Luna Llena II

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Capítulo 11

Nunca, en mis treinta años de vida me había sentido tan febril. Tan vivo y con tanta vitalidad. Sabía que formaba parte del hechizo, que estos eran los contras de atrapar a una sirena, pero valía la pena el sacrifico. A este punto ya ni siquiera lograba coordinar ideas, ella estaba de rodillas hincada ante mí, mientras su boca se encargaba de darme placer.

La piel la sentía en llamas. El pecho me subía y bajaba y el pulso lo sentía acelerado en mi cuello. Mis manos estaban aferradas con tosquedad sobre su pelo mientras gruño varias maldiciones sintiendo que estoy a punto de llegar.

Dos engullidas más hasta el fondo de su garganta y termino derramándome sin medirlo. El clímax me hizo pasar saliva y dejarme caer en el colchón. El corazón no dejaba de latirme en el pecho y el sudor llenaba mi frente.

La peli roja se puso de pie completamente desnuda y se me subió a horcajadas. La miro embelesado. Como nunca antes había mirado a una mujer, como si sobre mí tuviese a una diosa encarnada. Sus ojos, su pelo, su cuerpo...

Comienza a trazar círculos sobre mis pectorales con la mirada fija ahí.

—¿Qué pasa?

Ella niega con la mirada perdida. Tomo su mentón y hago que me vea a los ojos. Sus mejillas lucen coloradas y sus malditos labios demasiado apetecibles. Evito mirarlos, así que me mantengo haciendo solo contacto visual con sus ojos zafiros.

—Dímelo —pido al ver su rostro inexpresivo.

—¿Vas a casarte con ella?

Y parpadeo por su pregunta. Mi mente piensa en la visita que tuve hace unas horas y en el cambio repentino del duque con respecto a mí.

—Sí —afirmo.

Ver su rostro apretarse no hace más que ponerme incómodo. Una sensación agridulce me llena el cuerpo pero trato de restarle importancia.

—¿Entonces cómo haremos? —me pregunta.

—No te entiendo.

Ella pone sus manos sobre sus muslos que están abiertos sobre mí. Su piel contra la mía es el puto paraíso. Aún tengo el pulso frenético por los pasados minutos. ¿Cuántas veces han sido en el día? ¿Cuatro? ¿Cinco?

—Si te casas con ella, tendrá que vivir aquí. Y si vive aquí con nosotros...

Entreabro mis labios cavilando en eso. Mi cuerpo se contrae al pensar en ambas mujeres bajo el mismo techo. Lo descubriría. Bridget es tan sagaz como para darse cuenta de todo.

—No te preocupes por esas cosas...

Y ella hace un mohín. Llevo las manos a sus caderas y luego subo una hacia uno de sus pechos, haciendo que su respiración se dificulte. Y eso es algo que me prende aún más. Que reaccione a mí de forma perfecta, que me desee tanto como yo a ella y que esté dispuesta a recibirme tan húmeda casi al punto de la locura.

—¿Irás al lago? —cuestiona.

Bufo dejando de tocarla.

—¿Podrías dejar de hablar?

Ella me mira con de forma seca.

—No lograrás resistir —agrega y cierro los ojos intentando calmarme.

Entre la verga que cada nada se endurece. Entre mi cuerpo que solo ansia estar dentro de ella y lo que se supone que haga en unas horas, reventaré. Sin duda me volveré pedazos en la primera luna llena.

—Quizás podría ayudarte —comenta y ahora sí la enfoco.

Es hermosa. No hay ninguna imperfección en todo su cuerpo y rostro. Todo en ella grita pecado, grita lujuria ahora mismo. Mi piel comienza tensarse por volver a perderme en su calor.

La melodía de las olasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora