Cuando abrí los ojos, lo primero que vi fue a Trynita dormida en mi regazo. Sus ojos, hundidos por la falta de sueño, y el cansancio en su rostro mostraban que había pasado la noche en vela. Sonreí al verla y acaricié con ternura su cabello. Mi cuerpo estaba vendado, y sentía cada músculo adolorido y tenso, pero el simple hecho de tenerla cerca era un consuelo inmenso.
—Trynita... -la llamé suavemente, pero al no obtener respuesta, decidí levantarme con cuidado para no despertarla. Un dolor punzante en el abdomen me hizo encogerme ligeramente. Al mirar hacia abajo, noté que una mancha de sangre se filtraba a través de la venda.
Rápidamente busqué entre mis pertenencias, tratando de encontrar un arma con la que pudiera defenderme en caso de que esto resultara ser una trampa. Aprieté los puños mientras avanzaba, el dolor en mi cuerpo haciéndome caminar con dificultad.
(debo encontrar a los demás... sacaré a Trynita de aquí y luego iremos a buscar a Kleran)
Di un paso en falso mientras organizaba mentalmente mis siguientes movimientos, y terminé cayendo contra la mesa de noche en la habitación. Aprieté los dientes con fuerza; aún tenía una herida considerable en el abdomen que hacía que cada movimiento fuese una agonía. Mi cuerpo parecía gritar de dolor.
—¡Tu! no puedes moverte aun!
De repente escuche como la puerta de la habita se abre abruptamente revelando a una mujer en traje de sirvienta, tenia dos coletas y su cabello era de un cafe oscuro, esta suspira y se acerca rapidamente dandome la mano con una expresion seca.
A duras penas me sostenía contra la mesa, el sudor resbalaba por mi frente y el dolor me abrumaba con cada intento de ponerme de pie.
—Enserio como es que no ven la cantidad de heridas en sus cuerpos!- dice ella mientras me sienta en la cama.
ella resopla y revisa mi cuerpo mal herido, cada toque parecia tener impaciencia en ella, lastimandome en el proceso, gruñi pero me contuve pues aunque fuera una maleducada, mal hablada, irrespetuosa y otras cosas mas que tengo en mente me ha salvado la vida.
— hey ¡Debes quedarte quieto! -añadió, mientras ajustaba las vendas y se aseguraba de que estuvieran bien colocadas. Su actitud mostraba una mezcla de preocupación y frustración, como si estuviera acostumbrada a lidiar con pacientes desobedientes.
—¿Dónde estoy? ¿Dónde están los demás? -pregunté, con impaciencia mientras apretaba los dientes del dolor.
La sirvienta hizo como si jamas me hubiese escuchado, salio de la habitacion y despues de unos minutos trajo consigo un par de vendas nuevas, una botella de alcohol y unos guantes. A pesar de su uniforme de sirvienta, parecía tener conocimientos médicos. Quitó cuidadosamente las vendas manchadas de sangre de mi abdomen, brazos y piernas. Mi cuerpo estaba extremadamente lastimado, con varios cortes, algunos profundos y otros menos graves. Me preguntaba cómo había logrado sobrevivir a todo eso.
—¡Hey! ¡Te estoy hablando! ¿Dónde está mi familia? ¿Por qué nos tienen aquí? -grité, evidentemente molesto, mientras apartaba sus manos de mí.
—Eres molesto, ¿sabes? -dijo ella con seriedad, mientras se apartaba el flequillo de la cara. -Tu familia está en la sala Real. Hemos terminado aquí, así que por favor, vístete y sígueme.
Ni siquiera se volvió a mirarme. Recolectó las cosas con una expresión indiferente y salió de la habitación sin una palabra más.
Casi estupefacto, me apresuré a tomar mi chaleco de la academia. La camisa estaba destrozada y los pantalones apenas servían, rasgados y en jirones. Arranqué el dobladillo de los pantalones, convirtiéndolos en unos improvisados pantalones cortos, y salí a pasos lentos detrás de la sirvienta, que me esperaba con los brazos cruzados afuera de la habitación.

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Kegare no Yuusha
RomanceKamazuki Reiji, un joven que perdió a sus padres a una edad muy temprana, halló en su hermana la única razón para seguir adelante a pesar de una vida llena de sufrimiento. Sin embargo, su vida terminó abruptamente en un trágico accidente de tráfico...