(EPISODIO 03) - Parte 5

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EPISODIO 03 – Parte 5

El primer día trascurrió bastante rápido, los clientes fueron llegando poco a poco, lo que permitió no agobiarme demasiado y poder prestar atención a las indicaciones de Alex y Brad, que me ayudaron en todo momento. Tengo que reconocer que lo que me ponía nerviosa no era el primer día en sí mismo, sino que más bien la presencia de Jennie, que se paseaba por el lugar hablando con los clientes, haciéndoles recomendaciones sobre las especialidades del día o sobre el vino que mejor acompañaba a cada plato, incluso a veces entraba en la cocina para supervisar los platos.

Cuando acabó el servicio de comidas, muchos de los clientes se trasladaron a la zona del Bar y la música comenzó a sonar un poco más alta.
Ese día trabajé diez horas seguidas, aunque, para mi sorpresa, pasaron extremadamente rápidas, y durante todo ese tiempo, sin darme cuenta, mis ojos buscaban a cada instante un fugaz contacto con los suyos. Jennie se movía entre las mesas como pez en el agua, mientras yo me deleitaba con su presencia sin que ella se diera cuenta.

  ― ¿Siempre trabajamos estos turnos tan largos? ―pregunté a Alex mientras recogía mi bolso para volver a casa.

  ― ¡No pequeña! ―dijo con una sonrisa. ―solo los sábados; digamos que es el día fuerte de la semana, mañana es un poco más tranquilo y se mueve un poco más por la tarde-noche.

  ― ¡Menos mal! Porque estoy agotada. ―Me tomó del brazo mientras salíamos por la puerta.        ―Hoy lo has hecho muy bien Lisa. Descansa ¿sí? Nos vemos mañana.

 Brad y Alex se marcharon juntos, mientras Jennie permanecía aún en el interior de la oficina. Esperaba que saliera para poder despedirme de ella, y en mi mente tuve la tentación de volver a entrar, simulando haber dejado algo. Pero no lo hice, en su lugar me puse los audífonos y regresé a casa escuchando "Don't blame me" de Taylor Swift.

A la mañana siguiente, desperté y el reloj marcaba más de las ocho y media, no podía creer lo profundamente que había dormido. Generalmente, solía despertar varias veces durante la noche, casi siempre porque tenía sueños muy extraños. Pero esa noche... esa noche, había dormido como si me hubiera desconectado, como si alguien, tocando un botón de off me hubiese apagado. Me había despertado totalmente descansada y completamente en paz...

El mar lucía tranquilo esa mañana, salí a la terraza con una taza de café en una mano y el teléfono en la otra. Respiré hondo y sonreí feliz tomando el teléfono para hacer una llamada; sonó un par de veces antes de que contestaran:

  ― ¡Lisa! ¡Buenos días cariño!, ¿Cómo estás?, ¿ya estás levantada?, ¿estás contenta?, ¿qué tal tu primer día?

  ―Buenos días mamá ―respondí con la voz un poco ronca al pronunciar mis primeras palabras. ―Para, para... ¡esas son demasiadas preguntas! ―dije riendo.

  ―Mamá, ¿sabes qué? he dormido muy bien y me siento fenomenal, ―afirmé. ―Mi primer día resultó agotador, pero estoy muy emocionada con el trabajo, hoy entraré como a las cuatro y después tendré un par de días libres.

  ―Cuánto me alegro hija. ¿Y qué planes tienes para esta mañana? ―preguntó.

  ―Creo que daré un paseo por la playa y voy a nadar un rato, no te imaginas lo maravilloso que está el día. ¡El mar me llama mamá!, ya sabes que en otra vida fui un delfín, ¿no? ―reí.

Escuché su risa al otro lado de la línea. ― ¡Oh, Dios mío!, por supuesto que lo sé, aún recuerdo las pataletas que te daban si trataba de sacarte de la bañera antes de que te arrugaras como una pasa. ―Su voz sonó tierna pero nostálgica, tras unos segundos de pausa, añadió:

Vinos y Acordes: El sonido de la pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora