Cap 7

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El lunes había llegado, y con él, el tan esperado partido de la Selección Colombia contra Chile. Después de aterrizar en Barranquilla, nos instalamos rápidamente en el hotel, y lo primero que hice fue buscar a Valentina para irnos a desayunar juntas. Yo había optado por algo ligero: un plato de frutas y un pan, mientras que Valentina había decidido comerse un buen desayuno con huevo revuelto y arepa.

—¡Dios mío, amo Barranquilla! —dije, saboreando el sol tropical que se filtraba por las ventanas.

—¡Ah, no me digas! Si apenas te bajaste del avión y ya estás enamorada —respondió Valentina con su típico acento de Manizales.

En ese momento, Jhon Durán se unió a nuestra mesa de repente, sentándose con una sonrisa despreocupada.

—¿Tú eres de Barranquilla, no? —preguntó Durán, recordando algo que había escuchado de Lucho—. Es que él te llamó barranquillera.

—Soy de Bogotá, pero casi toda mi familia es de acá —le respondí, divertida por la confusión.

—¿Y tú, Valentina? ¿De dónde eres? —preguntó él, y noté cómo ella se ponía un poco nerviosa.

—De Manizales, mi ciudad bonita —dijo, su acento sonando aún más marcado de lo habitual.

—Yo soy de Medellín, pero bueno, de Zaragoza en realidad —añadió Durán, con el mismo aire relajado que siempre lo acompañaba.

Terminamos de desayunar y decidimos salir a la parte de atrás del hotel, donde había un grupo de niños esperando con balones. Uno de ellos le pidió a Durán que le firmara un balón, y antes de darnos cuenta, ya estábamos jugando un partido improvisado con los niños. Durán, siempre tan accesible, hizo que la experiencia fuera inolvidable para los pequeños.

Después de un rato de diversión, decidimos regresar al hotel para descansar antes del partido. Me despedí de Valentina y me fui a mi habitación, donde me di una ducha rápida y me cambié. Ya lista para el partido, me puse unos tenis cómodos, mi camiseta de fotógrafa oficial y una de esas faldas tipo globo que están de moda, junto con mi inseparable mochila, donde llevaba todo mi equipo fotográfico:

    •    Cámara principal.
    •    Lentes intercambiables.
    •    Baterías extra.
    •    Tarjetas de memoria.
    •    Kit de limpieza para lentes.
    •    Libreta de notas.
    •    Botella de agua.

Subimos al bus y al llegar al estadio, el público nos recibió con saludos y vítores. Lo sorprendente fue que algunas personas me pidieron fotos. ¿A mí? ¡Siempre era yo la que tomaba las fotos! Era raro estar del otro lado, pero también un poco emocionante.

Entramos al estadio, Valentina y yo pegadas como siempre, y nos fuimos a la zona donde nos tocaba preparar las cámaras. Mientras tomábamos agua y observábamos a los chicos calentar, las porristas comenzaron a ensayar. Entre ellas, estaba Abril, cámara en mano, tomando fotos de todo.

—Abril es muy amiga de Carrascal —comentó Valentina, después de dar un trago de agua—. Igual que la rubia porrista que está allá, Alexandra. De hecho, creo que Carrascal fue el que ayudó a Abril a entrar como fotógrafa hace como un año.

—¿Cómo sabes todo eso? —le pregunté, riendo.

—Ay, Lacu, no es que sea una espía, pero a veces me gusta investigar... Bueno, en realidad fue Durán el que me contó —admitió, riéndose.

—¿Y qué más te contó?

—Ah, también que los fotógrafos anteriores se fueron. Uno se pensionó y el otro renunció. Abril se puso como loca cuando se enteró de que seríamos nosotras las nuevas. No le gustó nada dejar de ser la única fotógrafa mujer.

Jorge carrascalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora