Nos besamos entre risas y bromas, completamente enamoradas, viviendo un sueño maravilloso del que ninguna de las dos quería despertar. Jennie se acostó primero. Cuando salí del baño, levantó la sábana, invitándome a recostarme junto a ella, con una sonrisa me deslicé a su lado y la abracé, acoplando nuestros cuerpos como dos piezas de un mismo puzzle encajadas a la perfección. Jennie me acariciaba con ternura, relajada y en paz, segura del amor que nos teníamos... La besé en el cuello y me quedé allí, aspirando el perfume de su piel hasta que me dormí plácidamente entre sus brazos.
Desperté con el cuerpo de Jennie pegado al mío, su mano descansaba sobre mi vientre abrazándome por detrás, acariciando con cuidado mi abdomen.―Buenos días, Babe.
―Buenos días, amor ―respondí.Movió mi cabello hacia un lado, dejando la mayor parte de mi cuello al descubierto y comenzó a besarme lentamente, sus besos eran cálidos, húmedos y su aliento sobre la delicada piel detrás de mi oreja provocaba en mí una deliciosa excitación.
―Qué bien hueles...
―Mmm, gracias... ―exclamé.
Tomó el lóbulo de mi oreja entre sus labios y lo aspiró suavemente, mordiéndolo con delicadeza, acarició con la punta de su lengua cada curva, cada rincón de mi oído.
―Te amo. ―dijo en un suspiro.
―Yo más a ti, mi vida.
¡Uff! Solo sentir ese leve susurro me ponía la piel de gallina, un escalofrío recorrió mi cuerpo de pies a cabeza, mis manos buscaron sus caderas para acercarla más a mí. La presión de mis dedos dibujaba sutiles surcos en su piel. Busqué desesperada el contacto con la suavidad de su intimidad introduciendo mi mano entre nuestros cuerpos, arrancándole un gemido. Cuando mis manos entraron en contacto con su intensidad, su respiración se aceleró, estaba visiblemente excitada. Frotó sus pezones endurecidos sobre mí, acariciando con ellos mi espalda. ¡My Goodness!, sus caricias no hacían otra cosa que elevar mi temperatura peligrosamente.
Acarició mis pechos, pellizcó con suavidad mis pezones y gemí de placer.
―Cómo me gusta escucharte respirar así ―susurró.
―Me estás volviendo loca.
Abandonó esa zona tan sensible de mi anatomía para dirigirse hacia mi vientre con las yemas de sus dedos, dibujando figuras con cada movimiento, subiendo por mis caderas y el contorno de mis glúteos. Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando los separó y recorrió mi lado más oscuro, desde su inicio hasta llegar a mi paraíso, introduciendo sus dedos en mi interior. Comencé a balancearme contra su mano loca de excitación. Utilizó lentamente un dedo, luego dos, con cada embestida llegaba un poco más lejos, aplicando más fuerza en cada movimiento. Mi humedad brotaba sin control, mientras yo solo podía gritar de placer.
―¡Mira cómo estás de húmeda! Solo tocarte me enloquece.
―Me trastorna que me acaricies así ―dije separando mis rodillas para que pudiera entrar en mí a su gusto.
Continuó hasta que se dio cuenta que estaba a punto de llegar al clímax, y de que yo era incapaz de defenderme de mi propio placer, en ese momento se detuvo y retiró su mano.
―Por favor... no... no pares...
―Shhh, tranquila. ―Fue lo único que salió de sus labios.
Mi cuerpo se sacudía con espasmos sin control, y el aire que entraba en mis pulmones parecía no ser suficiente. Regresó de nuevo a mis muslos, recorriéndolos con la palma de su mano despacio, hasta alcanzar la sensible piel de detrás de mis rodillas, sus dedos estaban calientes y húmedos, subió de nuevo, poco a poco, hasta llegar a mi entrepierna recorriendo la suave piel del exterior lentamente. Sus jadeos se sumaron a los míos y volvió a acercar su aliento a mi oído.
―Date la vuelta. ―susurró
Me sorprendió, pero hice lo que me pedía, sus caricias me habían excitado tan escandalosamente que hubiera hecho cualquier cosa que ella deseara. Me quedé recostada boca abajo, descansando mi mejilla sobre la almohada.
Con cuidado, Jennie se montó sobre mis glúteos, acariciando mi espalda con exquisita habilidad, me moví bajo su contacto jadeando, sedienta, deseosa y extremadamente excitada...
Se inclinó cubriendo mi cuerpo con el suyo por completo, sentí el calor de su piel, de sus pechos y el cosquilleo de su sensacional cuerpo en mi trasero. Me volví loca y levanté instintivamente mi cuello girando la cabeza para buscar sus labios con desesperación. Los atrapó entre los suyos con una pasión enloquecedora y me besó, mordiéndolos y aspirándolos, nuestras bocas parecían haber sido creadas para estar unidas de ese modo, era una sensación tan erótica y tan excitante... Mis gemidos fueron intensificándose rápidamente cuando Jennie comenzó a frotarse contra la parte más alta de mis glúteos, podía sentir su humedad sobre mí. Apoyó el brazo derecho en la cama y pasó el izquierdo ligeramente por debajo de mi cuello abrazándome.
Se movía sobre mí, y yo me movía bajo ella completamente emborrachadas de deseo. Elevé ligeramente mis caderas para facilitarle mayor apoyo y pude notar su excitación, su respiración era cada vez más acelerada, me lamía el cuello y la nuca alternando sus caricias con mordiscos de diferente intensidad. Volvió a dejarse caer sobre mí y el calor de su cuerpo me hizo enloquecer. Deslizó su mano derecha entre el colchón y mi cuerpo, acariciando mi interior, deslizando sus dedos, frotando mi parte más sensible, me moví desesperada contra su mano y ella contra mis glúteos, nuestros gemidos y jadeos se confundían. Traté de alcanzar su edén desde atrás pero no me lo permitió. Se frotaba contra mi cuerpo de un modo tan apasionantemente salvaje que un orgasmo comenzó a formarse en mi interior sin que pudiera hacer nada por detenerlo, comencé a temblar y en el preciso momento en que me abandonaba al placer, Jennie liberó su propia excitación, ambas gritamos y gemimos intensamente haciendo coincidir nuestros orgasmos de un modo salvajemente coordinado y apasionado.Nos faltaba el aliento y las gotas de sudor resbalaban por mis costados produciéndome un dulce cosquilleo. Jennie entrelazó sus dedos con los míos cerrando los puños, apretando nuestras manos. Se dejó caer sobre mí, extenuada, el peso de su cuerpo era maravilloso. Acarició con el dorso de su pie la parte interna de mis piernas y regresó de nuevo a mi cuello, besándome muy despacio, sus besos eran sensuales y tiernos.
―¡Dios mío Lisa! Esto ha sido increíble. No te imaginas cuánto te he deseado. ―murmuró.
Mis jadeos no me permitieron hablar. Poco a poco, fuimos sucumbiendo al agotamiento y a la sensación de plenitud que aquel maravilloso orgasmo nos había regalado.Nos quedamos abrazadas nuevamente, cara a cara, mirándonos a los ojos... y en absoluto silencio.
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Vinos y Acordes: El sonido de la pasión
FanfictionEn un mundo donde los sueños a menudo se ven empañados por la realidad, Lisa se encuentra atrapada entre su pasión por la música y el deseo de un amor verdadero. Cuando su destino se entrelaza con el de Jennie, sus vidas darán un giro inesperado al...