REINO DE KAZHARIKA
Ciudad Nashavik.
Cuando abrí los ojos, la penumbra de la celda me envolvió como un manto pesado. El eco del agua goteando resonaba en mis oídos, un recordatorio implacable de que esto no era un sueño. El aire estaba cargado de humedad y un tufo a metal oxidado. Suspiré, y el vapor salió de mi boca, disipándose en la fría oscuridad. Entre los barrotes, la luna se asomaba con un tono anaranjado, más grande y brillante de lo que había visto jamás en la tierra.
—Entonces me atraparon... —dije mientras bajaba la cabeza. Las cadenas gruesas y pesadas me lastimaban las muñecas, pero lo que más sentía era una profunda frustración.
Repasando en mi mente los acontecimientos, sonreí irónicamente, dejando escapar una débil risita.
—¿Por qué La policía fue por mí? ¿Terrorismo? ¿Homicidio? ¿Tendrá algo que ver con la muerte de... Reiji?
El frío recorría mi cuerpo, un golpe de realidad que me ayudó a aclarar la mente y calmar el estado frenético en el que me encontraba. Cada pregunta se enredaba en mis pensamientos como un hilo que no podía desenredar, y la imagen de Reiji, su rostro sereno, se superponía a mis recuerdos. Necesitaba respuestas, pero sobre todo, una salida.
—¡Así que has despertado! Cuánto me alegra que la heroína de Kazharika haya abierto los ojos... Espero que perdones el acto irrespetuoso de mis sirvientes.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por la chillona e irritante voz del mago, que no dejaba de parlotear frente a mí. Su sonrisa desmesurada y sus ojos brillantes contrastaban con la oscuridad de la celda.
Mi cuerpo empieza a temblar freneticamente, un miedo profundo me invade... parece ser... que nada de esto era un sueño..., me muerdo los labios fuertemente en un desesperado intento de calmarme, la sangre se derrama por las comisuras de mis labios.
—¿Heroína? —respondí, tratando de recuperar la compostura—. No me siento muy heroica encadenada en una prisión.
—Ah, pero eso es solo protocolo... teniendo en cuenta la clase de... gente de su mundo.- este hace una pausa y se peina el cabello hacia atras.
—Mi nombre es Kazharik Valdavick, por ahora... Donovan, ¡cura la herida! Y ustedes, quítenle las cadenas.
El enano gruñó y extendió las manos hacia mí, con una apariencia cómica que apenas podía ignorar. Sin embargo, el dolor que recorría mi cuerpo me recordó la gravedad de la situación, mientras dos guardias se apresuraban a desatar mis cadenas.
—Te pido disculpas por la brusquedad de nuestra bienvenida... Pero no teníamos otra opción. En este momento, el mundo en el que te encuentras es—
—¿Distinto al mío? Vamos, ¿me teletransportaron a otro mundo?
Interrumpí a Valdavick, dejando escapar un suspiro de aburrimiento. pero sabia muy bien que no debia pasarme de lista, pues en este mundo yo era una extranjera...
Hmp... parece que nos entendemos bastante bien. Eres inteligente... Pero dime, ¿por qué no pareces sorprendida? ¿Qué eres exactamente? —preguntó Valdavick, fijando su mirada en mí con intensidad.
Su mirada penetrante me hizo sentir como si estuviera desnudando mis pensamientos. Recordé los cientos de mangas y novelas isekai que Reiji tenía en su colección, pero no podía decirle eso. En lugar de ello, tomé aire y respondí con una sonrisa forzada.
—Soy simplemente... una repartidora de pizzas... —dije, evitando su mirada.
Valdavick me observó intensamente, sosteniéndose el mentón con los dedos, como si tratara de desentrañar un enigma. Sentí un nudo en el estómago; no podía permitirme mostrarle el profundo temor y confusión que me asaltaban. Mis emociones eran un torbellino, amenazando con desbordarse. Tenía que mantener la calma, al menos por ahora.
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kegare no yuusha
RomanceKamazuki Reiji, un joven que perdió a sus padres a una edad muy temprana, halló en su hermana la única razón para seguir adelante a pesar de una vida llena de sufrimiento. Sin embargo, su vida terminó abruptamente en un trágico accidente de tráfico...