05 El Tiempo Corre

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"Cuando el tiempo pisa los talones

es difícil ganar la carrera"

Aletiz León



Domingo 9 de abril de 1944



Estaba hincado nuevamente frente al altar de su habitación, con sus manos juntas y suplicando por una señal de la vida o algo que impida lo que estaba a punto de suceder. No era nada cercano a su boda, pero por alguna razón le aterraba tener que salir y fingir que quería a su prometida cuando era exactamente lo contrario, peor aún, que esté su familia como testigo y el mismo padre Jeon oficiando dicha ceremonia.

No quiere que esté aquí. No quiere que vea su desdicha. No quiere que sea cómplice de los planes ambiciosos de su padre. Quiere que alguien lo salve y al único que puede pedirle eso es a Dios.

—Dicen que siempre me escuchas. Que siempre estás observando todo lo que sucede a mi alrededor. ¿Acaso está bien? ¿Por esa razón no intervienes? ¿Soy yo quien está mal? —decía con unas cuantas lágrimas en sus ojos—Sólo necesito saber... sólo necesito que me des una señal. Lo que sea, por favor.

Se vio interrumpido por unos toques en su puerta, más no abandonó la posición en la que estaba. No quería salir y no hallaba ningún pretexto que lo sacara de este lío que no planeó. Intentó hablar con su padre, pero al final se acobardó porque sabía que no iba a escuchar y que, peor aún, tal vez sería capaz de reprenderlo por querer ir en contra de sus órdenes.

Pero desafortunadamente ya no había tiempo.

—Joven JiMin—habló una voz conocida al otro lado de la puerta—Soy el padre Jeon... por favor, abre la puerta.

Habían estado esperado un rato considerable a la espera que de que el rubio apareciera, pero no lo hacía. Sana estaba a punto de entrar a buscarlo con esa mirada que podría matar a cualquiera, pero el sacerdote la detuvo y se ofreció hacerlo en su lugar, excusándose con que quizá estaba nervioso o que estaba haciendo oración en privado. Subió cautelosamente donde una de las mucamas le indico y sintió un escalofrío cuando estuvo frente a la puerta de la habitación.

— ¿Por qué ha subido?

Fue lo primero que preguntó cuando abrió por fin la puerta. El sacerdote lo observó por cortos segundos y notó que sus mejillas estaban más rojas de lo normal, al igual que su nariz y sus ojos. Era bastante evidente que estuvo llorando.

Aún le provocaba un sabor amargo tener que oficiar esta ceremonia de una unión temporal entre los prometidos, más ahora que veía a JiMin en esa situación. Le gustaría intervenir y expresar su opinión, pero sabe que no es algo que esté en sus manos, no con una familia como los Park.

—Todos estamos impacientes en el jardín—explicó— ¿Ha sucedido algo? ¿Por qué no quieres bajar?

JiMin suspiró y miró hacia el suelo. Era complicado tener que explicar su situación al sacerdote, no importaba que ahora estuviese un poco más cómodo con su presencia. De hecho, le reconforta bastante que haya venido a buscarlo hasta su habitación y agradece que no haya sido su madre, porque lo más seguro es que ahora mismo lo llevaría a rastras hasta el jardín.

—Es que... estoy nervioso—respondió aún con la mirada hacia abajo—Ayer me avisaron de momento que se organizó esta ceremonia y... no sé cómo sentirme. Eso es todo.

Don't Blame Me (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora