(EPISODIO 7) Parte 12

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Desde que Jennie me había dejado en casa antes del trabajo, caminaba sobre nubes, jamás había sentido tanta felicidad en mi vida. Estaba segura de que ella era consciente de todo esto, aunque no lo dijera. Estaba enamorada de Jennie y podía sentir que una parte de ella se empezaba a enamorar de mí también.

El golpe fue rápido y no pude evitarlo, simplemente me enamoré. Era la mujer más hermosa y cautivadora que había conocido nunca. Tenía historias fascinantes y miraba el mundo desde un ángulo completamente nuevo para mí. Era mucho más mayor que yo, casi 12 años, pero sinceramente, no me importaba. Me atraía todo de ella, su forma de ser, su belleza, pero sobre todo, quien era yo cuando estábamos juntas, me sentía única ante sus ojos. Hablábamos muchísimo, tenía tantas cosas que contarme y enseñarme que me quedaba atontada. Encendió un fuego inexplicable en mi interior. Nos llevábamos muy bien y nos gustaba pasar tiempo juntas, a veces reíamos hasta el punto, que nos dolían el estómago y las mandíbulas. Era increíble y hasta ese momento, nunca nadie me había hecho sentir así.

No sé cómo lo hizo, pero en cuanto Alex puso los ojos en mí, lo supo al instante. Se me acercó callado en cuanto tuvo ocasión, me miró y dijo:

  ―¡Ya ocurrió!

Lo miré sorprendida.

  ―¿Ha ocurrido qué? ―Pude ver la respuesta en su mirada. ―¡No sé de qué me hablas! ―me apresuré en contestar.

  ―¿Estás segura? Te conozco desde hace poco Lisa, pero lo suficiente como para saber que de ayer a hoy ha ocurrido algo ―afirmó. ―Y también sé que tiene que ver con Jennie.

  ―No nos hemos acostado, si es eso a lo que te refieres ―concluí con una fría mirada.

  ―Lisa...

  ―¡De acuerdo! ―Miré a ambos lados y bajé la voz antes de hablar. ―Dormimos abrazadas y nos besamos, ¿contento?

  ―¡Lo sabía! Has cruzado el límite Lisa. Se abrazaron, se besaron ¡Tremendo! Todo lo que ocurra a partir de ahora solo puede ir a más... ¿estás segura de lo que haces Lisa? siento ser aguafiestas, pero me caes bien, te he tomado cariño y no me gustaría verte sufrir.

Al ver su cara de preocupación, no pude hacer otra cosa más que abrazarlo, le di un beso en la mejilla, agradecida por el modo en que se preocupaba por mí. Lo miré a los ojos con seguridad y le dije:

  ―Alex.. la quiero.

No hizo falta decir nada más, se quedó quieto durante un rato hasta que al fin levantó sus ojos para mirarme, su rostro se había dulcificado y estaba pensativo. Los dos sabíamos que ese era un asunto complejo y en ese momento supe que ambos lo habíamos aceptado. Tomó mi rostro entre sus manos con cariño y me besó en la frente.

Nos concentramos en el trabajo, el bar estaba a tope, la gente hacía fila esperando que los clientes salieran para ocupar los lugares que habían quedado vacíos, apenas tenía tiempo de nada...

Pasé buena parte de la noche así, super atareada, colocando vajilla, sirviendo cafés o bebidas, a ratos ayudando en la cocina, y a la vez preparando tragos. Aquello era como una carrera sin fin.

De vez en cuando, mi mirada se cruzaba con la de Brad, que me sonreía mientras acomodaba a los clientes en sus mesas.

  ―Tranquila, no te estreses. ―dijo Alex al ver cómo me secaba las gotas de sudor que resbalaban por mi frente.

  ―Esto es una locura, ¿no?

  ―Los fines de semana casi siempre son así, el bar funciona muy bien.

Vinos y Acordes: El sonido de la pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora