(EPISODIO 18) Parte 35

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"La vida es lo que ocurre mientras estás ocupado haciendo otros planes." — Allen Saunders.

Siempre había escuchado a mi madre utilizar esa frase y hasta ahora nunca había pensado sobre ella... pero mi madre tenía razón. En este juego, éramos como fichas puestas sobre un tablero y el destino era quien tiraba los dados y hacia los movimientos.

Por suerte, mi mamá sabía que yo no era heterosexual desde que cumplí los quince años. A esa edad, tenía una amiga de la secundaria, de vez en cuando la invitaba a dormir a casa para estudiar, y en vez de eso, nos pasábamos el rato tonteando. En clase la cosa no era diferente, un día la miss Carolina, nuestra profesora de biología, nos pilló pasándonos una nota bastante comprometedora y acabamos en la oficina de la directora, la señora Carpentier, quien no dudó en avisar a nuestros padres. Para mi fortuna, mi mamá se lo tomó de un modo muy natural, supongo que se quedó perpleja ante los argumentos prehistóricos de la directora para referirse a nosotras llamándonos, entre otras cosas, «desviaditas». Aquello la enfureció tanto que salió inmediatamente en mi defensa, y se pasó todo el camino de regreso a casa convenciéndome de que, aunque pasarse notitas en clase no estaba justificado, sentirse atraída por alguien de tu mismo sexo no era nada raro ni mucho menos algo malo.

  ―¿Estás nerviosa? ―preguntó Jennie mientras conducía hacia mi casa.

  ―La verdad es que estoy muerta de miedo amor, te confieso que he estado a punto de pedirte que dieras media vuelta.

  ―¿Quieres dejarlo para otro momento? No deberías hacerlo si no estás totalmente segura.

  ―Tranquila, quiero hacerlo, solo que estoy buscando las palabras adecuadas y no se me ocurren...

Jennie permaneció en silencio durante el resto del trayecto, supongo que para darme tiempo de que pensara en qué le diría a mi madre. Mientras tanto, seguía las indicaciones de la dirección que yo misma había puesto en el GPS.

  ―Es aquí ―le dije.

Jennie estacionó en la puerta y me dio un abrazo.

  ―¿Quieres que entre contigo?

  ―¡No! Deja que me adelante, según vea cómo va todo te aviso, ¿de acuerdo?

  ―Como tú quieras babe, estaré aquí esperando. Te amo.

  ―Y yo a ti.

Me di la vuelta y me dirigí hacia la puerta. No utilicé mis llaves, en lugar de eso toqué el timbre.

  ―¡Sorpresa!

  ―¡Cariño! ―exclamó estrechándome entre sus brazos. ―pero... ¡te hacía trabajando!, ¿ha ocurrido algo?

  ―¡Ay mamá, de verdad! Qué dramática eres, ¿no puedo venir a ver a mi madre sin que haya ocurrido una tragedia? ―dije mientras entraba en casa.

  ―Me extrañó nada más, pero mírate, ¡estas guapísima! Llegas a tiempo para comer, estoy preparando pasta, ¿te pongo un plato?

  ―No mamá, no puedo quedarme mucho tiempo, mira... vine con Jennie en su coche, está esperándome afuera.

  ―¿Jennie? ¿No es... tu jefa?, la amiga de Estela, socia o lo que sea...

  ―Sí mamá, es la socia de Estela, bueno era... va a venderle su mitad del negocio.

  ―¡Wow! ―exclamó con sorpresa. ―entonces dile que pase mujer, ¡cómo se te ocurre dejarla en la calle esperando!

  ―Es que... mira... mamá... yo... quería hablar contigo de algo.

  ―¿Qué pasa Lisa? ¿Es algo de lo que deba asustarme?

  ―¡¿Asustarte?! Bueno, no creo que sea para tanto, puede que te sorprenda, que no te guste o no estés del todo de acuerdo, pero no tienes nada que temer, yo estoy muy bien, no me pasa nada.

Los latidos de mi corazón parecieron calmarse, agarré muy fuerte su mano, y sentí por un instante su pulso agitado.

Mamá no hablaba, se limitaba a mirarme muy seria. Estaba claro que aquello no iba a resultarme fácil, en el fondo tenía miedo, miedo a su reacción, miedo a que se pusiera histérica y no me dejara terminar. Respiré un par de veces buscando las palabras y comencé a hablar...

  ―Mamá...

  ―¿Qué ocurre Lisa?

  ―Mira... yo creo que la energía más grande que hay en este mundo es el amor, y cuando el amor se impone en las personas, todo lo demás fluye en armonía. Esa energía, ese poder tan grande, es el que yo siento por ti y estoy segura de que tú también lo sientes por mí, he sentido tu amor toda mi vida, siempre me has dado buenos consejos y me has animado a seguir adelante.

  ―Lisa por favor, ¿qué te pasa hija?

  ―Mamá, he conocido a una mujer y estoy completamente enamorada de ella.

  ―¿Peeero?, porque hay un pero me imagino ¿no?

Bajé la vista de nuevo a nuestras manos, que permanecían aún entrelazadas, y se me escapó una lágrima. Mamá levantó mi cara tomando mi barbilla y me miró.

  ―¿Y? qué ocurre, ¿ella no siente lo mismo por ti?, ¿es eso?

  ―No mamá, ella está loca por mí, me adora, ese no es el problema. Bueno, en realidad no hay ningún problema, solo un pequeño detalle.

  ―¿Y bien?

  ―Estoy enamorada de Jennie.

  ―¿Jennie? te refieres a...

  ―Sí mamá, a esa Jennie. No he podido evitarlo, simplemente ocurrió. Hace mucho tiempo que quería contártelo, pero no había encontrado el momento.

En cuanto lo dije, sentí que me había quitado un millón de kilos de encima. Ya no sentía ese remolino de emociones y mi nivel de confianza aumentó.

  ―Pero... esa mujer es mayor. ¡Casi podría ser tu madre Lisa! ―Noté cómo se tensaba poco a poco y las venas de su cuello se inflamaron por momentos.

  ―Sí mamá, es mayor que yo, pero no seas exagerada, ni de broma podría ser mi madre. Tiene veintinueve años.

  ―¡Por el amor de Dios Lisa!, ¿pero en qué estabas pensando hija?

  ―El hecho de que me sienta atraída por una mujer mayor que yo no cambia quien soy, ¿no lo entiendes? No se puede luchar contra eso. Sé que hay una importante diferencia de edad entre nosotras, pero mamá, nos queremos, estamos muy bien juntas, simplemente le hago caso a mi corazón y a mis deseos, así me criaste, me enseñaste a ser fuerte y a no tener miedo de mostrarme tal y como soy.

  ―¡No sabes lo que dices! ―gritó

  ―¡Por supuesto que sí lo sé! Soy consciente de que tenemos once años de diferencia, sé que eso es una desventaja y es posible que no salga bien, las posibilidades son inmensas y puede que acabe sufriendo, pero... ¿qué hago entonces?, ¿decido que no voy a vivir un amor como el que sentimos nosotras, solo porque quizás no acabe como esperamos? Eso es ser una cobarde mamá, y te aseguro que yo no lo soy y Jennie tampoco.

Vinos y Acordes: El sonido de la pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora