Promesa.

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Amber volvió al hogar de lucían iba despacio en la carretera. Con las luces encendidas y atenta al camino. La velocidad era un poco preocupante. Amber acostumbraba a ir rápido, pero ahora quería tiempo para pensar. Le había hecho una promesa a su hermano y la cumpliría aún si tuviera en contra a Lúcian.

Lúcian por su parte estaba en un viejo sillón con una pierna cruzada, bebía de un pequeño vaso un shot improvisado de sangre 0 negativo. Una sangre poco común y fascínate. Le había dado a Amber la suficiente libertad para huir. En vez de estar mortificado, estaba satisfecho. Al menos no sufría otra ruptura amorosa. Eso fue muy doloroso en su pasado.

Su sorpresa fue tan grande cuando escuchó el motor de su motoneta apagarse. Amber había aparcado en la entrada de la casa y avanzaba con paso firme.

Se quitó el casco y su rubio cabello hizo un movimiento como si se tratará de un comercial de shampoo. Lúcian veía todo admirado. Había olvidado que Amber tenía lindos rasgos. Lástima que no pudiera heredárselos a nadie.

―Estará bien, pero debo volver a trabajar. Prometí pagar su cuenta de hospital

Lúcian la miró fijamente, la chica era muy responsable

―Yo no soy tu dueño, pero de una vez te digo que es una mala idea. No te hace daño el sol por supuesto, pero puedes morder a alguien sin previo aviso.

―Pude controlarme muy bien ahora.

―Es porque aprecias a tu familia y así controlas tus instintos. Tienen un vínculo emocional. Con las otras personas es más complicado y puede llegar a ser tentador probar su sangre.

―Necesito apoyar a mi familia, Lúcian. Es lo haces cuando amas a alguien.

―Consigue la cuenta del hospital y yo la pagaré. Considéralo una inversión a futuro.

Lúcian. Llevaba varios siglos con vida. Tenía lingotes de oro, monedas antiguas e incluso una chequera y cuenta en el banco. Pagando los gastos de Evan aseguraba la devoción de Amber.

―Eres un extraño. No lo conoces..

―Lo conocí ayer. Eso me basta. Y quiero ayudarlo.

Amber no entendía la repentina humanidad de Lúcian

―Le preguntaré a mis padres para que vayamos a liquidar la cuenta.. – Dijo la chica. Ahora se sentía más aliviada.

Lúcian le dedicó una sonrisa coqueta y siguio bebiendo más sangre especial.

Amber le dio un beso en la mejilla a modo de agradecimiento y después subió a habitación a cambiarse los zapatos y la ropa por algo más cómodo. Bajó unos segundos después para cenar y Lúcian se acercó preguntándole más sobre su hermano. Ella parecía amarlo tanto

―Llegó cuando yo tenía seis era pequeño y gordito y tenía el cabello desordenado. -Dijo riendo. ―Era muy apegado a mi. Le enseñé a montar bicicleta.. Amarrarse las agujetas y curé sus raspones. Era su pequeña madre cuando mamá estaba lejos.

Lúcian la miraba atento. Escuchando cada palabra

―Y ¿qué hay de ti?, ¿tienes hermanos?. - Dijo la chica con tono curioso.

―Fui hijo único de dos migrantes. A veces jugaba soccer con Carlos un muy buen amigo de mi juventud. Luego me fui a Canadá a explorar el mundo y fui acorralado por un hombre que succionó mis fluidos y mi alma. Él no fue cortés me dejó prácticamente seco y muriendo, pero una chica que escuchó mis lamentos y que tenía mi misma naturaleza me encontró. Sin ella yo no estaría aquí y se lo agradezco.

Amber notó el cambio de tono. Se le quebró la voz al hablar de aquella mujer.. Ella se acercó al fuego de la chimenea solo por costumbre y bebió un poco de sangre antes de irse a  la cama. Mientras Lúcian se quedaba en la cocina.

Susurros de sangre y asfalto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora