Cuna

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Priscilla estaba en la cocina de su apartamento de soltera con Evan. Tenía tablas de picar, cebollas, jitomates y chiles para preparar un guiso en la cocina. Le agradaba mucho cocinar, pensaba que una buena comida podía volver los días duros un poco más llevaderos.

Su novio se acercó Priscilla después de convivir  con Amber parecía encontrar mucha inspiración.

―Entonces… ¿ Compraron mucho?

―Sólo las prendas básicas, mi cielo. Pañaleras, pequeñas manoplas, suetercitos

―Sabes… estas viendo más a mi hermana que a mí estos días. – Evan hizo un puchero

Priscilla le bajó la flama al guiso.

―Las chicas siempre estamos unidas. Nos gusta convivir mucho. Además será tia pronto. Hay que llevarnos bien. – Se acercó para besar sus labios y revolvió su cabello unos segundos. Evan juntó su boca con la de ella, una ligera patada de su bebé lo sorprendió

―Le gusta cuando estoy cerca. – Dijo acariciando su barriga

―Algo me dice que será muy sociable. – Expresó Priscilla volviendo su atención al guiso

-...

Lúcian se instaló en la sala de la casa tenía un pequeño proyecto entre manos: ensamblar una cuna para el hijo de Priscilla

―Amber baja a ayudarme. – Pidió el vampiro mientras se revolvia a él mismo con el instructivo. Estaba en español, pero sus habilidades ensamblando eran cuestionables. Dió un suspiro hasta notar a la vampira cerca.

Amber se puso a su altura y le arrancó el instructivo de las manos.

―Necesitamos un desarmador y tornillos

Lúcian buscó a tientas las cosas.

Amber cambió su expresión a una seria y concentrada.

Lúcian no pudo evitar reir. Sabía algo:  el amor te puede llevar a hacer locuras… como aprender a armar una cuna en menos de tres horas. Ahora era un espectador del extraño cariño de esas dos mujeres.

Amber comenzó a ensamblar ella misma la cuna. Sus manos juntaban la madera con los tornillos. Lúcian capturó el momento en una fotografía.

Su pequeña novia vampiro estaba creciendo tan rápido. Bueno, ya ni siquiera era su novia.

Finalmente una bella cuna blanca con un lindo acabado rústico descansaba en la sala. A la espera de la aprobación de Priscilla.

―Creo que le encantará. – Dijo Lúcian

―Yo me llevaré el crédito por esto. Ya que yo hice todo el trabajo.

―De acuerdo… -Contactaremos a un equipo de mudanza para que la transporten  a su apartamento mañana por la tarde. ―Le enviaré un mensaje a Evan para que alguien esté en casa. – Dijo el vampiro

Amber asintió

Ya se daría una escapada para visitar a Priscilla a esas horas. Aprovecharía la vista para obsequiarle un pequeño detalle. Estaba pensando en unos chocolates con malvavisco para alegrarla un poco.

Volvió a su habitación y escribió en un pedazo de hoja de color unas simples frases
"Feliz inicio de semana Pris. Espero que te gusten los dulces" con aquella letra cursiva tan llamatiba y adornada. Pasaría a la tienda a comprar los chocolates más costosos para hacerla sonreír.

Hasta este punto se cuestionaba, ¿qué no estaba dispuesta a hacer por aquella mujer? . En el peor escenario mataría a quien fuera necesario con tal de tenerla a salvo. Su grado de compromiso y aceptación era tan grande que estaba dispuesta a ver el mundo arder con tal de que nada malo le pasará a ella o a su hijo.

A estas alturas la fidelidad a su hermano cada día se hacía más cuestionable porque el corazón de Amber estaba cegado por el amor incondicional hacia Priscilla. Estaba cerca de llegar a un abismo del que no podría regresar.


Susurros de sangre y asfalto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora