(18)Aquel dia...

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Trynita Frizz

En el instante en que aquella enorme mano entró en el jardín secreto, un escalofrío de desesperación recorrió a Trynita. Pensó que su fin había llegado; jamás había enfrentado a criaturas tan imponentes. Mientras observaba la mano acercarse hacia ella y aceptaba resignadamente su destino, una pregunta cruzó su mente:

—Hyuran... ¿qué estarás haciendo?

De repente, sintió una ráfaga que cortó ligeramente su mejilla. Alguien estaba protegiéndola. Vio cómo la mano se desviaba de su curso, golpeada por una patada certera.

—¡Despierta, niña! ¡No te quedes ahí parada! —exclamó una voz, impulsando a Trynita a reaccionar.

La persona que había intervenido se volvió, revelando que no era otra que la directora Willow. Ella lucía un uniforme a medida, claramente preparada para contraatacar. Los profesores de la academia se habían agrupado, decididos a enfrentar la amenaza desconocida que se cernía sobre ellos.

Tryinita palmeó sus mejillas, tratando de recuperar la compostura ante el inesperado giro de los acontecimientos.

—L-Lo siento... me he dejado abrumar —dijo, avergonzada, mientras intentaba reponerse del susto.

Su cuerpo temblaba, pero hizo un esfuerzo titánico por mantenerse firme y enfrentar la realidad de la situación. Trynita, con una mezcla de temor y determinación, tocó la empuñadura que la había acompañado en tantas historias de su infancia. Allí estaba, la espada que su madre le había advertido innumerables veces: la herencia familiar que estaba destinada a portar. Con un suspiro profundo que parecía resonar en el silencio de la habitación, desenvainó el arma. Ante ella se reveló una hoja de una belleza inquietante, completamente negra, que absorbía y devoraba los rayos de luz, como si estuviera hecha de la misma oscuridad que la envolvía.

—No puedo caer aquí... no sin antes volver a verlo...

Trynita esbozó una sonrisa, una que había mantenido a pesar de las circunstancias adversas. Con determinación, retrocedió junto a Willow, y juntas huyeron con el resto de estudiantes y profesores de la academia.

—¡Por aquí!

Willow sacó unas tijeras de su uniforme y, con un movimiento casual, cortó el aire. De repente, un desgarro en el tejido de la realidad se abrió ante ellas, revelando un portal hacia otra dimensión: Draconis.

Rápidamente, todos entraron. El espacio en el que se encontraban se estaba desgarrando, consumiéndose a sí mismo en un frenético acto de repeler a los invasores. Trinyta echó un último vistazo hacia atrás, observando cómo el hermoso campo se desvanecía en un vacío blanco, como si nunca hubiera existido.

Al atravesar el portal, Trynita sintió cómo su mana y su cuerpo eran absorbidos por una corriente de energía que la transportaba a otro lugar. Así, dejaron atrás lo que alguna vez fue conocido como el Jardín Secreto.

Fue entonces que gratos recuerdos de su niñez inundaron su mente. Recordó las veces en que su madre le negó algo, las veces que se había enfadado con ella. Pero ahora, en la academia, Trynita había conocido a personas que se habían vuelto cruciales en su vida. Personas a las que preferiría proteger con su vida antes que permitirles que les sucediera algo malo.

"¿He estado entrenando durante tanto tiempo... y todo para qué?" pensó con determinación. "Si no es para proteger a las personas que quiero, ¡entonces no vale la pena!"

Cuando finalmente emergieron del Jardín Secreto, se encontraron con una visión devastadora: la ciudad de Draconis yacía en ruinas. Las llamas devoraban los restos de lo que una vez fue un bullicioso centro de vida, y la sangre manchaba las calles en una macabra evidencia de la destrucción. La imagen de aquel apocalipsis sacudió las entrañas de Willow, y una furia abrasadora se apoderó de ella, consumiendo cada rincón de su ser.

kegare no yuushaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora