Capítulo 3: Una Propuesta Inesperada

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En la tarde, Diana cambió de estrategia. Su actitud, que había sido desafiante y dominante hasta ese momento, se tornó más suave, casi condescendiente. Se acercó a Fernando con una sonrisa amable, esa que hacía que sus ojos brillaran de manera especial.

—¿Qué te parece si salimos a tomar algo ? —le preguntó, casi como si nada hubiera pasado entre ellos.

Fernando, emocionado por la invitación, aceptó de inmediato. Aunque la incomodidad del dispositivo de castidad seguía presente, la posibilidad de salir con Diana le dio un nuevo impulso. Se apresuró a arreglarse, eligiendo lo mejor que podía con lo que tenía, queriendo causar la mejor impresión posible.

En poco tiempo, se encontraron caminando hacia una cafetería cercana. Diana mostraba un cariño inusual hacia Fernando en sus gestos; se reía de sus chistes, tocaba su brazo ligeramente cuando hablaban, y eso solo alimentaba más las esperanzas de Fernando. Parecía que, después de todo lo que había pasado, tal vez todavía había una oportunidad con ella.

Mientras tomaban té, el ambiente entre ellos se volvió más íntimo. Diana, jugando con su taza, lo miró fijamente antes de hacerle una pregunta que lo tomó por sorpresa.

—Sabes, Fernando... —dijo con una sonrisa que mezclaba dulzura y misterio—, en estos últimos días he empezado a ver algo muy lindo en ti. Me pregunto... ¿te gusto?

La pregunta dejó a Fernando sin palabras. Su corazón comenzó a latir más rápido, y la ansiedad se apoderó de él. Sabía que era una pregunta directa, pero también peligrosa. Después de unos segundos de titubeo, asintió, admitiendo la verdad:

—Sí, me gustas —respondió, su voz temblando un poco por los nervios.

Diana sonrió, claramente satisfecha con la respuesta.

—Es lindo escucharlo —dijo, inclinándose un poco más hacia él—. Tal vez... —hizo una pausa, midiendo cada palabra—, tal vez podríamos tener una oportunidad entre nosotros.

 —hizo una pausa, midiendo cada palabra—, tal vez podríamos tener una oportunidad entre nosotros

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Las palabras de Diana golpearon a Fernando como un rayo de esperanza. No podía creer lo que estaba oyendo. Después de todo lo que había pasado, la posibilidad de estar con ella, de verdad, lo llenaba de emoción. Trataba de disimular su entusiasmo, pero era difícil esconder la sonrisa que se formaba en su rostro.

—Me encantaría... —respondió Fernando, haciendo todo lo posible por mantener la compostura.

Diana lo miró con una sonrisa cómplice, disfrutando del efecto que tenía sobre él. Aunque la promesa de "una oportunidad" parecía real, había algo en su mirada que mantenía a Fernando en la cuerda floja, sin saber exactamente qué esperar.

Durante las semanas siguientes, la relación entre Diana y Fernando continuó evolucionando, aunque bajo términos que Fernando nunca habría imaginado al principio. Diana mantenía su actitud cariñosa y cercana, pero también imponía ciertas reglas que desafiaban la paciencia de Fernando. Le pidió que siguiera usando el dispositivo de castidad, justificándolo como parte de su "proceso de mejora". Al mismo tiempo, cada noche le daba las mismas pastillas sin etiqueta, afirmando que le ayudarían a mejorar su desempeño sexual.

El Poder de la TransformaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora