-1- La Sombra de lo Inútil

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"¿Qué poder te gustaría tener?"


Es una pregunta que los niños solían hacerse unos a otros, una forma de imaginarse en la piel de los héroes que tanto admiraban. Para la mayoría, era una cuestión divertida, una puerta hacia el mundo de las posibilidades. Pero para Angel, esa pregunta siempre fue un recordatorio cruel de lo que él no tenía. De lo que, al parecer, nunca tendría.

El aula estaba llena de risas y voces. Los demás niños hablaban emocionados sobre sus quirks, jactándose de lo que algún día harían con ellos. Angel estaba en su asiento, en el fondo del salón, con la mirada fija en la ventana. Intentaba desconectar, desaparecer entre las sombras del aula para que no lo vieran, para que no lo recordaran.

- "¿Todavía nada, Angel?" -preguntó un niño desde el otro extremo del salón, fingiendo simpatía. La frase, dicha con una sonrisa burlona, solo hizo que el aire se sintiera más pesado.

Angel no respondió. Se limitó a apretar los puños bajo la mesa, escondiendo el temblor de frustración que recorría sus manos. Había pasado demasiado tiempo siendo blanco de comentarios como ese, pero nunca se acostumbraba. Nunca dejaba de doler.

El grupo de niños que se reía de él siguió hablando entre ellos, ignorándolo como si no valiera la pena una respuesta. En el fondo, esa indiferencia era incluso peor que las palabras hirientes. No existía para ellos. Angel era invisible. Y en un mundo donde todo giraba en torno a los quirks, ser invisible era lo mismo que ser inútil.

El timbre sonó, marcando el final del día escolar. Mientras los demás salían apresuradamente del aula, Angel esperó. Siempre lo hacía. Era mejor esperar a que todos se fueran antes de levantarse, antes de enfrentarse a las miradas que lo reducían a algo menos que humano. Menos que nada.

"Quirkless."

Era una palabra que lo atormentaba día y noche. Un juicio que la sociedad le imponía. Un destino sellado por la ausencia de poder. Se sentía atrapado en una vida que nunca pidió, condenado a ser menos que los demás por algo que estaba completamente fuera de su control.

Angel caminaba por las calles como si flotara entre la multitud, sin que nadie lo notara. El bullicio de la ciudad a su alrededor era una constante, con las voces de la gente, los automóviles y, ocasionalmente, el eco de un héroe volando sobre la ciudad.

Héroes. Siempre estaban allí, en todas partes. Gigantes sobre humanos, símbolos de esperanza y poder. Para muchos, eran la encarnación de lo que aspiraban ser. Para Angel, eran solo otro recordatorio de lo lejos que estaba del mundo al que todos los demás pertenecían.

Cada paso hacia su casa era pesado. Sabía lo que le esperaba allí. Su padrastro no iba a hacer que el día mejorara. Ese hombre siempre tenía algo que decir, alguna forma de recordarle que no tenía valor. Entró en la casa en silencio, como un fantasma que cruza un umbral, y cerró la puerta tras de sí.

El televisor estaba encendido, y su padrastro ni siquiera se molestó en levantar la vista.

- "¿Cómo te fue hoy?" -preguntó, pero su tono era tan indiferente que no esperaba ni quería una respuesta.

Angel no contestó. Sabía que cualquier cosa que dijera solo lo llevaría a un comentario más venenoso. Caminó hacia las escaleras, con el peso de la mochila tirando de sus hombros como si cargara con todo el desprecio que la vida le había lanzado.

- "Sabes," comenzó su padrastro desde la sala, sin quitar la vista del televisor- "no tener un quirk no es excusa para ser inútil. Tienes que encontrar una forma de hacerte útil, Angel. Aunque... bueno, tu madre no pudo soportar esperar a que lo hicieras."

Esas palabras siempre caían como un martillo en su pecho, aplastando cualquier rastro de resistencia que pudiera quedarle. Su madre. Había huido cuando él era pequeño, incapaz de cargar con la vergüenza de tener un hijo que no era como los demás. Esa era la historia que siempre le contaban. La historia que se repetía en su cabeza cada día.

Subió a su habitación y cerró la puerta, dejándose caer en la cama, mirando el techo vacío. El silencio de la habitación lo envolvió como un sudario. Aquí, en este espacio pequeño y oscuro, era donde se sentía más seguro, pero al mismo tiempo, más atrapado. La única constante en su vida era esa pregunta que nunca lo dejaba en paz:

"¿Qué poder te gustaría tener?"

La capacidad de ser alguien.

No quería un poder. Quería ser algo más que la sombra de alguien sin valor. Quería dejar de sentir que el mundo entero estaba diseñado para aplastarlo bajo su propio peso. Pero eso no era una opción. No tenía opción.

El tiempo pasó, pero el sentimiento de aislamiento y rechazo solo crecía. Cada día era igual. Cada día, Angel despertaba con la misma sensación de vacío, rodeado por una sociedad que lo había condenado desde el momento en que no mostró un quirk.

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El Otro Lado de la Moneda    [BNHA FIC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora