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EL SOMBRERERO LOCO. parte 3

La noticia corrió como pólvora por Auradon Prep: el nuevo profesor de historia sería nada menos que el Sombrerero Loco. Mal, Evie, Carlos y Jay no podían creerlo. Al saber esto, sus corazones se llenaron de esperanza y emoción. Tal vez, con su ayuda, podrían reunir a Red y al Sombrerero.

Esa tarde, después de sus clases, los cuatro se reunieron en el aula, esperando ansiosos la llegada del Sombrerero. Cuando finalmente apareció, con su característico atuendo extravagante y su sombrero alto, los chicos lo saludaron con entusiasmo.

-¡Hola, señor Sombrerero! -exclamó Evie, con una sonrisa.

El Sombrerero sonrió, inclinando su sombrero en señal de saludo.

-Hola, chicos. Por favor, llámenme Tarrant.

Mal, siempre directa, no perdió tiempo.

-Tarrant, tenemos algo que contarte. Es sobre mam- Red.

La expresión del Sombrerero cambió instantáneamente, su rostro reflejando preocupación y nostalgia.

-¿Red? -preguntó, su voz temblando ligeramente-. ¿Cómo está ella?

Los chicos se miraron entre sí antes de que Evie tomara la iniciativa para hablar.

-Está en la isla, y aunque siempre nos cuidó, podíamos ver que estaba triste. Siempre miraba hacia Auradon, deseando estar contigo.

El Sombrerero se hundió en una silla, su mirada perdiéndose en la distancia. Los recuerdos comenzaron a inundar su mente, y no pudo evitar los flashbacks de sus tiempos con Red.

-Red siempre fue mi luz en la oscuridad -comenzó Tarrant, con un tono melancólico-. Recuerdo cómo solía visitarme en la torre, a pesar de los peligros. Su madre la vigilaba, pero eso nunca la detuvo.

Los chicos lo escuchaban atentamente, sin interrumpir. Podían ver el amor y la tristeza en los ojos del Sombrerero.

-Ella era la única que podía hacerme olvidar mis penas, aunque fuera por un momento -continuó Tarrant-. Sus visitas eran mi único consuelo. Y cuando la barrera nos separó, sentí que había perdido una parte de mí.

Los flashbacks se volvieron más intensos. Tarrant recordó los momentos en que le daba a Red pequeñas sorpresas, como una flor escondida en su sombrero, o cuando la hacía reír con sus historias y juegos.

-Nunca dejé de pensar en ella -dijo, con una voz quebrada-. Y ahora, saber que ha estado sufriendo tanto...

Carlos se acercó y le puso una mano en el hombro.

-Tarrant, vamos a encontrar una manera de reunirlos. Ella también te ama mucho.

Jay asintió, añadiendo:

-Siempre hablaba de ti. Decía que algún día volverían a estar juntos.

El Sombrerero les sonrió, aunque sus ojos estaban llenos de lágrimas.

-Gracias, chicos. Ustedes tienen un corazón noble. No sé cómo agradecerles lo suficiente.

Mal, siempre práctica, se levantó.

-Lo primero que tenemos que hacer es encontrar la manera de traer a Red aquí. Pero también necesitamos conocer más sobre su historia. Así que, ¿podrías contarnos más sobre tus aventuras con ella?

Tarrant asintió, dispuesto a compartir sus recuerdos más preciados.

-Claro, con gusto. Red y yo tuvimos muchas aventuras, incluso en los momentos más oscuros. Había una vez...

Mientras el Sombrerero relataba sus historias, los chicos comenzaron a verlo de una manera diferente. No solo como un excéntrico y loco soñador, sino como alguien profundamente enamorado y comprometido con su amada. La conexión entre Tarrant y Red era evidente, y los chicos no podían evitar sentir que eran una pareja perfecta.

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A medida que la tarde se desvanecía, los chicos se dieron cuenta de que tenían una nueva misión. No solo iban a disfrutar el tiempo que les restaba en Auradon, sino que también iban a trabajar para reunir a Red y al Sombrerero. Sabían que, con su amor y determinación, podrían superar cualquier obstáculo.

Y así, con corazones llenos de esperanza y una nueva determinación, Mal, Evie, Carlos y Jay comenzaron a trazar su plan para traer a Red a Auradon, seguros de que estaban haciendo lo correcto para su madre y para el hombre que la amaba profundamente.