Capítulo 10: Reflejos de Obediencia

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Amber se encontraba frente al espejo de su habitación mientras Pamela y Diana escogían cuidadosamente el atuendo para su primera gran salida desde que había comenzado con las clases psicológicas. Las lecciones de Pamela la habían sumido en un nuevo estado mental, donde la noción de ser una mujer plena, sensual y deseada era algo que parecía inalcanzable. Cada clase la había llevado más profundamente hacia la comprensión de que, como sissy, su función era la de complacer a los demás, y no el de buscar su propio placer. Este nuevo sentido de sumisión la envolvía completamente, haciéndola más vulnerable y obediente a cada sugerencia de Diana y Pamela.

Diana le entregó un pantalón blanco sencillo pero impactante, una prenda casual que no llamaba demasiado la atención pero que realzaba cada una de sus curvas recién adquiridas

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Diana le entregó un pantalón blanco sencillo pero impactante, una prenda casual que no llamaba demasiado la atención pero que realzaba cada una de sus curvas recién adquiridas. El conjunto incluía una blusa azul y unos zapatos de tacón. Las palabras de Pamela resonaban en su mente mientras se vestía: "Tu cuerpo es un regalo, y tu deber es compartirlo con el mundo."

Pamela observó el resultado final con una sonrisa de aprobación. "Te ves increíble, Amber. Hoy, vas a ser el centro de atención, pero recuerda, no estás aquí para obtener placer. Estás aquí para servir, para complacer visualmente y cumplir con tu rol. Hoy no eres más que una extensión del deseo de otros".

Al ponerse los tacones, el familiar dispositivo de castidad que llevaba le recordó su restricción. Ese pequeño artefacto había sido una herramienta poderosa en su reprogramación. Sentía cada paso, cada movimiento, intensificado por el constante recordatorio de que su propio placer no era importante. Las lecciones de Pamela sobre el tamaño y el poder del miembro masculino le habían hecho comprender que el suyo, pequeño y contenido, no tenía relevancia alguna. Esto solo hacía que su sumisión creciera, alimentando una mezcla de ansiedad y excitación al pensar en lo que vendría en la salida.

Al llegar al centro comercial, la tensión en el aire era palpable para Amber. Cada paso que daba se sentía como una marcha hacia una nueva realidad. Diana caminaba a su lado, segura y confiada, mientras que Amber se sentía completamente expuesta. A medida que avanzaban hacia la primera boutique, Amber no podía evitar sentir cómo las miradas de hombres y mujeres caían sobre ella. Sus piernas temblaban ligeramente, pero no por miedo, sino por una creciente sumisión que no podía controlar. Sabía que todos los ojos la veían como un objeto de deseo, pero eso no la hacía sentir poderosa. Al contrario, la hacía sentir más pequeña, más sumisa.


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