Capítulo-22

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En ese pequeño bote, solo existían ellos dos, envueltos en una atmósfera de deseo y atracción que parecía arder en el aire. Valentina tomó la iniciativa, sus manos deslizándose con seguridad por la espalda de Haiden, sintiendo cómo él respondía a su tacto. Sus labios se unieron en un beso ardiente, uno que dejaba claro lo mucho que se deseaban, el tiempo que habían esperado este momento.

Con un movimiento decidido, Valentina se acomodó sobre él, manteniendo el control, guiando cada uno de sus movimientos. Haiden la miraba con intensidad, atrapado entre la sorpresa y la fascinación. Cada movimiento de Valentina era lento, pero intencional, llevándolo al límite y luego regresando, disfrutando cada segundo. Sus respiraciones se mezclaban, sus jadeos se hacían más profundos y apresurados, y el ritmo que marcaba ella los llevaba a ambos a una espiral de pasión cada vez más intensa.

Los dedos de Haiden se aferraron a su cintura, sintiendo cómo cada movimiento de Valentina lo acercaba al borde, al clímax que parecía inevitable. Valentina no disminuyó el ritmo; al contrario, intensificó cada movimiento, sabiendo exactamente lo que él necesitaba, lo que ambos ansiaban en ese instante. Finalmente, cuando el momento llegó, ambos se dejaron llevar, alcanzando el clímax en un suspiro profundo, en un instante en el que sus cuerpos y sus almas se entrelazaron por completo.

Valentina y Haiden regresaban del paseo por el lago, ambos aún envueltos en esa energía intensa que solo ellos entendían. La sonrisa de Haiden era arrogante, y la de Vale, tímida pero satisfecha, como si llevaran consigo un secreto que el agua y el viento habían guardado para ellos.

Al acercarse al campamento, los dos vieron a Marcos estirándose con aire despreocupado. Llevaba esa expresión burlona que ya era una advertencia clara para Mía, quien estaba a pocos pasos de él, intentando ignorarlo por completo.

—¡Vaya! ¿Se divirtieron mucho? —bromeó Marcos al ver a Haiden y Vale.

—Tú ni te imaginas —respondió Haiden con una sonrisa pícara, pasando un brazo por los hombros de Vale. Ella solo rodó los ojos, tratando de no darle más importancia al comentario.

Mía, sin embargo, estaba lista para cualquier otra provocación, cruzada de brazos, con el ceño fruncido.

—Marcos, por favor... no empieces —advirtió, ya cansada de su actitud.

—¿Qué? No he hecho nada —dijo él, alzando las manos en falso gesto de inocencia, aunque la travesura ya brillaba en sus ojos.

Y entonces, antes de que alguien pudiera detenerlo, Marcos comenzó a quitarse la camiseta con total descaro.

—¿Qué haces? —preguntó Mía, entre molesta y desconcertada.

—Voy a nadar. Hace calor, ¿no? —respondió con esa sonrisa que tanto la exasperaba. Acto seguido, se quitó también los zapatos y el pantalón, quedándose solo en su ropa interior.

—¡Estás loco! —exclamó Mía, horrorizada.

Sin dar más explicaciones, Marcos se lanzó al lago de un salto, creando un enorme chapuzón que empapó no solo a él, sino también a Mía, que estaba demasiado cerca.

—¡Marcos! &gritó ella, salpicada de agua fría, mientras sentía cómo la ropa se le pegaba al cuerpo.

Marcos salió a la superficie riendo a carcajadas.

—¡Ups! Creo que te mojé un poco —dijo con descaro, sabiendo muy bien lo que había hecho.

Mía temblaba de rabia, sin poder creer lo infantil que era.

—¡Eres un idiota! —exclamó, dando un paso hacia atrás para intentar secarse la ropa inútilmente.

—Vamos, solo es agua. Relájate, Mía. ¡Estamos en un lago, por Dios! —Marcos seguía riendo mientras flotaba sobre la superficie, disfrutando cada segundo de su travesura.

"Entre dos mundos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora