Un nuevo día había llegado y ya estábamos listos para partir. Esta vez, solo mi padre y yo íbamos a ir. Aunque no sabía cómo estaba la situación en Draconis, mi decisión era firme, y mi padre lo entendía bien.
-Me pregunto cómo estarán Kleran y Tryni...
Digo mientras termino de empacar mis cosas. Después de todo, debía regresar a la academia, pero un mal presentimiento me carcomía el corazón. Suspiré y miré por la ventana, observando el vasto paisaje con melancolía. Eché un último vistazo a mi habitación antes de salir.
-la proxima vez que regrese sera en 3 años... hasta entonces.
En la sala de estar, mi madre estaba entrenando con su espada, el sudor perlaba su frente. Al verme, mostró una expresión de sorpresa, pero luego su mirada se suavizó.
-¿Así que ya estás preparado? Realmente has crecido, mi pequeño Hyu -dijo Clarise, acercándose a mí. Me acarició el cabello con ternura y lo revolvió suavemente.
-Madre, ya no soy un niño... Además, necesito ver con mis propios ojos cómo están mis amigos. Me preocupan -digo, agachando la cabeza.
Mi madre me toma de las mejillas y me mira fijamente, una hermosa sonrisa iluminando su rostro. Es una sonrisa tan radiante que parece iluminar hasta los rincones más profundos de mi alma.
-Sé lo preocupado que estás, mi niño. Ya tienes amigos y todo... No sabes cuánto me alegra ver lo importante que son para ti -dice, acariciándome la cabeza con una mirada cálida y llena de ternura.
Luego, Clarise hace una pausa y su mirada se vuelve severa. Nuestros ojos se encuentran y sentí cómo todo mi ser temblaba bajo su intensa presencia. Un aura abrumadora emana de su cuerpo envolviendo mi alma en un profundo temor.... ¿¡q-que esto?!... mi madre era tan aterradoramente intimidante?...
Finalmente, ella me suelta y, al notar mi inquietud, suaviza su mirada. Se acerca y me envuelve en un abrazo reconfortante, su calidez desvaneciendo la tensión que había sentido. Me abraza suavemente, como si intentara protegerme de todo el peligro que nos espera. Su toque, lleno de cariño y determinación.
-Y es por eso que iré contigo. Aunque te hayas vuelto más fuerte, sigues siendo mi hijo -añade con una sonrisa decidida que no deja lugar a dudas.
Asentí sin oponerme ni decir nada más. Es verdad, puede que haya ganado algo de fuerza, pero si me enfrentara a un asesino... ¿realmente podría defenderme?
Cuando salí de la mansión, el Dragón Alado ya estaba en la plataforma, atado a una viga de acero. Al verme, rugió con la intensidad de un perro que reconoce a su dueño. Me acerqué a él y toqué su enorme cuerpo, sintiendo su calidez bajo mis manos.
-Una vez más, contaré contigo...
Un rato después, Lira y mi madre salieron de la casa. Esta vez, Lira llevaba una armadura que la cubría casi por completo, dejando solo su rostro al descubierto. Aunque la armadura era tosca y robusta, le quedaba sorprendentemente bien. Me pregunté de dónde habría sacado algo así.
-¿Estás listo, hijo? Sabes que esto puede ser peligroso... Si quieres, ahora es el momento de echarte atrás.
Mi madre me mira con una expresión seria, con los brazos cruzados. Lleva una armadura ligera sobre un vestido blanco decorado con encajes dorados, que resalta su elegancia y firmeza.
-No voy a dar un paso atrás, mamá, ya te lo he dicho. Pase lo que pase, los ayudare!-dije, decidido mirando fijamente a mi madre.
Mi madre se reía, acariciando mi cabello con ternura. De repente, sentí unos brazos rodeándome por detrás: era mi pequeña hermana Bea. Las lágrimas en sus ojos brillaban como destellos de luz reflejados por el sol.

ESTÁS LEYENDO
kegare no yuusha
RomanceKamazuki Reiji, un joven que perdió a sus padres a una edad muy temprana, halló en su hermana la única razón para seguir adelante a pesar de una vida llena de sufrimiento. Sin embargo, su vida terminó abruptamente en un trágico accidente de tráfico...