CAPÍTULO 14

6 2 0
                                    

14

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

14. Suerte Esta Noche.

Si me hubieran preguntado hace unos meses sobre las conexiones instantáneas con otras personas, habría respondido con una risa incrédula. Para mí, eso del "amor a primera vista" siempre había sido algo que sonaba demasiado irreal, como una historia de películas que no se siente en el mundo real. Pero ahora, aunque no sé si lo que siento se puede llamar amor, sí sé que creo en esa chispa inexplicable que surge cuando estoy con él.

Ha pasado casi un año desde aquel caos. Un año desde que nuestros caminos se cruzaron en esa fiesta de Acción de Gracias. Un año que nos permitió conocernos más allá de las primeras impresiones y las máscaras que llevamos. Un año en el que descubrí que no era ni la sombra de aquel ser amargado que Amanda me había descrito la primera vez que me lo presentó. Era todo lo contrario. Era como un libro olvidado en una estantería, lleno de historias que nadie se había molestado en leer. Estaba roto, sí, pero de una manera que lo hacía real, vulnerable, hermoso a su manera.

Y lo que más me enloquecía era que él me atribuía el mérito de haberle reparado el corazón. Como si mis palabras, mis risas y mis besos hubieran sido los que cosieron las grietas. Pero la verdad es que él ya tenía en sí mismo la belleza de alguien que había sido roto y reconstruido. Yo solo había tenido el privilegio de estar ahí, de verlo por lo que realmente era: más hermoso y luminoso de lo que jamás me habría imaginado.

El tiempo había pasado la página para mí de una manera que nunca imaginé. Ya no era la "ex de Matthew", ya no era la "zorra de la universidad". En algún momento, la vida se encargó de lanzar un evento mayor, uno que me dejó exactamente donde siempre había querido estar: en el olvido. Un lugar donde no tenía que intentar ser perfecta, donde simplemente podía ser Bailey y ya. Donde no existían etiquetas, ni juicios.

Mi carrera iba mejor de lo que habría soñado. Amaba lo que hacía con una pasión que no podía explicar en palabras. De mi rutina pasada, solo había mantenido lo esencial: la puntualidad y el orden. Eran esas pequeñas cosas las que hacían que todo fluyera mejor, que los días fueran más ligeros. Las clases iban de maravilla, los diseños que creaba resultaban exactamente como los imaginaba cuando los trazaba en papel. De repente, la vida parecía brillar un poco más. Estaba yo, estaba Vera, y ahora también estaba Agustín.

Oficialmente, no éramos nada, pero al mismo tiempo lo éramos todo. ¿Cómo llegamos a esto? Ni nosotros mismos lo sabíamos. Solo sucedió. Como si el tiempo y el espacio conspiraran para unirnos de una manera que no necesitaba etiquetas ni definiciones.

Ese día, Vera y yo estábamos en el taller, como solíamos hacer cuando necesitábamos desconectar del mundo. El sonido de la máquina de coser era casi hipnótico mientras yo trabajaba en un diseño nuevo. Mi cabello estaba recogido en un moño desordenado, un centímetro colgaba alrededor de mis hombros, mis lentes estaban un poco deslizados en mi nariz, pero estaba demasiado concentrada para preocuparme por eso.

DEL AMOR Y DEL MAR || GIOWTTPD Donde viven las historias. Descúbrelo ahora