Borusara

Tormenta en el Silencio

AU Sarada Hokage, Boruto Shinobi

Edad- Adultos

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En una mañana tranquila, los gemelos Uzumaki, Soruto y Sanada, se encontraban en la cocina, preparando el desayuno para su padre. Era su cumpleaños, y querían sorprenderlo con una torre de panqueques. La emoción de la sorpresa llenaba el aire mientras mezclaban ingredientes y apilaban con cuidado los panqueques, uno sobre otro. Ellos, al igual que Boruto en su juventud, estaban cerca de graduarse y soñaban con ser ninjas, deseando estar juntos en el mismo equipo, ya que la idea de separarse les resultaba impensable.

—¿No crees que ya son suficientes panqueques? —preguntó Soruto, observando con nerviosismo cómo la torre tambaleante amenazaba con caer.

—No, necesita dos o tres más —respondió Sanada con una sonrisa decidida, mientras su largo cabello rubio se movía con cada gesto.

—

Hmm... ¿No crees que ya deberíamos ponerle betún y jarabe? —propuso Soruto, esperando que su hermana cambiara de opinión.

—¡Okey! —aceptó Sanada, corriendo a buscar los recipientes y vertiendo el betún y el jarabe generosamente sobre la torre—. ¿Qué te parece? Un desayuno digno de los dioses —dijo con orgullo, contemplando su obra maestra.

—Sí... muy a diferencia de la cocina —comentó Soruto, mirando con resignación el caos que habían dejado: utensilios y masa por doquier—. Debemos limpiar o papá se va a enojar.

—¡Mira la hora! Papá ya debe estar despierto —exclamó Sanada, buscando evitar la limpieza.

—Ni creas que te vas a salvar de limpiar. Mientras papá desayuna, limpiaremos. Ahora ayúdame a llevar esto —dijo Soruto, mientras juntos levantaban la bandeja con sumo cuidado y se dirigían a la habitación de Boruto, que ya había despertado al oír el bullicio.

—¡Feliz cumpleaños, papá! —gritaron al unísono al entrar. Se acercaron y le ofrecieron la torre de panqueques con sonrisas radiantes.

—Wow, gracias, chicos —dijo Boruto, sonriendo ampliamente al ver la dedicación en los ojos de sus hijos—. Pero esta torre es enorme; no creo poder comérmela toda.

—Lo dice el mismo hombre que se comió 65 hamburguesas y sigue invicto en el concurso de comida —bromeó Soruto, provocando la risa de Sanada.

—Ok, me atrapaste —admitió Boruto, riendo también—. ¿Les molesta si lo comparto con ustedes?Los gemelos negaron con la cabeza rápidamente.—Entonces, silencio y coman —dijo, fingiendo seriedad.

Mientras compartían el desayuno, los gemelos disfrutaban de la compañía de su padre. Era atento y divertido, siempre encontraba tiempo para ellos, sin importar lo cansado que estuviera. Para Boruto, esos momentos eran sagrados.

—Papá, ¿Podrás ir a nuestra graduación o tendrás que trabajar? —preguntó Sanada, sus ojos azules brillando de expectativa.

—No se preocupen, hoy por la tarde saldré a una misión, pero estaré de regreso en dos días. ¿Les molesta si voy con el uniforme? —respondió Boruto con un guiño.

—Solo báñate —dijo Soruto, provocando una carcajada general.

—Me encantó su sorpresa, pero tengo que preguntar... ¿la cocina está limpia? —Los gemelos se quedaron inmóviles, el pánico pintado en sus rostros.