XXVI: Exámenes Jounin III

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el final de la segunda etapa

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No hay un cambio real en quién es antes y después. No hay una repentina descarga de poder al apuñalar el cuello de Uchiha Hikaku. No hay una revelación repentina al manchar sus manos con la sangre de su familia. No hay una mejora real y sustancial al arrancar su tanto del pecho de Hikaku.

Pero debe admitir que hay una ráfaga de fuego que le recorre cuando sus ojos se encuentran con los de Hikaku justo antes de que éste haya sido desarmado. La mirada de Hikaku, sorprendido por su ferocidad.

No tiene por qué ser así, debe haber suplicado Hikaku, con el arma fuera de sus manos. Sangrando de su pecho y otras extremidades. Mirando a Obito con ojos rojos, rojos, rojos.

No lo escuches, diría Kakashi. Como le decía a Obito cada vez que éste se esforzaba por matar a un enemigo que diera demasiada lástima. Rápido y veloz, hazlo y vete. No te tomes tu tiempo.

«Tienes razón, odio que tengas razón, bastardo», dice Obito, mirando hacia atrás. Se siente mareado, las heridas causadas por Hikaku le hacen doler. «Y no me estoy tomando mi tiempo».

«¿Qué demonios estás diciendo?»

«No interrumpas mi conversación con Kakashi». Obito frunce el ceño. «Cállate.»

«Kakashi- estás hablando de ese Hatake muerto de tu equipo-»

Ah.

Durante un parpadeo y el siguiente, había sacado su tanto a través de la garganta de Hikaku, una furia corriendo a través de él como un infierno.

«No digas su nombre», dijo Obito. «No mereces decirlo».

Por fin, silencio.

Extiende la mano...

Y no siente nada mientras saca los ojos de Hikaku de sus órbitas. Sólo la suave y cálida sensación de que lo ha conseguido. Que él ha tenido éxito y Hikaku ha fracasado.

¿Lo veis? había pensado Obito mientras miraba los ojos, al menos puedo hacer esto.

Sí, sí, puedes, dijo Kakashi. Pero esto es sólo la línea de salida.

Sí, sí, por supuesto. ¿Pero no puedes estar un poco más contento?

Silencio.

Bastardo.

Se inclina ligeramente hacia delante. Hikaku le había hecho un número. Pero no importa. Kakashi lo ayudaría ahora, como lo hizo antes.

Kiri, Kakashi, vendrán por mí, ¿verdad?

Entonces-

«Ayúdame, Kakashi.»

Se desploma hacia atrás.

Un momento como una eternidad.

Un paso.

Ah.

Estás aquí.

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Las miradas que le dirigen no son discretas, aunque Jiraiya cree que se han esforzado en ello.

Jiraiya ya suele destacar tal como es, con su gran estatura y sus coloridas vestimentas. Nunca es difícil distinguirlo entre la multitud cuando anda por ahí. Normalmente no busca esconderse, y cuando lo hace, un simple henge le sirve, y la mayoría de las veces no ven a través de su disfraz si se digna a hacerlo físicamente en lugar de a través de un jutsu.

Rocks fall; Scene endDonde viven las historias. Descúbrelo ahora