CAPÍTULO 03

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03. Necesitas Relajarte.

El agua helada que caía sobre mí cuerpo no era lo suficientemente helada como para enfriar mi temperatura. Tenía el cuerpo caliente, como consecuencia de los fuertes entrenamientos a los que me había estado sometiendo, decidí llevarme al límite, y ahora cada uno de mis músculos se encontraban sufriendo pequeños espasmos en contra de mi voluntad.

Me había obsesionado con dar todo de mi. En medio de la fría lluvia, me obligué a seguir adelante, corriendo bajo el agua helada que no podía apaciguar el fuego interno que sentía. Cada paso, cada movimiento estaba cargado de una rabia contenida. Las gotas frías golpeaban mi piel como pequeños cristales, pero nada podía enfriar el ardor que sentía en mi interior. Mi mente estaba un caos, llena de recuerdos amargos y de la amarga realidad de la traición.

El agua de la ducha, al llegar a mi apartamento— el nuevo, porque me había negado a seguir compartiendo un techo con Allison— no era suficiente para deshacerme del calor de mi furia. Me miré en el espejo, notando el cansancio en mis ojos y la determinación en mi rostro. El conjunto deportivo que usaba estaba completamente húmedo, y aunque el dolor en mis músculos era palpable, me negaba a darme por vencido. Necesitaba canalizar toda esa energía destructiva en algo productivo.

Salí de la ducha, dejando que el vapor caliente se disipara lentamente. Mientras me vestía con mi uniforme seco, en una hora mi turno en la base iniciaría, me prometí que no permitiría que la traición me debilitara. Si algo podía sacar de este dolor, sería la fuerza para seguir adelante y demostrar que no me derrotarían. La vida seguía, y mi carrera en la marina no se detendría por una decepción personal.

Al salir del apartamento, una pequeña voz me sacó de mi burbuja de dolor y autoabsorción. Era una voz infantil, que siempre emergía cuando escuchaba la puerta de mi apartamento abrirse o cerrarse. Miré hacia abajo y ahí estaba Gale, el niño del apartamento de en frente, con una mirada brillante de admiración. Siempre salía a verme cuando escuchaba que llegaba o que estaba a punto de salir, tenia un afán por verme usar mi uniforme, como si mi presencia tuviera un significado especial para él.

— ¡Teniente Mendoza! —exclamó Gale, con una sonrisa que iluminaba su rostro pequeño—. ¿Hoy va a salir a trabajar?

Me detuve y miré al niño. Su entusiasmo era un recordatorio doloroso pero sincero de la admiración que aún podía inspirar, incluso en medio de mi propia tormenta personal.

— ¿tú qué crees? —respondí, tratando de suavizar mi tono, a pesar de que mi mente seguía atormentada por el reciente engaño—. Hoy tengo que cumplir con mis deberes.

Gale asintió con entusiasmo, dando pequeños saltos de emoción.

— ¡Eso es genial! —dijo, sus ojos reflejando un sincero deseo de seguir mis pasos—. ¿Cómo es ser un teniente? ¿Es tan emocionante como en las películas?

DEL AMOR Y DEL MAR || GIOWTTPD Donde viven las historias. Descúbrelo ahora