Capítulo VII.

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Caroline notaba un cambio en Niklaus, probablemente ahora era más gentil y se preocupaba por los demás. Tal vez eso se debía a que ahora tenía algo que lo hiciera tener algo de tacto con las personas, Hope.

— Hola linda —expresó Caroline al ver a Hope despertar—, buenos días. Mi nombre es Caroline y voy a estar unos días contigo, y este día vamos a hacer muchas cosas divertidas —decía mientras la cargaba—. Papá no esta en casa y Camil tampoco, pero yo estoy aquí y mientras ellos no estén, te voy a proteger.

Para Caroline, tener a Hope en sus brazos era una sensación muy hermosa, al convertirse en vampiro perdió toda esperanza de poder concebir un bebe. Pero la pequeña Hope la hacia sentir ese amor que deseaba dar algún día.

Los recuerdos de su madre invadían su mente, recuerdos en los que mostraba todo el cariño que le daba, las veces que la cuidaba, le daba de comer, la ayudaba con su tareas. Todos aquellos recuerdos que atesoraba.

No pudo evitar que una lágrima se escapara de sus ojos, que poco a poco se llenaban de agua. La mirada de Hope hizo que su sufrimiento cesará, los hermosos ojos de la pequeña conectaron con los de la rubia.

— Te hace ser diferente en maneras que no entenderemos —dijo Niklaus desde la puerta—, a mi me hizo cambio. Algo que creí que jamás pasaría, ella lo hizo posible.

— Nunca imagine conocer esta parte de ti.

— Lo hiciste, aquella noche —respondió acercándose a ellas—, cuando te dije lo importante que eras para mi.

— Lo sé, pero las cosas cambiaron —dijo Caroline, entregándole a Hope—, yo cambie. No sé si aún sigo siendo la misma a la que le dijiste eso.

— Las circunstancias te hacen cambiar, las personas te hacen cambiar. Pero tu misma eres la única razón por la que quieres cambiar.

— Quiero creer que cambie para bien, no puedo hacerlo sin mi madre.

— Lo sé, no sabría que sería de Hope sin Hayley —dijo con una sonrisa—, no sé lo que es el amor de madre. Esther nunca mostró algo parecido a lo que tu madre y Hayley hacen.

— ¿Y qué se supone que debo hacer?

— Aferrarte a lo mas importante de tu vida y ver por eso, sin importar que pueda pasar —respondió mirando a Hope—, tus amigos, las personas que te queremos. Te necesitamos cuerda.

— Klaus —dijo Caroline con una sonrisa.

— ¿Estás mejor?

— Si, gracias.

— Necesito que me digas por qué Katherine esta haciendo esto —cuestionó a una Caroline confundida.

— Para ser honestos, ni siquiera yo lo sé. No había pensado en eso —respondió—, ¿crees que este tramando algo?

— Hizo un trato conmigo.

— ¿De qué, exactamente?

— Ella traería a Kol, y yo te ayudaría a encender tu humanidad —dijo Niklaus—. Según Elijah, una chica llamada Davina Claire esta desaparecida.

— ¿Crees que Katherine tiene algo que ver?

— La conoces, sería un insulto para ella si no lo creemos —respondió Niklaus, dejando a Hope de vuelta en la cuna—. Davina despertó un sentimiento en Kol, si Katherine le hizo algo no me quiero imaginar lo que pasará.

— Debemos regresar.

— Ahora no podemos —dijo Klaus mirando a Hope—, no te lo dije pero mis padres insisten en regresar y matarnos, no puedo irme y dejar a Hope.

— Va a estar bien, Camil me contó que tienes un hechizo que evita que localice a Hope y debes concentrarte ahora en Katherine, porque si esta planeando algo en contra de ustedes puede ser algo malo.

— Lo que sea que pase puede esperar unos días, necesito que estés bien.

— Estoy bien.

— Necesitas más tiempo, te lo prometo solo serán unos días. Después volvemos a Nueva Orleans y arreglamos todo.

— Habla con Elijah, que tenga vigilada a Katherine.

Las semanas pasaron, Caroline seguía cuidando de Hope; Kol y Marcel buscaban a Davina; Hayley y Elijah seguían tratando de ocultar el mutuo sentimiento que empezaba a fluir entre ellos. Mientras Katherine seguía buscando la forma de conseguir su cometido. La verdadera razón por la cual estaba en Nueva Orleans.

— Es lo mejor que pude encontrar, Katherine —dijo una mujer acercándose a la Petrova, entregándole unos papeles—, tu planta no es muy fácil de encontrar.

— Creí que traías, por lo menos, unas muestras —respondió Katherine viendo los papeles—, para qué me sirven estos documentos.

— Son evidencias, toma un avión y ve hacía alguno de esos lugares.

— No tengo tiempo de estar de excursionista —expresó tirando los papeles—, quiero que me traigas por lo menos un manojo.

— Te costara el doble.

— Cuando vea la planta, veras tu dinero —dijo acercándose a ella—, mientras no este la planta en mis manos, ni se te ocurra venir.

La mujer salió del lugar, quedando Katherine sola en la tienda hasta que una voz femenina se escucho al fondo de un pasillo.

— Katherine Pierce.

— Depende de quién la busque.

— Tengo la respuesta a tus problemas —respondió caminando hacia Katherine.

— Si, soy yo. Capturaste mi atención.

— Sé que aún no estas completamente viva —dijo mirándola—, también sé lo que necesitas para poder terminar con el hechizo que te trajo de vuelta.

— ¿Y quién se supone que eres tú? —cuestionó Katherine—, ¿eres un espíritu que me quiere ayudar?

— Soy Esther Mikaelson.

— No puede ser, luces algo vieja y bronceada —dijo Katherine cruzando los brazos. Un hombre entro a la habitación del mismo lugar que Esther.

— Katherine, te presento a mi hijo —comentó Esther—, Finn.

— Ya entendí. Ambos están en otros cuerpos —dijo Katherine con una sonrisa.

— Madre, ¿de verdad crees que ella nos sera útil? —cuestionó Finn— No puede concentrar una conversación con nosotros.

— Aún sigo aquí.

— Katherine, es muy similar a mi...

— No es una buena comparación —interrumpió la Petrova.

— Ambas hacemos lo posible por lo que queremos, y ella quiere vivir.

— ¿Confías en ella?

— ¡Alto, alto, alto! —expresó Katherine—, ambos están hablando de que yo trabajaré para ustedes. Pero se olvidan de algo, soy Katherine Pierce y yo no trabajo para nadie. Las personas trabajan para mi.

— Tienes poco tiempo y yo tengo lo que necesitas —respondió Esther con una sonrisa, ante el enojo de Katherine—. Aceptalo, Katherine no tienes la menor idea de lo que vas a hacer.

— Traje a tu hijo de la muerte, estoy muy segura de que sé hacer el hechizo.

— Así que fuiste tu quien trajo a Kol de vuelta —dijo Esther y Katherine afirmó—, ¿dónde dejaste a Davina?

— Estoy empezando a tener un interés en el cómo es que sabes tanto de lo que he hecho —respondió Katherine—, me convenciste. Pero queda claro, que no trabajo para ti. ¿Cuál es el plan?

— Matar a mis hijos.

— Claro que ese es el plan —bufo Katherine.

Regresa Katerina | The Vampire Diaries & The OriginalsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora