Capítulo 15Ver lo que tanto esfuerzo y sacrificio me ha costado vuelto humo y hollín me hace exprimir las entrañas. Los nudillos me hormiguean por tomar acción, al observar cómo quedo todo. Aunque gracias a los trabajadores, el fuego no siguió por más lugares. Esta ala era de las más importantes y más productoras. Su disparo no fue al aire. No. Octavius acabó por destruir todo el afecto que le tenía con tal suceso provocado.
—¿Entonces huyó? —le pregunto al mismo trabajador que me avisó y que se encuentra a mi lado.
Él asiente mirándome con nostalgia.
—Los que nos quedamos vimos más importante ocuparnos de la fábrica que atraparlo.
Y meneo la cabeza con aceptación. Pongo una mano sobre su hombro con agradecimiento.
—Os recompensaré por todo lo que hicieron.
Él me sonríe aún sosteniendo su gorro de trabajo.
—¿Cómo te llamas? —le pregunto porque realmente la fábrica tiene muchos trabajadores y no me sé el nombre de la mayoría.
Solo recuerdo su rostro por ser uno de los que estaban robando jabones cuando llegué del mar. Fue el que me explicó que Octavius no les estaba pagando por su trabajo.
—Soy Xavier —responde con respeto.
—Pues muchas gracias Xavier por toda su ayuda. Mañana hazme una lista con los nombres de todos los que colaboraron en detener el incendio.
Y tras su asentimiento, vuelvo la mirada a los restos de las máquinas y mi piel se contrae.
Suspiro con pesar. Y salgo de la fábrica para volver al castillo.
Ha sido un día demasiado largo.
Cuando salgo hasta el caballo. La luna llena está visible entre las nubes del cielo, haciendo que contenga una bocanada de aire con las sensaciones que se me acorralan dentro.
¡Condenación!
Subo al semental y me regreso a mi casa. Por lo que veo la idea de descansar del ajetreado día ha quedado de lado. Las sensaciones burbujean dentro de mí de forma frustrante.
Al llegar le doy el caballo al mozo de cuadras y me adentro por la parte trasera del castillo. Voy hasta el piso donde está su habitación y abro la puerta sin importarme nada más. Me comienzo a quitar la ropa sintiendo mi garganta secarse al verla a ella dentro de la tina de agua humeante.
Me acerco oyendo sus chapoteos que solo hacen centellar mis putas ganas. Su cabello rojo lo tiene recogido todo arriba dejando entrever su precioso cuello y sus pechos sobresalen del agua.
Me quito las botas por último y Athalia pone sus ojos en mí, al fin notando mi presencia. Aunque es raro, porque ella siempre sabe cuando estoy cerca de ella debido a mis pensamientos pervertidos.
Sin que me lo ordene me meto en la tina y mis huesos enseguida agradecen el contacto tibio del agua. Le doy la espalda indicándole sin palabras lo que deseo que haga. Y lo hace. Sus manos van hacia mis hombros y comienza a masajearlos.
La tensión hace que duela al principio pero luego desaparece permitiendo que me relaje, sintiendo la fricción de sus dedos sobre mis músculos.
Suspiro percibiendo su pezones rozar mi espalda. Y no necesito más para ponerme duro. Desde que abrí la puerta así me tiene.
El calor me invade al punto de la agonía y mi verga más rígida, no puede estar. Ahora empieza a pasar la esponja por mi espalda, para luego estacionarse en mi clavícula. Y la cercanía de nuestros cuerpos me hace salivar y hervir en cuestión de nada.
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La melodía de las olas
FantastikThaddeus el marqués de Osborne solo vio ante él un solo camino y fue emprender una búsqueda por el vasto mar persiguiendo historias y leyendas. Encontrarla sería su única solución, el único rayo de luz que haría sonreír a su madre y dejar que las n...