Día 24: Tema de apertura / final de Naruto

105 24 1
                                    

Cuando Naruto llegó emocionado con un pergamino, Sasuke presintió que no debían abrirlo, quizás porque pensaba que su novio confiaba demasiado en la gente y que podía tratarse de una trampa. Pero al escuchar la explicación, se sintió tentado a conocer su futuro. Tras horas de debatir si lo hacía o no, Uchiha terminó accediendo a ser parte del ritual. Los dos siguieron las indicaciones, que consistían en formar sellos manuales mientras recitaban una especie de plegaria. De inmediato, el lugar donde se encontraban cambió, llevándolos directamente a una avanzada Konoha que no se comparaba en nada con la rústica aldea que conocían. De hecho, se sorprendieron al descubrir la existencia de varios artefactos tecnológicos a su alrededor.

La pareja caminó durante horas por las calles de Konoha, evitando ser vistos por alguno de sus conocidos. No obstante, se detuvieron al observar una valla gigante con el rostro de Naruto luciendo el sombrero de Hokage. El chico de veinte años sonrió al ver que había logrado cumplir su sueño, pero la felicidad se desvaneció en un instante. A lo lejos, vieron a su antigua compañera de la academia, Hinata, junto a dos niños que se parecían mucho al rubio, y las marcas en sus mejillas no dejaban lugar a dudas. Además, notaron la presencia de Sakura, acompañada por una réplica femenina de Sasuke con lentes. Uchiha apretó la mandíbula, tratando de comprender qué clase de locura estaban enfrentando.

—¡Esto es un chiste, ¿verdad?! —murmuró Sasuke, empujando con el hombro a Naruto, quien estaba justo a su lado—. ¡¿Cómo se te ocurre casarte con Hinata?!

—¡¿Por qué me culpas a mí?! ¡Ni siquiera entiendo qué está pasando! —se defendió el rubio, encarando a su novio—. ¡Además, no deberías decir nada cuando tu yo del futuro mantiene una relación con Sakura!

—¡Y por si fuera poco, le hiciste dos hijos, idiota! —el enojo de Uchiha era incontrolable al enterarse de que un Naruto de treinta y tantos tenía una familia—. ¡Todo ese teatro de traerme de vuelta a la aldea se quedó en nada, porque ahora te veo con una mujer a la que siempre ignoraste!

—Es mi versión de diez años más adelante, genio, no tiene nada que ver conmigo —Uzumaki trató de defenderse, igual de desconcertado por lo que sucedía—. Y déjame decirte que tú tampoco te escapas, Sasuke. ¡Tuviste una niña con la chica que jurabas odiar! Los dos nos fallamos, o ocurrió algo grave para haber terminado así.

Sasuke soltó un gruñido bajo; se sentía demasiado molesto con el panorama que veía desde una distancia considerable. El pergamino que encontraron les advertía que sus versiones actuales no podían coincidir con sus yo del futuro, ya que causaría un desequilibrio que afectaría a todo el mundo ninja. Sin embargo, le costaba asumir que, dentro de unos años, no estaría junto a Naruto. Era ilógico; a sus veinte, mantenía un vínculo sólido con su pareja. Viajaban a cualquier sitio, incluso entre dimensiones. Se preguntó qué había pasado; hasta el momento, parecía que se llevaban bien. Algunas veces discutían, pero aprendieron a resolverlo. Por eso, se negaba a aceptar perder a su compañero.

—No sé cómo lidiar con esto —susurró el moreno, cubriendo sus ojos con el brazo—. Hemos avanzado mucho, y saber de repente que no existe un mañana para nosotros me está matando, Naruto.

—¡Ni se te ocurra pensar que me separaré de ti! ¡Me importa una mierda el futuro! Al mirar a ese Naruto Hokage, noto lo infeliz que es, tiene una sonrisa falsa imposible de ocultar —anunció firme el rubio, sosteniendo los hombros de Uchiha para que lo mirara—. ¡No es la vida que quiero si tú no estás ahí! ¡Solo yo decido, no unas hojas viejas que nos trasladaron a una supuesta realidad que nunca vamos a escoger!

Las palabras de Naruto fueron clave para volver a su sitio original. Se encontraban en la habitación que compartían, y el pergamino desapareció ante sus ojos en una bola de humo. Sasuke creyó que era una técnica temporal de espacio-tiempo o un simple truco mental, pero lo que sintieron los aterró en demasía. De inmediato, ambos se fundieron en un fuerte abrazo, prometiéndose que nadie los separaría, porque se amaban y su destino siempre sería estar juntos.

Sol y LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora