Capítulo XIV.

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La mañana estaba golpeando y llamando a todos, los autos y las conversaciones de las personas llegaban a oídos de los vampiros que habitaban en la mansión Mikaelson. El canto de los pájaros, algo que no había pasaba en mucho tiempo en o cerca de la mansión, despertaron a la Petrova que entre un bostezo y un estirón se despertó caminando hasta el balcón para abrir las puertas y dejar que el aire y la luz entraran.

— Buenos días —expresó Caroline entrando al cuarto.

— ¿No duermes?

— Lo hago, desde luego —respondió con una sonrisa y abrió las ventanas que faltaban— ¿Cómo has dormido?

— Bien, gracias.

— Esta bien, tenemos muchas cosas que hacer y lo primero que vamos a hacer es...

— Caroline —expresó Katherine tomando la mano de la rubia—, han pasado unos meses desde lo que le paso a Elena y no quieres hablar con nadie de cómo te sientes.

— No creo que tú seas la mejor persona para hablar conmigo de Elena —dijo Caroline soltándose, para continuar con las ventanas.

— Tal vez tengas razón, debo admitir que sentí una pequeña alegría al enterarme de lo que pasó son ella, pero... no es Elena la que me interesa —se acerco a ella—. Eres tú.

— ¿Te sientes mal por mi?

— Eres la única persona que me ha ayudado y ha estado conmigo en esto —respondió—. Nunca he tenido una amiga, o tal vez tuve pero las maté y creo que se debe a que nunca confíe en nadie.

— ¿Eso significa que confías en mi?

— Creo que, lo hago.

El silencio recorrió todo el dormitorio, las palabras que Katherine decía sonaban muy sinceras, algo que no se imaginaría que viniera de ella. Pero definitivamente el volver a ser madre la había cambiado mucho.

— Esta bien, Elena es mi mejor amiga —comentó Caroline—. Sé que no está muerta y que la volveré a ver en unos años, pero es difícil vivir esta parte de mi vida sin ella. Decidí estar aquí contigo, porque físicamente me recordarás a ella, cada vez que te vea voy a sentir que esto frente a ella. Pero principalmente estoy contigo, porque sé que me necesitas y porque nadie más te soporta.

Una sonrisa se escapó de ambas, Caroline tomó del hombro a Katherine.

— Voy a estar contigo, hasta que todo esté bien contigo.

— No deberías estar tan segura de que todo va a estar bien en mi vida —respondió Katherine y dejo de mirarla—. No creo que pueda cambiar lo que he hecho, no hay nada que pueda hacer.

— Pero ya lo has hecho, sólo mira en lo que te has convertido.

— Una chica gorda que carga en su vientre el hijo de un vampiro y que toda su familia odia, y además tiene a toda una multitud tratando de asesinarnos —dramatizó—. Claro, mi vida ha cambiado por completo. Aunque esto ya lo había vivido, eso significa que sigo siendo la misma y tengo la misma mala suerte. Lo bueno es que mi padre no está aquí.

— Eres diferente Katherine, y eso es algo que no creí que pasaría —dijo la rubia con una sonrisa—, y no contigo.

— No creo que tengas razón —respondió caminando hacia el balcón. Kol iba pasando por la habitación cuando se detuvo a escuchar lo que las chicas decían—. Aún siento que no soy importante, que a nadie le interesa qué pasé conmigo. Aunque no ha cambiado mucho mi suerte, si a mi padre no le importó el haberme dejado.

— Hiciste las cosas mal, Katherine —comentó la rubia—. Pero ahora tienes la oportunidad de cambiar todo lo negativo de tú vida.

— Tal vez lo hice. Pero lo hecho, hecho está.

— Confío en ti.

— Creo que...

Las palabras de la Petrova fueron interrumpidas por un fuerte dolor que sintió en su cabeza.

— ¿Qué te pasa?

— ¡Están en mi cabeza! —gritó con dolor. Kol entró a la habitación, se acerco a Karherine y la tomó del hombro.

— ¿Quiénes? —cuestionó Kol.

— ¡Ellos, los viajeros! —expresó Katherine con más dolor. La desesperación invadió a Kol, quien no tenía la menor idea de qué sucedía.

— ¡Rebekah! —gritó Kol con desesperación, después de unos segundos ésta había llegado.

— ¿Qué pasa? —cuestionó Rebekah.

— Algo le sucede, pero no sabemos qué es o quién.

— Katherine...

Al tocar a la Petrova, imágenes de varias personas canticando se mostraron en la mente de Rebekah, quien de inmediato la soltó.

— ¿Qué fue eso?

— Los he visto —respondió Rebekah mirando a Kol—, están haciendo algo.

— ¿Qué esta pasando Rebekah? —cuestionó Kol sostenido a Katherine.

— No sé que sucede, están haciendo un hechizo pero no entiendo de que se trata —dijo con preocupación—. No había escuchado esto antes.

— ¿Qué dicen? —se escuchó desde la entrada de la habitación. La figura de Freya se asomó y después se acerco.

— No lo sé exactamente, pero algo de: Earumque sanguinem.

— Se tratan de vincular —dijo Freya y rápidamente tomo a Katherine del hombro—. Capta protegit.

Después de las palabras pronunciadas por la mayor de los originales, Katherine perdió el conocimiento y cayó en los brazos de Kol.

— ¿Qué paso? ¿Qué hiciste? —cuestionó Kol.

— No te preocupes —respondió Freya—, ella y el bebé estarán bien.

— ¿Estás segura? Porque recuerdo que dijiste eso la última vez y mira lo que pasó.

— Lo estoy Kol. Rompí el vínculo que estaba creando.

La palabras de Freya lograron tranquilizarlo, pero aún seguía preocupado por el futuro de su hijo. Sin salir de la habitación, Kol dejó a Katherine en la cama y se quedo cerca de ella.

— ¿Por qué estás aquí? —cuestionó Rebekah a Freya.

— Sabía que esto iba a pasar —respondió Freya observando a Katherine.

— ¿Cómo lo sabías? —preguntó Kol acercándose a ella.

— Escucho todo lo que los ancestros quieren hacer y harán.

— Dejame adivinar, ¿quieren matar a mi hijo?

— No sé por qué, pero eso es lo que están diciendo.

— No voy a dejar que eso pase —expresó Kol furioso.

— Debemos de pensar qué es lo que vamos a hacer, Kol no podemos actuar en contra de ellos —dijo Rebekah tomándolo del hombro—, ellos están muertos y si peleamos contra ellos también lo estaremos.

— ¿Qué es lo que sugieres?

— Esperar.

— ¿Esperar a qué? El bebé nacerá en dos meses y no puedo dejar que los caprichos de los ancestros pongan en riesgo la vida de mi hijo —respondió Kol molesto.

— ¿Y qué es lo que planeas hacer?

— Tal vez lo mejor sea irme de aquí, llevar a Katherine lejos de Nueva Orleans y esperar a que nazca el bebé.

— Kol, hay algo más que debes saber —dijo Freya con seriedad.

— Ya sé que vas a decir, Katherine ya me lo dijo.

— Debes estar aquí, con tu familia para que lo protejamos.

— No voy a dejar que Dahlia se lo lleve.

— Entonces quedate.

Regresa Katerina | The Vampire Diaries & The OriginalsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora