Cap 3

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El segundo día en las instalaciones fue menos caótico, o al menos eso parecía al principio. Ya no sentía tanto nerviosismo, y había tomado confianza con la cámara. Sin embargo, algo en el ambiente me daba la impresión de que no todo sería tan tranquilo como la jornada anterior.

Estaba revisando las fotos del entrenamiento, buscando algunas que tal vez había pasado por alto, cuando escuché una voz familiar detrás de mí.

—¡Ey, Lacu! ¿Cómo va eso? —preguntó Carrascal con ese acento inconfundible de la Costa, arrastrando un poco las palabras, acompañado de una sonrisa despreocupada.

Me giré rápidamente y le devolví la sonrisa, aunque mi estómago se revolvía un poco. No sabía por qué, pero Carrascal tenía esa energía que me ponía un poco nerviosa, aunque tratara de no mostrarlo.

—Todo bien, aquí tratando de sacar la mejor foto —respondí, señalando mi cámara.

—Ajá, ¿y qué, ya lograste otra obra maestra como la de Richard ayer? —bromeó él, acercándose un poco más para ver lo que estaba haciendo.

—Todavía no, pero dame tiempo —respondí, tratando de sonar segura, aunque no sabía si podría superar la foto del día anterior. La presión está aumentando, pensé.

Carrascal se inclinó un poco más hacia mí, observando la pantalla de la cámara mientras revisaba las fotos.

—¡Ah ve! Con esa cámara que tené, to' lo que hagas va a quedá bonito, mija —comentó, lanzándome una mirada rápida. ¿Me está coqueteando?, me pregunté, sintiendo cómo el calor subía a mis mejillas.

—No es solo la cámara, también hay que saber usarla, Carrascal —dije, tratando de devolverle el comentario con algo de confianza.

—Jummm, ¿y por qué no me enseñás un día de estos? Yo digo que tengo talento pa' la fotografía también —dijo con una sonrisa divertida, su tono juguetón y despreocupado.

Antes de que pudiera responder, Valentina llegó corriendo hacia mí.

—Lazy, Margarita quiere que te acerques un momento, parece que necesita hablar contigo —dijo Valentina, dándole a Carrascal una mirada rápida antes de sonreírme.

—Nos vemos luego, Carrascal —dije mientras me levantaba apresuradamente. Pero mientras me iba, no pude evitar sentir su mirada siguiéndome.

en casa

Al llegar a casa, Ethan estaba en la sala con Zury, y como siempre, discutían por el control remoto de la televisión.

—Yo estaba viendo mi serie primero —decía Zury, con los brazos cruzados.

—No seas cansona, que ya casi termina el partido —contestó Ethan, apenas prestándole atención.

—¿Y qué? ¡Mamáaa! —gritó Zury, mirando hacia la cocina.

Me reí al verlos pelear, pero en ese momento solo quería un poco de tranquilidad. Fui directo a la cocina, donde mi mamá estaba cortando verduras para la cena.

—¿Cómo te fue hoy, hija? —preguntó sin levantar la vista del cuchillo.

—Bien, todo bien. Aunque hoy fue más... raro —respondí, sentándome en la mesa.

—¿Raro cómo? —preguntó mi mamá, finalmente mirándome con curiosidad.

Me encogí de hombros.

—Nada en especial, solo... Carrascal me hizo un par de comentarios, y no sé, me pareció que estaba medio coqueteando. Pero capaz son ideas mías.

Mi mamá soltó una risita.

—Ay, hija, esos jugadores son así, les gusta sentirse el centro de atención. No le pongas mucha mente.

—Sí, supongo —dije, aunque no podía quitarme la idea de la cabeza. ¿Me estaba coqueteando o solo es su manera de ser?.

...

De vuelta en las instalaciones, el tercer día comenzó más tranquilo, pero el ambiente cambió cuando vi a Carrascal de nuevo. Esta vez, él estaba hablando con un grupo de jugadores, pero cuando me vio, sonrió y se acercó.

—Oye, Lacu, ¿todavía no me vas a enseñá a usá esa cámara o qué? —dijo, claramente sin haber olvidado nuestra conversación anterior.

—¿Tienes tiempo ahora? —le respondí en tono de broma, levantando mi cámara.

—Si es pa' aprender de fotografía, siempre hay tiempo, mija —dijo él, acercándose más de lo que esperaba.

Justo cuando iba a responderle, Valentina apareció de nuevo, con una expresión un tanto preocupada.

—Lazy, Abril está en el camerino, parece que está molesta por algo. Margarita me pidió que fuera, pero creo que tú deberías ir —dijo en voz baja.

Miré a Carrascal rápidamente, quien levantó las manos en señal de rendición.

—Parece que me vas a dejá con las ganas de aprender fotografía otra vez —bromeó, antes de darme una pequeña palmada en el hombro y regresar con su equipo.

Suspiré y me dirigí hacia el camerino, preguntándome qué estaría pasando con Abril ahora. Entre las fotos, los jugadores bromistas y el drama con mis compañeras, el trabajo parecía ser más complicado de lo que había imaginado.

Jorge carrascalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora