-7- El precio de sobrevivir.

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Angel nunca pensó que su vida llegaría a este punto. Durante dias, había hecho lo posible por mantenerse al margen, por no cruzar la línea que separaba lo correcto de lo que la sociedad consideraba inaceptable. Pero la vida en las calles no dejaba lugar para esos lujos. Sobrevivir se había convertido en la única prioridad.

Los primeros días habían sido los peores. Hambre, frío, la constante sensación de estar siendo observado. No había refugio, ni un lugar donde pudiera sentirse seguro. La necesidad siempre estaba allí, como una sombra constante, apretando su estómago y debilitando sus piernas. Al principio, había intentado mendigar. Se acercaba a la gente con la esperanza de que alguien le ofreciera un pedazo de pan, una botella de agua, algo. Pero las miradas de desprecio y las respuestas frías le dejaron claro que en esta sociedad, no había lugar para los débiles.

Angel se dio cuenta de algo que lo cambió para siempre: la compasión no existía para los que no tenían nada.

Las primeras semanas habían sido una lenta caída. Al principio, solo miraba, observando cómo otros más desesperados que él robaban para sobrevivir. Y aunque sabía que robar estaba mal, la necesidad pronto comenzó a devorar sus principios.

Una vez que el hambre se convirtió en su único pensamiento, ya no fue una opción. Robar era la única salida.

Angel había luchado contra esa realidad el mayor tiempo posible, convenciéndose de que encontraría otra manera, de que tal vez alguien le ayudaría. Pero con cada día que pasaba, la ciudad se volvía más hostil, y sus opciones se reducían a nada, simplemente no había nada ni nadie.

Así fue como, una fría tarde, Angel se encontró parado frente a un pequeño mercado, observando desde las sombras. Había intentado ignorar la sensación que crecía en su interior, la desesperación que lo empujaba a hacer algo que sabía que cambiaría todo. Pero su cuerpo, debilitado por el hambre y la fatiga, ya no podía esperar más.

Había observado al vendedor, un hombre mayor que parecía estar distraído con otros clientes aquella noche. La oportunidad estaba ahí, justo frente a él. Su mente trataba de racionalizarlo, de buscar excusas. "Solo lo haré esta vez," se dijo a sí mismo. "Es solo para sobrevivir... lo necesito."

Y así, Angel dio el primer paso. Robar ya no era una opción, sino una necesidad. Una necesidad que pronto descubriría no sería suficiente, porque el hambre, el frío y el miedo nunca se iban.

Y sin más, lo hiso.

Llevaba corriendo tanto tiempo que el aire se sentía como agujas perforando su piel. En sus manos, varias cosas robadas se tambaleaban mientras corría por las calles oscuras, evitando los postes de luz, escondiéndose en las sombras.

- "¡Detente, ladrón!" -gritó el vendedor, su voz lejana y llena de furia.

Angel no se detuvo. No podía detenerse.

Sus pies lo llevaban más y más lejos, alejándolo de los gritos del hombre y del caos que había dejado atrás. Había robado pan, algo de fruta y una botella de agua, lo básico para sobrevivir. Pero en el fondo, el remordimiento lo quemaba.

Sabía que robar estaba mal. Siempre lo había sabido. Pero, ¿qué opción le quedaba? Había intentado mendigar. Había intentado suplicar ayuda, pero lo único que había encontrado era el desdén de la gente. La sociedad lo había ignorado, lo había rechazado, y no le había dejado más que una sola opción: robar.

Se detuvo un momento, jadeando por la carrera, escondiéndose detrás de un contenedor de basura. Su cuerpo temblaba de cansancio, pero su mente estaba más alerta que nunca. El pan y la fruta en sus manos eran como un símbolo de lo que había perdido: su humanidad, su inocencia.

El Otro Lado de la Moneda    [BNHA FIC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora