Última carrera.

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Una noche de verano a las afueras de Madrid. La adrenalina corría por las venas de Amber mientras el rugido de los motores llenaba el aire. Había ganado las carreras suficientes para sentirse más confiada, pero no podía permitirse perder, de no ganar el dinero el rentero, la echaría a la calle

Estaba ansiosa y emocionada. Tenía el talento suficiente para ganar la jugosa cantidad que prometía la carrera, pero algo andaba mal.
Le surgió un extraño presentimiento: En el peor de los casos la moto se detendría y ella saldría disparada.

―Relájate hermanita. Sé que todo saldrá bien. – Dijo Evan su hermano menor  al tiempo que le apretaba el hombro en señal de aliento. ―Te espero al final de la línea y no les tengas piedad. – Pidió el joven  mientras la chica se alistaba

Desde la multitud, oculto entre las sombras un extraño la observaba. La forma en la que el chico enrollaba su gabardina negra, resaltaba más sus tatuajes. Sonrió con malicia al ver a aquella jovencita acomodándose el cabello en una coleta alta. Ahora, sus mechones rubios mostraban su suculento cuello. Se lamió los labios. Había encontrado de quien alimentarse. Él era un vampiro.

La siguió durante todo el recorrido y cuando la moto de la joven se acercaba a una curva peligrosa el diestro vampiro. Se le atravesó. Los presentes emitieron ruidos confundidos.

El cuerpo de Amber salió disparado. Nadie más presenció cuando el la levantó y la llevó a un lugar oculto en el bosque.

―Hace tiempo que busco una compañera y ciertamente no pude resistirme a ti. – Dijo a centímetros de su cuello. La chica permanecía inconsciente, pero aún así se quejó al sentir como Lúcian le clavaba sus dientes. Pronto el veneno del vampiro la llevó a un estado de transición.

A Amber le quemaba el dolor del veneno que burbujeaba en su garganta. Sentía una sed extraña

―Por favor… Agua. – Dijo cubierta en sudor; abrió los ojos confundida notando los árboles de copas altas y grandes rocas. No entendía mucho. Con las fuerzas que aún le quedaban se levantó y se dirigió en busca de un arrollo para calmar su sed.

Solo avanzó unos cuantos metros cuando algo la empujó por detrás. Cuando creyó que se ahogaría Lúcian la abrazó al rescatarla

―Debes beber sangre o morirás. – Le explicó conteniendo la risa. Le gustaba verla mojada. Parecía disfrutar su pequeña travesura. El agua funcionaba para bajarle la calentura un poco.

 Lúcian arrojó una bolsa de sangre como las de hospitales a los pies de Amber. El momento de completar su transformación había llegado.

―Solo una gota es su suficiente, querida

La chica no tuvo más remedio que arrodillarse y beber de la bolsa. Intentó contenerse pero la sed pudo más que ella. Terminó con la boca embarrada de aquel fluido y sus pequeños colmillos se mostraron

―¿Por qué lo hiciste? .- Preguntó triste y confundida. Sin embargo no obtuvo respuesta. Ahora estaba atada a un extraño que la había transformado en un ser de la noche. Sin percatarse derramó lágrimas pues sabía que ya no podía volver a su anterior vida. Debía olvidarse de su hermano y su familia.

Susurros de sangre y asfalto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora