12 Suplicar De Rodillas

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"Si tú te vas

te suplicaré de rodillas

para que te quedes"



Lunes 22 de mayo de 1944



—Cuando puedas deberías ir a mi casa para platicar. No me gusta que estemos distanciados.

Esas fueron las palabras de su hermano NamJoon el día de ayer cuando se lo encontró en la misa dominical.

Habían sido días curiosos después de aquel día en el que JungKook confesó sus sentimientos. No ha parado de pensar en ello y por fortuna ha podido estar en su compañía en todo este tiempo. Por supuesto que no dejan pasar la oportunidad para besarse, abrazarse e incluso otras cosas que no tengan que ver con absolutamente nada de la iglesia.

JiMin estaba feliz con eso, ya ni siquiera le afectaba volver a su casa por las tardes, porque siempre conservaba ese lindo sentimiento que emergía de su interior. Por fortuna ChaeWon volvió a Seúl debido a que debía terminar cursos en la escuela católica. Y lo agradecía de verdad. Era como si Dios ahora estuviese conspirando en su favor y le estuviese bendiciendo con buenas cosas en su vida. Quería creer y tener la esperanza de que no terminará casado con esa señorita y que incluso él y JungKook tenían un buen destino para compartir juntos.

De verdad quería creer que sí.

Se aferraba a esa idea con todas sus fuerzas y no podía evitar imaginar que ambos hacían su vida juntos en algún lugar lejano de todo esto, en una casa pequeña y linda donde compartirían el resto de sus días, hasta que el último soplo de su corazón haya llegado. Era lindo pensar en eso, en las posibilidades y en las probabilidades que existían para que eso ocurriera. Había decidido no pensar en el hecho de que son dos hombres, quizá, cometiendo pecado. Y por si fuera poco; que JungKook es un sacerdote que está faltando al juramento que alguna vez hizo con Dios, con la iglesia y con el pueblo.

Quiso ser egoísta y no pensar en eso, sin embargo, necesitaba un apoyo. Era obvio que no podía contarle a su madre ni a su padre, porque lo más seguro es que lo encierran en un manicomio o algo por estilo. O terminan por mandarlo lejos de Busan y de todo. Y JungKook... a él incluso podrían... No. No pensará en eso. Pero necesita un apoyo. Así que decidió tomar las palabras de su hermano NamJoon y acudió a su casa después de haber pasado un buen rato con JungKook en su casa antes de que éste se fuera a predicar. Ahora pasaban más tiempo ahí que en la misma iglesia o en la oficina. Se vio contrariado cuando le avisó de momento que se ausentaría durante unos tres días para cumplir con sus misiones como sacerdote, ya que el padre Min lo había hecho con lo suyo. Por un momento quiso suplicarle de rodillas por que se quedara, pero bien sabía que había cosas que no cambiarían y que lo de ellos era un secreto oscuro muy oculto en sus corazones y en las cuatro paredes de la casa del sacerdote. No le quedó de otra más que besarlo por última vez y dejarlo descansar para que pudiera partir mañana temprano.

Sólo eran tres días, pero sentía que se lo quitaban toda la vida.

Entró como siempre, saludando al personal y con una sonrisa un tanto nerviosa. Su cuñada SoYoon lo recibió también con una sonrisa cálida y con un muy tierno SooBin en sus brazos que pataleaba emocionado por su repentina llegada.

—Dios bendito que nos permite verte de nuevo por aquí, querido JiMin-ah—habló la hermosa mujer—Me alegra mucho que estés aquí.

El aludido sonrió y se acercó a ella para dedicarle un abrazo. Desde que la conoció ha congeniado muy bien con ella, porque es amable, bondadosa y muy atenta con sus alrededores, además de que está haciendo un gran trabajo con SooBin. NamJoon es el hombre más enamorado de esa bella dama, y JiMin se siente feliz por eso.

Don't Blame Me (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora