Capítulo-7

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El sonido de los tacones de Valentina resonaba en el suelo de mármol mientras cruzaba la enorme puerta de su casa. Las luces de la mansión estaban apagadas, salvo por un tenue resplandor que provenía de la lámpara del vestíbulo. El silencio era abrumador, un contraste absoluto con la euforia que había dejado atrás en la fiesta. Pero lo que más la asfixiaba no era la quietud de su hogar, sino el peso en su pecho, una sensación de vacío que crecía con cada paso.

Aún podía sentir el sabor del beso de Haiden en sus labios. Esa chispa intensa que había encendido su piel minutos atrás ahora se apagaba, dejando solo la amargura de lo que él había decidido terminar abruptamente. Al recordar la forma en que se había alejado de ella, su corazón latió con fuerza, pero esta vez no era por la emoción, sino por el dolor.

Caminó lentamente hasta su habitación, intentando ahogar la tristeza que la envolvía. Al cruzar la puerta, todo en su espacio le pareció insoportablemente frío y vacío. Se sentó en el borde de su cama, descalzándose con movimientos torpes, como si la energía la hubiera abandonado por completo. No podía entenderlo. ¿Por qué Haiden había huido justo cuando las cosas parecían estar bien?

El espejo frente a ella reflejaba a una chica diferente, una que parecía más frágil de lo que le gustaba admitir. Valentina dejó caer su cabeza entre las manos, tratando de contener las lágrimas que empezaban a acumularse en sus ojos. Ella no era de las que lloraban fácilmente, pero esta vez la frustración la superaba.

—¿Por qué me haces esto, Haiden? —murmuró en la oscuridad, su voz apenas un susurro.

Había esperado tanto ese momento. Desde la primera vez que sus caminos se cruzaron, supo que Haiden era diferente a cualquiera que hubiera conocido. Pero ahora, después de todo, sentía que no solo había perdido el control sobre lo que sentía, sino también sobre su propio destino. Había sido él quien la besó, él quien rompió esa distancia que siempre existía entre ellos. Y también fue él quien la dejó ahí, en medio de su fiesta, con el corazón en las manos y la duda clavada en lo más profundo de su ser.

Recordó el último momento antes de que él se fuera, su expresión fría, como si hubiera levantado un muro de nuevo, uno que ella no podía atravesar. El mismo hombre que le había mostrado un atisbo de su vulnerabilidad, desapareció detrás de una barrera impenetrable. Y lo peor era que Valentina sentía que no importaba cuánto intentara acercarse a él, siempre la rechazaría, siempre se alejaría cuando las cosas se volvieran reales.

Se recostó en la cama, abrazando una almohada contra su pecho, buscando algo, cualquier cosa, que la reconfortara. Pero la verdad era que solo había una persona capaz de calmar esa tormenta que llevaba dentro, y él había decidido marcharse.

Valentina estaba recostada en su cama, con los ojos fijos en el techo, pero su mente seguía atrapada en aquel beso que había compartido con Haiden. El silencio de la casa la envolvía, pero no lograba encontrar paz. Cerraba los ojos y ahí estaba él, mirándola justo antes de dejarla sola en la fiesta.

De pronto, el sonido suave de su teléfono vibrando rompió la quietud. Valentina se incorporó rápidamente y estiró el brazo para tomarlo de la mesita de noche. Su corazón se aceleró al ver el nombre en la pantalla: *Haiden*.

Desbloqueó el teléfono, ansiosa por leer lo que él tenía que decir. La pantalla iluminada reveló un mensaje breve, casi frío.

**Haiden:**"Lo siento, pero es mejor así."**

Valentina sintió cómo su estómago se encogía al leer las palabras. Las leyó una vez, dos veces, pero no cambiaban. *"Es mejor así"*, resonaba en su cabeza como un eco, pero no lograba entenderlo. ¿Mejor para quién? ¿Para él? Porque para ella, nada de esto tenía sentido.

"Entre dos mundos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora