237 14 2
                                    

Dorian 
Años atrás

Miré la puerta durante unos momentos, dudando si tocar o no. Doblaba las mangas de mi traje, haciendo cualquier cosa para no entrar. Sabía que me esperaba, pero estar aquí no me interesaba en lo más mínimo. Al otro lado, Viktor Volkov, el jefe de la mafia rusa, esperaba una respuesta positiva a su propuesta.

No me uniría a la Bratva. No quería ser parte de ese mundo.

—¿Vas a entrar? —una voz suave llamó mi atención desde atrás—. Si él te espera, solo tienes que tocar. No es tan difícil.

Me giré para mirarla: una mujer que no pasaba de los 20. Su cabello negro estaba atado en una coleta, y sus ojos verdes, de un tono tan profundo, parecían envolverte, obligándote a mirarla. Sus labios estaban apretados en una línea fina, desconfiando de mi presencia.

Mi corazón se aceleró. No podía creer que una mujer tan hermosa existiera; tenía la apariencia de un ángel.

—Tengo un asunto pendiente con él —respondí con una sonrisa ladeada aun admirando su belleza.

Ella se cruzó de brazos. Su piel era clara como la nieve, y tenía unos raspones en las mejillas, pero no parecía importarle.

—¿Cuál es tu nombre? —arqueó una ceja, dejando a un lado el tono dulce.

—Dorian Ashford —le extendí la mano.

Ella la miró por un momento y luego regresó sus ojos a los míos. Apretó los labios, dudosa, y dio un paso hacia atrás.

—Sally Carter.

Las puertas de la oficina se abrieron, y ella se alejó aún más de mí. Giré la cabeza, extrañado, encontrándome con un hombre alto, musculoso, con barba, y unos ojos verde jade tan intensos que reflejaban el poder que tenía.

—Ashford —pronunció mi nombre con desdén—, veo que ya conociste a mi sumisa favorita.

Rodé los ojos al escuchar sus palabras, pero ese gesto pasó desapercibido ante su mirada. Sally cruzó las manos nerviosa detrás de su espalda y bajó la cabeza, aparentando que no estaba ahí. Era demasiado hermosa para estar con un hombre como él.

—Estaba a punto de entrar —respondí con el mismo tono—. Decidí que aceptaré. Me uniré a la mafia rusa.

El sonido de los papeles chocando contra la mesa me obligó a volver al presente, alejando los recuerdos que me atormentaban. Los ojos verdes de Volkov me observaban atentamente.

—¿Interrumpo algún pensamiento importante? —preguntó, tomando asiento frente a mí.

Bajé la mirada hacia la cadena de oro que colgaba de mi mano. Un hermoso diamante rojo que tenía grabada la letra "O". Apreté la mandíbula antes de meterla nuevamente en mi bolsillo, asegurándome de que él no la viera.

—¿Qué es esto? —ignoro su comentario, señalando la carpeta frente a mí.

—¿Te suena el nombre de Hela?

Fruncí el ceño, sin entender adónde quería llegar.

—Supongo que no te refieres a la diosa nórdica —respondí con un toque irónico. Él rodó los ojos, ignorando mi comentario.

—Es una mujer que se metió donde no debía y terminó en el mundo criminal. Hela es su apodo, ya que nadie sabe quién es en realidad.

Abrí la carpeta y me encontré con un prototipo: "Proyecto Dominio". Fruncí más el ceño y comencé a leer. Era un sistema operativo que permitía saber todo de cualquier persona en el mundo: ubicación, lugar de nacimiento, círculo social, e incluso su tipo de sangre, todo con solo ingresar un nombre.

Lo miré nuevamente.

—¿Esto realmente existe? Pensé que solo salía en las películas.

Se cruzó de brazos, apretando la mandíbula. Claramente, ya no me soportaba; en realidad, nunca lo hizo. Pero sabía que yo era crucial para que lograra sus objetivos. Después de todo, yo ejecutaba su mayor plan.

—Hela lo creó en un acto de redención para ayudar a la justicia. Se dio cuenta de que lo entregó a la persona equivocada y luego huyó. Ese hombre no se dio cuenta de que la memoria que le había dado era falsa hasta que ella ya había desaparecido.

Debo admitir que eso me causó un poco de alivio. Si él tenía esa memoria en sus manos, la usaría para buscar a la niña. Entonces descubriría que no está muerta, como le informaron.

—¿Encontraste a la mujer y la obligaste a dártelo? —pregunté, intentando descifrar sus planes.

Sonrió con malicia antes de llevarse su vaso de vodka a la boca.

—Nadie supo qué pasó con ella hasta hace cinco años, cuando la mafia italiana tomó poder —crucé los brazos, más interesado en lo que tenía que decir—. No sé quién corrió el rumor de que ellos tenían el proyecto Dominio. El Rey del Infierno la protegía con su vida hasta que se lo arrebataron hace unos días.

El Rey del Infierno, el líder de la mafia italiana, era un verdadero dolor de cabeza. Nadie sabía su paradero. La mafia italiana operaba como fantasmas: atacaban cuando nadie los veía, movían mercancía sin ser detectados y transportaban armas por los cielos. Volkov ha intentado detenerlos varias veces, ya que su existencia pone en riesgo a la Bratva, pues nos han atacado en múltiples ocasiones.

Hace cinco años, Arturo Bianqui murió misteriosamente. Él dirigía la mafia italiana y teníamos tratos con él, pero cuando los nuevos líderes llegaron, rompieron todos los acuerdos, autoproclamándose los mayores enemigos de la Bratva.

Bianqui no tuvo herederos; sus dos hijos murieron hace años. Estos nuevos líderes no tienen nada que ver con él. Hemos pasado los últimos años tratando de averiguar quiénes son, pero no hemos tenido éxito. Ahora, la mafia italiana se había convertido en nuestro mayor problema.

—No puedes robarle a fantasmas —murmuré con una leve burla. También los odiaba, pero no tanto como Volkov.

Lo único bueno que los italianos han hecho es frustrar la existencia de Volkov.

—Los nuevos portadores no son fantasmas —respondió—. No tengo idea de cómo llegó a ellos, pero la memoria está en posesión de la familia Rogers.

Aparté la mirada de los papeles y lo miré fijamente. Mi corazón comenzó a latir rápidamente. Rogaba porque fuera otra familia Rogers.

—¿La familia Rogers?

—Michael y Cornelia Rogers.

Mierda, no.

Si él se acercaba a ellos, descubriría a la mocosa. Es la viva imagen de su madre; sus ojos la delatan. Si la ve, sabrá que Sally tuvo al bebé, y no solo eso: sabrá que fue una niña y querrá matarla.

Por lo que Sally murió, lo que me juró proteger con mi vida, estaba en riesgo. La entregué a dos desconocidos, y ahora él estaba cerca. Acababa de sentenciar su muerte.

Debí quedarme con ella, huir a otro continente y alejarla de todo lo que su madre intentó protegerla. Pero fui un maldito cobarde, y la entregué a dos desconocidos con la esperanza de que la cuidaran.

Era mi hija, la niña de mis ojos. Le prometí que la cuidaría y le he fallado. Dejé que mataran a su madre, y luego la abandoné. Si Volkov acaba con la vida de Olivia Carter, será mi culpa, y jamás podré perdonármelo.

.
.
.
Holaaaa espero este capitulo les haya gustado, se que esta un pcoo revuelto todo, pero en el siguiente capitulo se aclara todo.

Me pueden seguir en mi Instagram; Lexy_fragoso para más adelantos.

Los amooooo muuuuucho ❤️❤️

Sedúceme (1 Trilogía Infierno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora