FINNICK ODAIR

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Dedicado a Ness_bendiciones

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Finnick Odair sabía que el trabajo de mentor no era fácil. Desde que ganó los Juegos del Hambre con solo catorce años, había pasado por el mismo ciclo año tras año: recibir a los tributos del Distrito 4, intentar guiarlos para sobrevivir y, finalmente, verlos morir en la arena. Estaba cansado. Para él, los Juegos eran una farsa cruel, y ser mentor no era más que una manera de seguir sufriendo las consecuencias de su victoria. En esta ocasión, en su sexto año como mentor, había recibido a dos tributos: Max, un chico de diecisiete años, musculoso y ágil, y una chica de quince años llamada Iris, menuda y de apariencia frágil.

Finnick había visto casos como el de Iris antes: tributos demasiado jóvenes y físicamente débiles, enviados a una muerte casi segura. Desde el primer momento, centró su atención en Max, pues parecía ser el que tenía más probabilidades de sobrevivir. Le enseñó a usar tridentes, a pescar, y le dio consejos sobre cómo ganar la simpatía del público. Iris, en cambio, pasaba la mayoría del tiempo observando, casi invisible en los entrenamientos. Cada vez que Finnick intentaba hablar con ella, la chica se limitaba a asentir con la cabeza, sin aportar mucho. Él lo interpretó como miedo y resignación. La veía como alguien que no tenía futuro en la arena, alguien destinado a ser uno de los primeros en morir.

El día de los Juegos llegó. Como siempre, Finnick sintió la ansiedad de ver a sus tributos entrar en la arena, esperando lo peor. Cuando sonó el cañonazo inicial, la mayoría de los tributos corrió hacia el centro de la arena en busca de suministros. Finnick observó a Max dirigirse hacia un grupo de armas, y notó que Iris se movía con más rapidez de la que había anticipado, desviándose hacia una mochila pequeña pero estratégicamente colocada al borde de la Cornucopia. Con la destreza de alguien mucho más experimentado, la tomó, giró sobre sus talones y se lanzó hacia el bosque. Sorprendentemente, Max la siguió.

Aquella escena sorprendió a Finnick, pero aún más impactó a los espectadores. Iris, la chica aparentemente indefensa, había hecho un movimiento estratégico desde el inicio. Más tarde, las cámaras mostraron cómo se adentraba en el bosque con Max, encontrando un árbol alto y frondoso donde subir para descansar y vigilar la zona. Cuando cayó la noche, Max sugirió que se turnaran para dormir, y Iris, sin dudarlo, pidió ser la primera en descansar. La elección no parecía ser inusual, hasta que la cámara capturó a Iris deslizándose silenciosamente por el árbol mientras Max descansaba. En un movimiento rápido, tomó una roca y lo golpeó en la sien con toda su fuerza. Max cayó muerto al instante.

El cañonazo resonó en el cielo, indicando la primera muerte del día. El público en el Capitolio quedó boquiabierto. Finnick sintió una mezcla de sorpresa e incredulidad al ver a Iris despojar a Max de su mochila y tomar el arma que llevaba consigo. La pequeña chica que él había dado por muerta desde el principio acababa de mostrar una ferocidad y astucia que nadie esperaba. El acto no solo impactó a los espectadores; convirtió a Iris en una de las favoritas de inmediato. Los patrocinadores comenzaron a interesarse en ella, enviándole pequeños suministros que dejaban claro su creciente popularidad.

Iris se movía por la arena con cautela, utilizando su tamaño y agilidad para evitar enfrentamientos directos. Escogía sus peleas sabiamente, prefiriendo atacar solo cuando la oportunidad era segura y las probabilidades estaban a su favor. Finnick, desde la sala de control, no podía apartar la vista de la pantalla. La niña, que había pasado semanas casi en silencio durante el entrenamiento, estaba demostrando una inteligencia táctica que él no había percibido. Finnick no sabía si sentirse orgulloso o preocupado por lo que la chica se había convertido.

El momento más crítico para Iris llegó en la tercera semana, cuando solo quedaban cinco tributos en la arena. Tres de ellos se habían unido en una alianza para cazar a los dos restantes, uno de los cuales era Iris. En lugar de huir, la chica tomó una decisión que pocos hubieran esperado. Aprovechó la noche y su habilidad para moverse sin ser detectada, desarmando una trampa en el terreno que había colocado anteriormente y ajustándola para atraer a la alianza. Finnick observaba con los nervios de punta mientras Iris se escondía en una posición estratégica, esperando pacientemente a que sus enemigos cayeran en la trampa.

La alianza cayó en la emboscada. El primer tributo, un chico grande del Distrito 1, tropezó con la cuerda que Iris había dejado tendida. Antes de que pudiera recuperar el equilibrio, Iris saltó desde los arbustos y lo apuñaló en el cuello con una daga. El segundo tributo intentó atacarla con un cuchillo, pero Iris se retiró rápidamente, aprovechando el terreno irregular para desorientarlo. Cuando el tercer miembro de la alianza intentó huir, un cañonazo resonó, indicando la muerte del segundo. Iris no desperdició tiempo, persiguiendo al último tributo de la alianza hasta alcanzarlo. La pelea fue corta pero brutal, y Finnick apenas podía creer lo que veía. La frágil niña había eliminado a tres tributos experimentados en una sola noche.

Con el paso de los días, la tensión aumentaba. Los espectadores estaban fascinados por Iris, y Finnick recibía constantes mensajes de los patrocinadores queriendo saber más sobre la chica. Para entonces, solo quedaban ella y un tributo del Distrito 7, un chico corpulento que había logrado sobrevivir más por suerte que por habilidad. La última confrontación se llevó a cabo en un claro, un terreno abierto que no favorecía a Iris. Sin embargo, ella no perdió la compostura. Cuando el chico del Distrito 7 la atacó, Iris usó su agilidad para esquivar sus golpes. Luego, como si hubiera estado planeando ese momento desde el principio, le lanzó un puñado de polvo a los ojos, cegándolo temporalmente. Aprovechando su distracción, se lanzó contra él con su daga. Finnick vio cómo la chica apuñalaba repetidamente al chico hasta que el cañonazo final anunció su victoria.

El Capitolio estalló en aplausos y vítores. Iris, la chica que nadie, ni su propio entrenador creía capaz de sobrevivir, había ganado los Juegos del Hambre con una mezcla de astucia, ferocidad y una voluntad de sobrevivir que pocos habían anticipado. Sin embargo, en los ojos de Finnick, ella no parecía una ganadora. La cámara enfocó su rostro ensangrentado y su expresión vacía, y él supo lo que significaba: Iris no había ganado nada realmente. Había sobrevivido, sí, pero lo había hecho al precio de su propia humanidad.

En los días que siguieron a su victoria, Finnick tuvo la tarea de consolarla y prepararla para lo que vendría. El brillo de la victoria pronto desaparecería, y el peso de lo que había hecho comenzaría a perseguirla. Finnick, que conocía bien ese tormento, trató de explicárselo, pero sabía que no importaba lo que dijera; ella tendría que lidiar con el dolor a su manera. Al final, solo pudo ofrecerle unas palabras: "Sobreviviste. Eso es lo que cuenta aquí. No permitas que el Capitolio te haga olvidar lo que realmente eres".

Iris no respondió. Apenas lo miró, con los ojos aún vacíos y la sangre de su último oponente seca en su piel. Finnick sabía que esa mirada lo perseguiría en sus propios recuerdos, recordándole una vez más que los verdaderos ganadores de los Juegos del Hambre eran solo los espectadores que disfrutaban viendo a los niños luchar y morir.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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