Capítulo-4

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Valentina se dejó caer sobre su cama, agotada mentalmente por la confrontación con sus padres. Su mente daba vueltas, intentando procesar todo. Sabía que lo que había sucedido en el restaurante no era nada grave, pero los medios lo habían convertido en un escándalo. Sus padres la habían hecho sentir como si hubiera cometido el peor error de su vida, solo por compartir una cena con Haiden.

Sacó su teléfono del bolsillo y comenzó a leer los mensajes que le habían llegado desde que la foto se había filtrado. La mayoría eran de personas de su círculo social: comentarios sarcásticos, algunos directos, otros velados. Todos querían saber qué hacía "rebajándose" de esa manera, algunos incluso insinuaban que solo buscaba llamar la atención. Valentina ignoró cada uno de esos mensajes, hasta que vio uno que hizo que su corazón se detuviera por un momento.

**Haiden**: *Vi la foto. Espero que estés bien.*

Al leer esas palabras, un torbellino de emociones se desató en su interior. No era solo el hecho de que Haiden estuviera preocupado por ella; era que, de alguna manera, él era la única persona con la que sentía que podía ser ella misma. Su mundo, el que siempre había conocido, estaba lleno de superficialidades, de reglas no escritas que la sofocaban. Y aunque conocía a Haiden desde hacía muy poco, sentía que él entendía algo que nadie más lograba.

Tomó una respiración profunda y empezó a escribir una respuesta, pero luego se detuvo. ¿Qué debía decirle? No quería preocuparlo más de lo necesario, y tampoco quería que pensara que se estaba arrepintiendo de haber pasado tiempo con él. Sin embargo, sabía que su vida, la que estaba tan cuidadosamente construida por sus padres, no encajaba con la suya.

Finalmente, después de varios minutos de deliberación, envió un mensaje corto.

**Valentina**: *Estoy bien. Es solo complicado... Gracias por preguntar.*

Ella se quedó mirando la pantalla, esperando una respuesta que tardó unos minutos en llegar.

**Haiden**: *Me imagino que lo es. Si necesitas hablar, aquí estoy.*

Valentina sonrió ante la simplicidad y sinceridad de su mensaje. Era lo opuesto a lo que había vivido ese día, lleno de comentarios venenosos y juicios apresurados. Se sintió tentada a escribirle más, a contarle lo que realmente estaba pasando, pero algo la detuvo. Sabía que, al hacerlo, estaría profundizando en algo que no sabía si podría controlar. Y eso la aterraba.

En lugar de responder, decidió dejar el teléfono a un lado y cerrar los ojos por un momento. Pero su paz no duró mucho. De repente, escuchó un golpe suave en la puerta. Antes de que pudiera decir algo, la puerta se abrió lentamente y Mía asomó la cabeza.

—Vale, ¿puedo pasar?

Valentina asintió, y Mía se acercó rápidamente, sentándose en el borde de la cama.

—¿Estás bien? —preguntó su amiga, con una mezcla de preocupación y curiosidad en los ojos.

Valentina suspiró.

—Mis padres están furiosos. Me han dicho que tengo que dejar de ver a Haiden, aunque apenas lo conozco. Y ahora, toda la universidad debe estar hablando de mí.

Mía rodó los ojos.

—La gente en esta ciudad es increíblemente aburrida. No tienen nada mejor que hacer que hablar de los demás. Pero olvídalos. Lo importante es qué quieres tú.

Valentina se quedó en silencio. Esa era la pregunta que más la inquietaba. ¿Qué quería realmente? Por un lado, estaba Haiden, con quien se sentía más libre de lo que jamás se había sentido. Pero por otro lado, estaba su familia, su reputación, y el mundo en el que había crecido.

"Entre dos mundos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora