Amber había comenzado a aceptar su nueva rutina, pero cada propuesta de Diana y Pamela la mantenía en un constante estado de expectativa y nerviosismo. Las chicas parecían disfrutar cada pequeño reto que la transformaba más y más, convirtiéndola en el centro de su atención. Para Amber, esta mezcla de miedo y emoción se volvió una constante, como un juego del que ya no podía salir. Se había convertido en un objeto de fascinación para las dos, y aunque en el fondo sentía que su vida se estaba convirtiendo en un experimento controlado, no podía negar que lo disfrutaba de una forma inexplicable.
Una mañana, Pamela, con una sonrisa traviesa, sugirió que dejaran de hacer los ejercicios físicos en el apartamento y comenzaran a entrenar al aire libre. "Vamos al parque," dijo, y aunque a Amber la idea la aterraba, la mirada de complicidad entre Pamela y Diana dejó claro que no había opción.
El parque no estaba lejos, pero a Amber le parecía que el trayecto hasta allí duraba una eternidad. Al principio, caminaba insegura, con los brazos cruzados sobre su pecho, intentando pasar desapercibida. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que era imposible. Usaban ropa deportiva ajustada y provocativa. No había manera de evitar las miradas.
Los hombres que también entrenaban en el parque no dejaban de observarlas. Algunas cabezas se giraban con discreción, mientras que otras seguían sus movimientos de manera más descarada. Al principio, Amber sentía el impulso de huir, su corazón palpitaba rápido, pero Pamela y Diana caminaban con tanta confianza que esa energía parecía contagiarla. La propia Pamela le susurró al oído: "Te están mirando porque estás increíble. Disfrútalo." Amber empezó a relajarse y, con cada mirada que recibía, su inseguridad se transformaba poco a poco en una sensación extraña de satisfacción.
Mientras hacían los ejercicios, Amber se dio cuenta de lo mucho que había cambiado su cuerpo en tan poco tiempo. Pamela y Diana la habían sometido a una rigurosa rutina de ejercicios. Sentía cómo cada músculo se tensaba mientras hacía sentadillas y estocadas.
Este tipo de atención que tanto le aterraba al principio, ahora la excitaba. A veces, una sonrisa satisfecha se formaba en los labios de Amber cuando sentía las miradas fijas en ella. Esa conexión constante con los ojos de los extraños era nueva, y aunque seguía sintiendo cierta incomodidad, había algo adictivo en saber que podía atraer tantas miradas. Diana y Pamela también notaban esa transformación en su actitud y la alentaban.
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El Poder de la Transformación
FantasyFernando vive una relación aparentemente perfecta con Diana, pero a medida que el tiempo pasa, su vida da un giro inesperado. Lo que comenzó como una boda de ensueño se convierte en un juego de control y dominación cuando Diana lo somete a una relac...