Capítulo-18

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Después de unos minutos, Marcos decidió acercarse a Mía. Se levantó de donde estaba sentado y, sin perder su aire de confianza, se ubicó a su lado. Mía estaba distraída, observando las llamas, cuando lo sintió sentarse cerca. Al notar su presencia, su cuerpo se tensó un poco.

—Oye, Mía —dijo Marcos con una sonrisa coqueta—. Esta no es la primera vez que estamos en una situación así, ¿verdad? Pareciera que el destino sigue juntándonos.

Mía, que había estado callada la mayor parte del tiempo, rodó los ojos ante su comentario.

—Destinos no, Marcos, solo coincidencias —respondió con un tono seco.

Marcos no se desanimó, y se inclinó un poco más hacia ella, sin quitarle los ojos de encima.

—Venga, no seas así —dijo con una media sonrisa—. Sabes que no somos tan diferentes. Tienes esa chispa que... bueno, creo que no la he visto en ninguna otra chica.

Mía lo miró de reojo, claramente poco impresionada por sus palabras. Se cruzó de brazos y suspiró.

—¿Ah, sí? —respondió con sarcasmo—. ¿Y cuál es esa "chispa" de la que hablas?

Marcos, confiado, sonrió aún más amplio, pensando que estaba avanzando.

—No sé… —dijo con tono juguetón—. Quizá esa forma en que hablas, como si no te importara nada ni nadie, o cómo siempre tienes una respuesta para todo. Me gusta eso en ti.

Mía dejó escapar una pequeña risa, pero no era de diversión, sino de incredulidad. Lo miró directamente, y en ese momento, cualquier rastro de diversión desapareció de su rostro.

—Marcos, lo siento, pero no me interesa —dijo sin rodeos, mirándolo a los ojos—. No quiero hacer esto contigo. No esta noche, ni ninguna otra.

Marcos, claramente sorprendido por la franqueza de Mía, intentó mantener su compostura, aunque se le notaba un poco incómodo. No estaba acostumbrado a que lo rechazaran de manera tan directa.

—Vamos, Mía —insistió, aunque su tono ya no era tan seguro como antes—. Solo estaba bromeando. No es para tanto.

Mía se levantó de donde estaba sentada y lo miró con seriedad.

—Puede que para ti sea una broma, pero para mí no lo es —dijo con firmeza—. No estoy interesada en tus juegos, Marcos. Así que, mejor dejemos las cosas claras de una vez.

Marcos la observó, sorprendido, pero antes de que pudiera decir algo más, Mía dio un paso hacia Valentina y Haiden, alejándose de él. Marcos la siguió con la mirada por un momento, luego desvió su atención hacia el fuego, tratando de disimular el rechazo que acababa de recibir. No estaba acostumbrado a eso, y menos en medio de sus amigos.

Haiden, que había estado observando la interacción desde la distancia, no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa de satisfacción, mientras Valentina miraba a Mía con admiración.

—Lo manejaste bien —le dijo Valentina en voz baja, cuando Mía llegó a su lado.

Mía soltó un suspiro.

—Alguien tenía que decirle la verdad —respondió con una sonrisa cansada—. Ese chico necesita aprender que no todo el mundo va a caer en su juego.

Valentina asintió, pero antes de que pudiera decir algo más, César, uno de los amigos de Marcos, lanzó una broma hacia él desde el otro lado de la fogata.

—¡Parece que hoy no es tu noche, hermano! —gritó entre risas—. Mía te tiene en la mira.

Los demás rieron, pero Marcos solo les dedicó una mirada molesta antes de darle una calada a su cigarrillo, intentando mantener la calma. Pero las palabras de Mía seguían resonando en su mente, mucho más de lo que estaba dispuesto a admitir

"Entre dos mundos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora