Promesa

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Este capítulo tiene spoilers del manga leer bajo tu propio riesgo

Todo era oscuridad. No importaba a dónde mirara, no había nada más que un vacío negro que se extendía en todas direcciones.

—No sé dónde estoy. No sé quién soy. No sé qué debería hacer —murmuré, sintiendo la confusión atenazando mi mente, como si una niebla espesa envolviera cada pensamiento.

"Eres un espécimen interesante, pero estás defectuoso."

Esa voz resonaba una y otra vez en mi cabeza. ¿Defectuoso? ¿Tenía algo mal? ¿Un error en mí?

De repente, otra voz irrumpió en mi mente.

"Yo seré tu sombra, te cuidaré bien. Descuida.

 Boruto, te dejo a Sarada."

Una promesa. Un nombre. Sarada.

De pronto, como un destello, una imagen fugaz apareció en mi mente: una chica de cabello negro corto y ojos ónix, que brillaban en un intenso rojo rubí. Su rostro se veía tan familiar y, a la vez, distante.

—Le prometí que la protegería... Pero... ¿quiénes somos? ¿Qué relación tenemos? —me pregunté, desesperado.

No recordaba mi nombre. No recordaba a mi familia. Ni mi hogar. Nada. Excepto esa promesa: proteger a esa chica.

Tengo que encontrarla. Tengo que protegerla. Aunque no recuerde nada más.

De pronto, una luz blanca me cegó. Parpadeé rápidamente, tratando de adaptarme, pero la luz era demasiado brillante. Miré a mi alrededor y me di cuenta de que estaba en una habitación completamente blanca. Había varias personas a mi alrededor, ninguna me resultaba familiar, pero sabía una cosa: ninguna de ellas era mi misión.

—Ya despertó —dijo emocionada una mujer de cabellos oscuros y ojos perlados.

—Boruto, ¿cómo te sientes? —preguntó un hombre rubio, su voz llena de preocupación.

No les respondí. Mis ojos se movieron de un rostro a otro. Sus miradas estaban llenas de incertidumbre. Luego, todos miraron a una mujer de cabello rosa, vestida con una bata blanca. ¿Una doctora?

—Sakura, ¿qué sucede? ¿Se lastimó la garganta? —preguntó la mujer de ojos perlados, dirigiéndose a la doctora.

—Tenía algunas lesiones, pero todo se curó durante los seis meses que estuvo en coma —respondió la doctora.

¿¡Seis meses!? Mi corazón saltó.

—¿¡Seis meses?! —grité, asustado, sin poder creerlo. Mi voz salió con tanta fuerza que vi cómo los demás se sobresaltaban—. ¿Qué demonios me pasó para terminar así?

La mujer de ojos perlados intercambió una mirada con la doctora.

—Probablemente solo esté confundido. Acaba de despertar —dijo la doctora, acercándose a mí con cautela—. Boruto, ¿cómo te sientes? ¿Sabes dónde estás?

La miré con desconfianza. ¿Cómo esperaban que confiara en ellos?

—Me siento bien —dije con voz fría—, pero no, no sé dónde estoy. ¿Quién se supone que es usted? ¿Una enfermera?

Vi la sorpresa en sus rostros, como si no pudieran creer lo que acababa de decir. Pero entonces, la imagen de la chica de cabello negro y ojos ónix apareció de nuevo en mi mente, clara como el cristal.

"Debes protegerla."

Sentí una urgencia que no podía ignorar. Comencé a arrancarme la mascarilla y los cables que estaban conectados a mí. El hombre rubio intentó detenerme.

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