Llegué a la casa cansada después de la fiesta, pero el sueño parecía haberme abandonado. La mente me daba vueltas con lo que había pasado con Carrascal en ese clóset, como si ese rato de "siete minutos en el cielo" me hubiera dejado en otro mundo. Apenas me tiré en la cama, vi una notificación en el teléfono: un mensaje de un número desconocido.
—Ey, qué raro esto —pensé, frunciendo el ceño y abriéndolo de una vez.
Número desconocido: "Lazy, tenemos que hablar. Sé lo que hiciste anoche. Nos vemos mañana en el café de siempre."
¿Café de siempre? ¿Quién era este? No tenía ni idea de quién podía estar mandándome un mensaje así, pero la intriga me ganó.
A la mañana siguiente...
Llegué al café más por curiosidad que otra cosa, aunque una parte de mí sentía nervios. Apenas entré, vi a Abril sentada en una esquina, con esa expresión de quien sabe algo y se lo está guardando.
—Ah, no, miren quién se dignó a aparecer —dije, sentándome en frente de ella con una sonrisa medio sarcástica.
Abril levantó la vista con calma y soltó una risita.
—No te hagas, Lazy. Sabes bien por qué estás aquí. ¿Crees que no me he dado cuenta de todo? Los rumores ya corren.
—¿Y tú que andas metiéndote en mi vida? —respondí, encarándola de frente.
Abril suspiró y sacó su teléfono, mostrándome una serie de fotos. Ahí estaba yo con Carrascal en plena fiesta, y algunas más donde salíamos juntos en situaciones que parecían mucho más íntimas de lo que en realidad eran.
—¿Y qué, ahora eres la paparazzi del grupito? —pregunté, riéndome. Pero una parte de mí sintió el golpe de lo que esto podía significar. Si esas fotos se filtraban, la gente en redes se iba a volver loca.
Abril sonrió con aire de triunfo.
—No, solo quiero decirte que ya es hora de que empieces a ser más cuidadosa. Y también que, por si no lo sabías, Carrascal tiene novia. O bueno, tenía... hasta ayer. A veces, el silencio guarda secretos, pero... los rumores son otra historia.
La noticia me cayó como un balde de agua fría. No porque estuviera enamorada, pero esa información cambiaba el panorama por completo. Me levanté de la mesa, disimulando la incomodidad.
—Haz lo que quieras, Abril. Pero no vuelvas a amenazarme.
Más tarde, en la casa...
Cuando llegué, vi a Ethan en la sala, hablando por teléfono. Parecía preocupado, y eso no era usual en él. Cuando colgó, me miró como si quisiera decir algo pero no supiera por dónde empezar.
—Oye, ¿tú qué sabes de esa chica que me está rondando, la que dice que está esperando un hijo mío?
Me quedé helada. Esto ya era otro nivel de problemas, y el tono en su voz lo hacía sonar serio. Sabía que Ethan no tenía una relación estable, pero esto... esto era un drama de otro nivel.
—¿Y tú por qué crees que es tuyo? —le pregunté, medio en broma pero sintiendo la preocupación en su cara.
—Porque ella está diciendo que no es de nadie más. No sé, Lazy, esto se está volviendo raro.
Lo miré con ojos grandes y una mezcla de incredulidad y apoyo.
—No, Ethan, si tú sabes que no es tuyo, vas a enfrentarlo. Esa niña te está manipulando. Aquí estamos todos para resolverlo —le dije, dándole un apretón en el hombro.
Él asintió, pero su mirada seguía perdida.
Más tarde esa noche...
Estaba en mi cuarto, enredada en los pensamientos del día. Entre Abril, las fotos y lo de Ethan, ya parecía que las cosas se habían salido de control. Pero entonces llegó un mensaje de Carrascal.
Carrascal: "Ey, necesito hablar contigo. ¿Nos vemos?"
Sentí que mi corazón se aceleraba. Y sin pensarlo mucho, respondí:
—¿Dónde?