Capítulo 22Había dejado de Bridget en casa de sus padres y me había encaminado aquí, bajo la excusa de que tenía unos pendientes qué hacer. Al llegar el ambiente me tensó entero encontrándome a Athalia vuelta un mar de lágrimas mientras le pedía algo que no llegué a entender a mi madre.
Tenerla cerca era un puto calvario. Pero más aún lo era el hecho de estar casado. Pues cambiar de estatus cernía una pared entre ambos, una que sentía entre los dos cada que la pensaba. Las ganas de ella me tenían inquieto todo el tiempo. No podía, aunque quería, no podía apartar los ojos cuando ella estaba cerca, no podía centrar mi atención en otra cosa que no fuese en ella cada que irrumpía en el mismo lugar que yo.
Y sabía que en algún momento tenía que ponerle fin a eso. Me lo había planteado cientos de veces a lo largo del pasado mes, cuando la traje a tierra, pero mis planes se iban al garete cuando de ella se trataba.
Veo que ojos cargados de tristeza y como el hilo entre los dos me llena el interior de angustia. Tenso mis puños por los fuertes sentimientos que me calan hondo a solo metros de ella.
—Madre... —gruño exigiéndole saber de qué se trata todo esto.
La rabia me invade queriendo que deje de llorar y que deje de sentirse así. No sé qué carajos pasa, pero algo está sucediendo. Algo grande está sucediendo y me lo están ocultado.
Mi progenitora pasa saliva rompiendo el contacto visual conmigo.
—Estábamos charlando sobre el futuro —susurra sin mirarme.
—¿Qué futuro? ¿De qué diantres hablas? —mi aspereza en el tono ya no pasa desapercibida.
—Son cosas de mujeres Thaddeus —repone y ahora sí me ve a los ojos.
Su mentón está rígido al igual que su postura. Pero cuando voy a girarme a ver a Athalia, sale del lugar casi corriendo. Por lo cual no hago más que seguir sus pasos justo en la escalera. La detengo sosteniendo su mano y ni aún así me mira. Solo siento una fuerte nostalgia en el centro de mi pecho que no hace más que crisparme los sentidos.
—¿Por qué estás así? —pregunto aunque mi voz es un bramido.
Y solo consigo que se encoja más con mi tono. Así que inspiro hondo llenándome de calma y paciencia. Me altera y me desespera verla así, me siento impotente cada vez que ella se encuentra en tal estado.
Me acerco importándome bien poco que estamos en plena escalera del vestíbulo. Tomo su rostro en mis manos haciendo que me vea a los ojos. El azul de su mirada está teñido de un rojizo intenso debido a las lágrimas y sus mejillas están empapadas, al igual que sus labios. Que los tiene entreabiertos y respira por ellos.
El simple toque en su piel me abruma y me hace erosionar la sangre.
—Dímelo —pido en un susurro bajo.
Estar tan cerca solo hace que me invadan sensaciones que ahora mismo no son correctas, pero que no puedo evitar sentir. Ella provoca de todo en mí, sin embargo, lo principal que deseo es quitar la tristeza de su rostro.
Aunque dije antes que no volvería a acercarme. Aunque dije antes que haría lo posible por olvidarla. Es imposible hacer tal cosa. Ella se ha metido demasiado profundo dentro de mí. Ella con una simple lágrima desbarata toda mis propósitos e ideales.
—Dímelo nena, dime qué es lo que te tiene así —murmuro acariciando sus mejillas.
Ella sigue sin pestañear, solo su ceño está contraído por el dolor.
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La melodía de las olas
FantastikThaddeus el marqués de Osborne solo vio ante él un solo camino y fue emprender una búsqueda por el vasto mar persiguiendo historias y leyendas. Encontrarla sería su única solución, el único rayo de luz que haría sonreír a su madre y dejar que las n...