10. Consecuencias.
Me desperté con la cabeza dando vueltas y el corazón pesado, como si todo mi cuerpo se resistiera a aceptar la realidad que empezaba a asomarse en mi mente. La luz del sol entraba por la ventana, demasiado brillante, demasiado normal, como si el mundo a mi alrededor no se hubiera desmoronado la noche anterior.
El nudo en mi estómago me recordó que algo estaba terriblemente mal.
Mi teléfono estaba en la mesita de noche, y aunque no quería hacerlo, lo miré. Las notificaciones explotaban en la pantalla: mensajes de Matthew, de Vera, incluso de Amanda. Sabía lo que me esperaba. Pero lo que más me aterraba era enfrentar lo que había hecho.
¿Cómo pudo pasar?
Me levanté torpemente de la cama, como si mis piernas apenas pudieran sostenerme, y caminé hacia el espejo del baño. Me miré, tratando de encontrar en mis ojos alguna explicación que tuviera sentido, pero solo vi a una extraña. Esa no era yo, ¿o sí? No entendía cómo había llegado a besar a Agustín de esa manera, como si nada más importara, como si él fuera todo lo que necesitaba en ese instante.
Un golpe de desesperación me sacudió. ¿Qué hice? Lo que sentí con Agustín no era excusa, no podía ser. Pero esa chispa entre nosotros… Era como si desde siempre hubiera estado allí, esperando para encenderse. Y lo hizo. Fuerte, caótica, incontrolable.
Las imágenes de la noche anterior empezaron a regresar en oleadas: la fiesta, el alcohol, las risas. Y luego, de repente, Agustín. Sus palabras, su cercanía, el calor de su cuerpo tan cerca del mío. Lo besé. O, no, él me besó. O quizás los dos lo hicimos. No lo sé, pero lo que sí sé es que quise besarlo. Quise perderme en él, aunque fuera por solo ese instante. Todo lo demás desapareció.
Hasta que el flash de la cámara me devolvió a la realidad.
—No importa —me susurró Agustín cuando intenté ver quién había sido. Y, por alguna razón, le creí. Me dejé llevar. Ignoré que, en algún lugar, Matthew existía, que nuestro amor todavía respiraba aunque yo lo estaba asfixiando.
Matthew.
Un sollozo escapó de mis labios antes de que pudiera detenerlo.
La puerta de mi habitación se abrió de golpe, y ahí estaba Vera, mi mejor amiga. En cuanto vio mis lágrimas, corrió hacia mí, envolviéndome en un abrazo fuerte.
—Lo sé —murmuró suavemente—. Bailey, lo sé todo.
Me derrumbé en sus brazos, dejándome caer al suelo. Vera se agachó a mi lado, sin dejarme ir, y yo no podía parar de llorar. No había espacio para las palabras, solo el peso de la culpa aplastándome. ¿Cómo llegué hasta aquí? No era como si no amara a Matthew. Lo amaba. Dios, lo amaba. Pero entonces, ¿por qué lo había hecho?
—No puedo creerlo, Vera. No puedo creer lo que hice… —sollozaba entre palabras rotas—. Besé a Agustín. Lo besé.
—Bailey… —empezó Vera, su voz calmada, pero llena de preocupación—. Sé que estás arrepentida, lo puedo ver. Pero… ¿lo estás realmente?
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DEL AMOR Y DEL MAR || GIOWTTPD
RomanceDespués de estos cinco años de invierno, nadie me va a robar la primavera. - Mario Benedetti. ACLARACIONES: - Los errores ortográficos serán corregidos al finalizar la publicación de la historia. - La historia tiene escenas +18. - Hay algunos suceso...